sábado, 6 de abril de 2019

Desvelan una de las sedes secretas del espionaje británico en Londres

LONDRES/MOSCÚ.- Encajado entre una cafetería Starbucks y un pub especializado en "fish and chips", un anodino edificio de oficinas en el centro de Londres ha sido durante los últimos 66 años la sede secreta de una de las agencias de espionaje más poderosas del Reino Unido.

Desde 1953, los agentes del centro de escuchas británico (GCHQ, en inglés) han trabajado para interceptar comunicaciones y romper claves de cifrado desde ese inmueble, ubicado en la estrecha Palmer Street, frente a la estación de metro de St James's Park.

La organización de inteligencia, que ha jugado un papel clave en la seguridad del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra Fría, solo ha desvelado el emplazamiento una vez ha abandonado el edificio.
Ahora se ha conocido que desde allí se coordinaron dispositivos de seguridad durante los Juegos Olímpicos de 2012 y se han desarrollado programas contra el terrorismo y el crimen organizado en los últimos años.
Unas discretas cámaras en la fachada eran el único signo que podía hacer sospechar a los transeúntes que caminaban frente a una de las sedes de la agencia, que desde 2013 ha sido objeto de polémica por el programa de vigilancia mundial a través de internet que reveló Edward Snowden.
Los documentos del antiguo espía desvelaron que el GCHQ colocó aparatos para interceptar la información de internet que circula por los cables de fibra óptica que conectan a las islas británicas con el resto de Europa y Estados Unidos.
La ambición de esa estructura, que podía recolectar 10 gigabits de información por segundo, quedaba patente en algunos de los textos internos de la agencia que fueron aireados, con títulos grandilocuentes como "Mastering the Internet" (Dominando internet) y "Global Telecoms Explotation" (Explotación global de las telecomunicaciones).
Desde que estalló la polémica, la agencia de inteligencia, que trabaja junto a los espías del MI5 (servicio interior) y el MI6 (servicio exterior), ha iniciado una campaña para limpiar su imagen y aparecer como una organización más transparente y amable ante los ciudadanos británicos.
En particular, ha puesto un especial énfasis en dar a conocer su historia, que tiene su punto álgido en el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando su personal logró descifrar los mensajes codificados de los nazis con la célebre máquina Enigma.
El matemático Alan Turing, uno de los padres de la computación moderna, fue uno de los protagonistas de aquel empeño, que requirió a miles de personas trabajando desde Bletchely Park, las instalaciones que el centro de escuchas construyó en la campiña inglesa.
Tras la guerra, a principios de 1950, el GCHQ trasladó una parte del personal que mantenía en Londres al oeste de Inglaterra y decidió dejar en la capital británica una sede más pequeña, en la que lidiaría con los documentos secretos más sensibles y donde estaría el despacho del director de la agencia.
Fue entonces cuando el Ministerio de Trabajo cedió para ese propósito un edificio de oficinas recién construido en el centro de la ciudad, a pocos minutos a pie del palacio de Buckingham y el palacio de Westminster.
El GCHQ, que en 2019 celebra el centenario de su creación, ha vendido ahora el edificio a una compañía privada, pero no ha revelado todavía cuál será su futuro uso. También ha asegurado que mantendrá su presencia en Londres, pero no ha detallado dónde estarán sus nuevas oficinas.
Pese a que todavía mantiene algunos secretos, la voluntad de transparencia llevó en 2016 a la agencia a convertirse en el primer servicio de espionaje del Reino Unido en abrir una cuenta de Twitter.
Desde ese canal suelen publicar acertijos, puzles y problemas matemáticos que les permiten identificar a posibles candidatos para trabajar como agentes de inteligencia. Los aspirantes, en todo caso, ya saben que si son contratados no irán a trabajar a Palmer Street.

