PARÍS.- ¿Cuál es la mejor
estrategia de desconfinamiento? Los gobiernos hacen frente a la urgencia
de reactivar la economía y evitar una agravación de la crisis social,
pero también son conscientes de que permitir la circulación del virus
con miras a alcanzar la inmunidad colectiva implica asumir nuevos
muertos.
Siguiendo el ejemplo de China, esta medida fue aplicada
por muchos países de manera estricta (Italia, España, Francia, Reino
Unido...) o más flexible (Alemania, Suiza...)
El confinamiento no
busca extinguir la epidemia sino evitar que el sistema hospitalario, en
especial las unidades de reanimación, se vea desbordado por un flujo
masivo de pacientes.
Desde este punto de vista, el confinamiento funcionó: la mayoría de expertos estiman que se salvaron miles de vidas.
Pero
se tradujo también en una grave recesión económica y en problemas
socio-sanitarios de talla: aumento de las desigualdades, violencia
doméstica, ansiedad, agravación de problemas de salud distintos a la
covid-19... Efectos que también podrían acarrear muertos.
Una
tribuna de tres especialistas publicada en la revista European Journal
of Cancer alertó por ejemplo de un posible "aumento del número de
muertos de cáncer" en los próximos meses.
Sus firmantes estiman
que el confinamiento y la prioridad dada a la covid-19 en los hospitales
están frenando el diagnóstico y los tratamientos.
Además, el
éxito del confinamiento es un arma de doble filo: como se limita la
circulación del virus, se impide alcanzar la inmunidad colectiva que
podría permitir ganar la batalla.
Un estudio del Instituto Pasteur
estima por ejemplo que alrededor de 6% de la población en Francia
podría haberse infectado hasta el 11 de mayo, fecha del inicio de un
desconfinamiento progresivo.
Una cifra muy lejana al "70% de las
personas inmunizadas" que sería necesaria para evitar que la epidemia
volviera a arreciar, dijo el autor principal del estudio, Simon
Cauchemez.
La mayoría de países que prevén levantar el
confinamiento cuentan con empezar progresivamente las próximas semanas,
con el mantenimiento de las medidas de distanciación social.
El
objetivo es tratar de controlar la epidemia con tests masivos y
aislamiento de enfermos y evitar volver al punto de partida, esto es, un
nuevo confinamiento.
La
estrategia de Suecia llama la atención de los expertos: estimando que
los daños serían mayores a los beneficios, el gobierno decidió no
confinar a su población y se limitó a establecer algunas medidas, como
la prohibición de reuniones de más de 50 personas y de visitas en las
residencias de ancianos, así como el cierre de institutos y
universidades.
Por ahora, los muertos no superan los 2.000, una cifra no obstante mayor que las de sus vecinos escandinavos.
El
epidemiólogo sueco Johan Giesecke apoya la visión de las autoridades de
proteger a "los ancianos y a las personas frágiles" y a la vez permitir
que el virus circule entre los más jóvenes, menos expuestos a la
covid-19, para alcanzar la inmunidad colectiva.
En declaraciones
al sitio británico UnHerd, Giesecke estimó además que la comparación del
número de muertos con sus países vecinos debería hacerse "en un año".
"Las diferencias finales entre los países serán pequeñas", puesto que la
covid-19 ataca a personas que de todas formas "habrían muerto en unos
meses" por otros motivos, dijo este epidemiólogo.
El Reino Unido también se mostró favorable a seguir esta estrategia antes de dar un giro de 180º y ordenar el confinamiento.
Varios
países prevén seguir el modelo surcoreano para salir del confinamiento:
tests masivos, cuarentena para los casos positivos y rastreo de quienes
estuvieron en contacto con los enfermos.
Pero esta estrategia requiere recursos: gran cantidad de tests, de mascarillas, aplicaciones digitales, personal...
Y
además no es una garantía a medio plazo: Singapur, que aplicó una
política similar, hace frente hoy a una segunda ola epidémica que le
obligó a decretar esta vez el confinamiento, prolongado el martes hasta
junio.
En los próximos meses, la mejor estrategia podría ser una combinación de todas las anteriores.
Según
un estudio estadounidense publicado en la revista Science, será
necesario alternar periodos de confinamiento y de apertura hasta 2022,
esto es, lo que se puede tardar en hallar un tratamiento eficaz o una
vacuna.
"Durante un largo periodo, probablemente habrá que liberar
un poco, volver a restringir, volver a liberar, restringir", prevé el
doctor Jean-François Delfraissy, presidente del comité científico que
asesora al gobierno francés.
Los periodos de apertura podrían
servir para avanzar hacia la famosa inmunidad colectiva, ajustándolos
entre el objetivo del "65-70% de inmunidad" y el de no saturar los
servicios de reanimación en los hospitales que se da cuando el virus
afecta a alrededor de 10% de la población, explica el
profesor de virología francés Bruno Lina.
"Hay que alcanzar esta
inmunidad", "lo antes posible, pero no demasiado rápido", resume Lina.
Para ello, hay que contar "con los jóvenes adultos hasta 50 años, que
tienen una tasa de casos graves relativamente baja", agrega.
"Si estos se inmunizan, acabarán protegiendo al conjunto de la población", confía Lina.
Sin
embargo, esta inmunidad colectiva depende todavía de una incógnita
determinante: se desconoce hasta qué punto una persona queda inmunizada
tras haber sido contagiada por el coronavirus y durante cuánto tiempo.
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