SAO PAULO.- La
sorprendente decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump,
de restablecer los aranceles al acero y aluminio de Brasil puede
aprovecharla China para estrechar aún más sus lazos con el país
suramericano, que ya tiene en Pekín a su mayor socio comercial.
El
acercamiento a Estados Unidos ensayado por el presidente brasileño,
Jair Bolsonaro, desde que llegó al poder el pasado 1 de enero no ha dado
los frutos esperados, de acuerdo con diferentes analistas.
El
último varapalo, el anuncio de Trump de recuperar los aranceles a los
metales de Brasil, que está entre los mayores exportadores de acero a
EE.UU., y de Argentina, bajo la acusación de devaluar sus monedas
intencionalmente para perjudicar a los agricultores estadounidenses.
El dólar se ha apreciado casi un 8,50 % en lo que va de año frente al real brasileño.
Bolsonaro
respondió este miércoles a su admirado Trump al negar que su Gobierno
esté "aumentando artificialmente" el precio del dólar y apuntó como
principal causa la guerra comercial entre EE.UU. y China.
Sin
embargo, la nueva arremetida de Trump podría llegar a ser perjudicial
hasta para los productores de acero estadounidenses, pues estos
necesitan los semimanufacturados brasileños, según el Instituto Aço
Brasil.
En
medio de estas tensiones, China vuelve a posicionarse como el
importante aliado que es de Brasil desde 2009, cuando se convirtió en su
mayor socio comercial, estatus que mantiene desde entonces.
Bolsonaro prefiere la foto con Trump, aunque la aparente falta de reciprocidad le ha obligado a mirar con otros ojos a China.
En
menos de un año en el poder, el líder ultraderechista ha llevado a cabo
una serie de medidas para acercarse a Trump, con el que comparte
ideario político.
Entre
ellas, aumentar el límite de importaciones de etanol, sector en el que
Estados Unidos es uno de los principales exportadores, permitirles el
uso de su base espacial de Alcántara (noreste), y beneficiar a sus
turistas al retirar la obligatoriedad de visado para visitar o hacer
negocios en el país.
Brasil
también aceptó renunciar al tratamiento especial del que goza en las
negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), a cambio
del apoyo firme de EE.UU. para su ingreso en la OCDE, el llamado "club
de los países ricos".
Muchos
guiños para un beneficio casi nulo: los brasileños aún necesitan visado
para ir a Estados Unidos, el apoyo a su entrada en la OCDE ha sido
tenue -Trump dio prioridad a Argentina y Rumanía-, y como guinda, los
aranceles al acero y al aluminio.
Y
eso que la balanza comercial entre ambos países es favorable a Estados
Unidos con un superávit de 1.016 millones de dólares entre enero y
noviembre, según datos oficiales.
"Trump
no es un aliado confiable, a pesar de compartir el mismo espectro
ideológico", afirma Vinicius Vieira, profesor de relaciones
internacionales en el centro de estudios privados Fundación Getulio
Vargas (FGV).
En
su opinión, el mandatario estadounidense "intenta atender a sus
votantes" y "no tiene un aliado tan fuerte como para contradecir los
intereses económicos de su base electoral".
Para
Lucas Leite, profesor de relaciones internacionales de la Facultad
Armando Alvares Penteado (FAAP), fue un "error de Brasil creer que tenía
una relación especial con EE.UU.".
Al
contrario que EE.UU., el gigante asiático sí ha mostrado su interés en
fortalecer sus relaciones con Brasil y las fricciones entre Bolsonaro y
Trump pueden unirles aún más.
La
mayor economía de Suramérica tiene un superávit en la balanza comercial
con China de unos 25.000 millones de dólares hasta noviembre. Ello sin
contar con el aumento de las exportaciones de carne, cuyo consumo se ha
incrementado recientemente en China.
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