Una base militar en el Ártico, símbolo de la ambición de Rusia

Agua caliente, gimnasio, sauna y... soldados armados en motonieve. En el archipiélago ártico de Nueva Siberia, el ejército ruso presume de una base militar moderna, símbolo de las ambiciones del Kremlin en esta región rica en hidrocarburos.
El "Trébol del Norte" acoge a 250 soldados en la isla Kotelny, más allá del círculo polar. Es un modelo para futuras instalaciones militares en el Ártico, una región estratégica para Moscú.
"El Trébol del Norte es el primer asentamiento permanente de las fuerzas armadas rusas capaz de vivir de forma autárquica. Nuestras reservas de agua y de provisiones nos permiten aguantar un año", explica Vladimir Pasechnik, comandante del grupo táctico de la Flota del Norte que ocupa la base, a un grupo de periodistas invitados por el ejército.
La isla Kotelny albergó una base militar soviética que quedó abandonada con la caída de la URSS en 1993. A partir de 2014 el ejército la remodeló, construyendo instalaciones conectadas por pasadizos cerrados para que los soldados eviten exponerse a temperaturas extremas de hasta -50°C o se topen de frente con osos polares.
Al principio los osos se acercaban con curiosidad para observar su nuevo entorno, recuerda Evgueni Kaziev, encargado de los sistemas de misiles de defensa costera "Bastion", destinados a defender la isla de los buques.
Cuando los militares ya estaban asentados, los osos "se alejaron de la base y ya no nos molestan", añade.
A falta de un aeródromo para el aterrizaje de aviones, el material para la construcción de la base se descargó en paracaídas. Las condiciones climáticas cambian constantemente, con una temperatura promedio de -15°C.
"Aunque las condiciones afuera son difíciles, nos vestimos con ropa de abrigo y nuestro equipamiento nos permite realizar misiones en el exterior", asegura Rinat Uformanov, subcomandante de la base, ataviado con ropa de camuflaje blanca y gris y shapka (gorro térmico ruso con orejeras).
El ministerio de Defensa ruso, deseoso de atraer a voluntarios para trabajar en una región alejada de todo, ensalza el tipo de vida en la base, con sala de billar y de pimpón, cantina, sauna y gimnasio.
No tienen internet ni red telefónica pero los soldados disponen de agua caliente las 24 horas del día gracias a un sistema de deshielo y de depuración de la nieve, desarrollado especialmente para el Ártico que permite almacenar 20.000 m3 de agua durante el invierno.
El "Trébol del Norte" es la primera base rusa del Ártico a la que tiene acceso la prensa pero existen otras más pequeñas como la que alberga 150 soldados en la Tierra de Francisco José, más al oeste. Fue construida siguiendo el modelo de Kotelny. Y hay más previstas.
En 2017, el ejército ruso aseguró haber descubierto 11 nuevas islas y seis estrechos en el Ártico, un anuncio que reforzó las aspiraciones de Rusia en esta región disputada y rica en recursos naturales todavía poco explotados.
El martes y miércoles próximos se celebrará un foro en San Petersburgo, en presencia del presidente ruso Vladimir Putin y de dirigentes extranjeros, para abordar el desarrollo económico de esta región, en la que se contraponen los intereses de cinco países, entre ellos Rusia y Estados Unidos.
Rusia espera convertirse en la primera potencia económica y militar de la zona aprovechando el cambio climático y el deshielo que deberían abrir nuevas rutas comerciales hacia el Gran Norte.
Moscú apuesta por el Paso del Noreste, que conecta el océano Atlántico con el Pacífico a través del Ártico y simplificará a Rusia el aprovisionamiento en hidrocarburos al sudeste asiático. En septiembre de 2018, un buque portacontenedores rompehielos danés llegó a San Petersburgo tras haber cruzado el Ártico por esta ruta marítima.
Las organizaciones ecologistas están preocupadas por las repercusiones en un ecosistema muy frágil.
En la isla Kotelny, el comandante Vladimir Pasechnik asegura que el ejército se interesa por el tema medioambiental y limpió los restos de la antigua base soviética después de 20 años de abandono.
"Hasta 1993, el carburante se suministraba en barriles metálicos y muchos de ellos se acumularon aquí, generando una amenaza para la ecología de la isla. El comandante tomó la decisión de limpiar estos residuos".

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