BRASILIA.- El presidente brasileño, Jair
Bolsonaro, y su equipo económico prometieron hoy a acabar con el
"dirigismo" que ha pesado en los últimos años en la banca pública, que
tuvo reflejos "perversos" en la economía y llevó el precio del dinero "a
la luna".
El compromiso fue adoptado durante la toma
de posesión de los presidentes de los tres mayores bancos públicos del
país, en la que Bolsonaro reiteró su "desconocimiento" de asuntos
económicos, que en su Gobierno estarán a cargo del ministro de Economía,
Paulo Guedes, quien escogió personalmente a los funcionarios que
asumieron hoy.
"Reconocer el desconocimiento mío en muchas áreas es una
señal de humildad. Tengo certeza de que conozco mucho más de política
que Guedes, pero él conoce mucho más de economía que yo", declaró el
mandatario.
En la ceremonia tomaron posesión los
presidentes de la Caixa Económica Federal, Pedro Guimaraes; del Banco do
Brasil, Rubem Novaes; y del Banco Nacional de Desarrollo Económico y
Social (BNDES), Joaquim Levy, todos alineados con el ideario liberal de
Guedes, economista formado en la Escuela de Chicago.
Entre ellos, el más experimentado en la gestión pública es Levy, quien
fue jefe del Tesoro Nacional en el Gobierno de Luiz Inácio Lula da
Silva; ministro de Hacienda en el de Dilma Rousseff, y ocupó diversos
cargos en el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y
el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Novaes y
Guimaraes proceden del sector privado, al que Guedes reiteró hoy que
pretende liberar de las "amarras" del dirigismo para ampliar los
espacios del sector privado, el que considera debe ser el verdadero
motor del desarrollo económico.
Guedes sostuvo que
las "distorsiones" en la banca pública, que tuvo una extraordinaria
participación en la economía en los últimos años, "desvirtuaron" el
mercado de crédito en el país, afectaron y corrompieron la actividad
económica y llevaron los intereses "a la luna".
De
hecho, en Brasil el precio del dinero es uno de los más altos del mundo,
sobre todo, para la financiación del consumo con tarjetas, que supera
el 300 % anual, en tanto que para los créditos personales puede superar
el 20 % mensual en algunos casos.
Esa "distorsión",
según el ministro, responde a la expansión del sector público en el
mercado de crédito, que fue "estatalizado" con tasas preferenciales no
en favor de la sociedad, sino de "amigos" del sector político.
Según Guedes, el crédito "barato" ofrecido por la banca pública "está
bien cuando es para la casa propia de los más pobres" o "para algunos
subsidios a las clases más bajas, que no están mal".
Sin embargo, apuntó que cuando "el recurso público es transferido a la
corrupción, alianzas políticas o ayuda a empresarios amigos que llegan
cerca del poder, está mal" y se generan en la economía unas
"distorsiones perversas" que acaban pagando toda la sociedad.
Como ejemplo citó al BNDES, una institución de fomento que en los
últimos quince años "recibió unos aumentos de capital para hacer
proyectos extraños, políticos, como fue ayudar a los más fuertes".
Aludió así a importantes empresas brasileñas que, financiadas por esa
institución, desarrollaron grandes obras de infraestructura en Brasil y
en otros países, y acabaron implicadas en los graves asuntos de
corrupción destapados por la llamada operación Lava Jato.
Sostuvo que el mismo "dirigismo" operó en la Caixa Económica y en el
Banco do Brasil, que fueron "víctimas de fraudes y asaltos" que serán
desvelados "una vez que se abran las cajas negras" que, en su opinión,
existen en esas tres instituciones.
Según Guedes, "el
pueblo se cansó de ver ese manejo de la cosa pública que desvirtúa la
máquina de crédito del Estado" y eso se expresó en las urnas en octubre
pasado con la elección de Bolsonaro, capitán de la reserva del Ejército y
líder de una ultraderecha que se posiciona como la mayor fuerza
política del país.
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