NUEVA YORK.- A
pesar de su reputación de ser racialmente divisivo, los índices de
aprobación del presidente Donald Trump han subido entre la población no
blanca en los últimos dos años. Si bien es imposible decir exactamente
por qué, una explicación razonable es que la larga expansión económica
de Estados Unidos ha sido particularmente beneficiosa para los
trabajadores minoría.
Hay
pruebas contundentes de que la retórica de Trump sobre la raza lo está
perjudicando entre las minorías. Sin embargo, en la última encuesta de
Gallup sobre la aprobación del trabajo presidencial, Trump se sitúa en
el 20% entre los no blancos, mejor que el bajo nivel de 14% en enero.
A
modo de comparación, los índices de aprobación del presidente entre
liberales y moderados autoidentificados son de 6% y 29%,
respectivamente.
Si
bien los tuits de Trump lo podrían estar perjudicando entre las
minorías, la economía sin duda está ayudando.
Como le gusta señalar al
presidente, las tasas de desempleo entre afroamericanos, hispanos y
asiáticos están en mínimos históricos (aunque es relevante tener en
cuenta que los datos sobre las tasas de desempleo para asiáticos son del
año 2000 en adelante).
Igual
de importante, las brechas de desempleo entre negros y blancos e
hispanos y blancos han alcanzado mínimos históricos. No es solo que el
mercado laboral haya sido bueno; para las minorías, ha sido
históricamente bueno.
Este
patrón no es extraño durante las expansiones económicas. Entre más
persiste un mercado laboral apretado, los empleadores están más
dispuestos a considerar a solicitantes que alguna vez hubieran ignorado.
Las redes sociales entre empleadores y comunidades marginadas se
fortalecen, y las empresas mejoran en la atracción y retención de
trabajadores minoría.
A
medida que crecen las oportunidades para las minorías raciales, los
salarios también aumentan más rápido.
En los últimos 12 meses, las
ganancias salariales para los no blancos no solo han sido
sustancialmente más altas que las de los blancos, sino también más altas
que las estimaciones de economistas sobre inflación más productividad.
Esto implica que los trabajadores minoría obtienen una mayor
participación del PIB.
Es
irónico, por supuesto, que todo esto ocurra bajo un presidente que
realizó una campaña no tan sutil para revivir a la clase trabajadora
blanca.
Las políticas de Trump, sin embargo, han funcionado en contra de
esos objetivos. Los efectos de los recortes tributarios de la
administración, y el fuerte gasto de los consumidores que generaron, se
han sentido más en las áreas metropolitanas con una alta proporción de
hogares más ricos.
El gasto se ha destinado principalmente a los
servicios, que son proporcionados por trabajadores locales.
Las
zonas rurales y el corazón industrial, por el contrario, dependen mucho
más de las exportaciones de productos agrícolas y de manufactura, y
como tal, se han visto afectadas por la guerra comercial del presidente.
Como resultado, es poco probable que Trump pueda aprovechar
políticamente las mejores condiciones económicas para las minorías.
Pueden apuntalar parte de su apoyo en la región del Cinturón del Sol,
pero es poco probable que ayuden en la mayoría de los estados
disputados.
La
retórica tiende a dominar la narrativa política. Sin embargo, las
políticas son mucho más importantes a la hora de determinar los
resultados para los trabajadores. A sabiendas o no, la política de Trump
ha sido más favorable para trabajadores minoría de lo que esperaban, y
menos favorable a la clase trabajadora blanca de lo que prometió.
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