TORONTO.- La
decisión de la empresa canadiense Bombardier de abandonar la
fabricación de aviones comerciales tras invertir durante años miles de
millones de dólares para convertirse en el tercer fabricante mundial,
causó estupor en los expertos del sector que temen sea el principio del
final de la compañía.
El
pasado jueves, Bombardier, uno de los mayores fabricantes de material
ferroviario y aviones del mundo, anunció que en 2019 perdió 1.607
millones de dólares después de que sus ingresos se redujeran un 3 % para
situarse en 15.757 millones de dólares, con unas pérdidas antes de
intereses e impuestos (EBIT) de 498 millones de dólares.
En
2018, cuando Bombardier tuvo unos beneficios netos de 318 millones de
dólares, las ganancias antes de intereses e impuestos fueron 1.001
millones de dólares.
El
empeoramiento de los resultados financieros no fue una sorpresa. La
compañía ya había advertido en enero que sus resultados no iban a ser
buenos y que estaba buscando fortalecer sus finanzas aunque sin explicar
cómo.
Con
la publicación de los resultados de 2019, Bombardier también reveló su
estrategia para salir a flote: vender su unidad de aviones comerciales,
en el pasado considerada la tabla de salvación de la compañía, a Airbus y
el Gobierno de la provincia canadiense de Quebec para concentrarse en
las unidades de producción de material ferroviario y de aviones de
negocios.
La
operación en realidad supone vender a Airbus y a Quebec el 31 % de
participación de Bombardier en Airbus Canada Limited Partnership (ACLP),
una empresa conjunta formada en 2018 por el fabricante canadiense con
el europeo para salvar el costoso programa de desarrollo de la Serie C
de aviones de Bombardier que ahora se llama Airbus A220.
Una
vez que se materialice la venta, Airbus tendrá un 75 % en ACLP y Quebec
el 25 % restante. A cambio, Bombardier recibirá 600 millones de
dólares.
Pero
lo que es más importante, la compañía canadiense se ahorrará 700
millones de dólares que debía de invertir en ACLP y eliminará unos 2.000
millones de dólares en responsabilidades financieras y compromisos
futuros.
Y
es que el problema de Bombardier es la falta de liquidez: el fabricante
ferroviario y aeronáutico tiene que hacer frente al pago de 9.300
millones de dólares en intereses y las fuentes de dinero se han agotado
por lo que tiene que empezar a vender sus activos.
Marvin
Ryder, profesor asociado en Marketing y Emprendimiento de la
Universidad McMaster de Canadá, explicó que los quebraderos de
cabeza para Bombardier empezaron cuando prestó 9.000 millones de dólares
para sustentar su crecimiento.
"La
compañía podría haber tenido éxito si cada una de sus partes hubiera
ejecutado a la perfección, pero cuando empezaron a aparecer las grietas
operacionales, la compañía fue incapaz de generar el suficiente flujo de
caja para cumplir con las obligaciones de su deuda", declaró Ryder.
"Ahora
que los pedidos empiezan a llegar, no tiene suficiente capital de
operaciones para producir los aviones que está vendiendo", añadió.
Gran
parte de esa deuda es fruto de los 6.000 millones de dólares que
Bombardier arrojó al desarrollo de la Serie C, un avión de fuselaje
estrecho con capacidad para transportar hasta 160 pasajeros, y que en
2018 cedió a Airbus por 1 dólar a cambio del 50,01 % para intentar
salvar el programa.
En
2015, Bombardier ya recibió 1.000 millones de dólares del Gobierno de
Quebec, la compañía emplea casi 13.000 personas en la provincia, y otros
1.500 millones de dólares de un fondo de pensiones de Quebec, para
mantener vivo el desarrollo de la Serie C.
No
es la primera vez que Bombardier se desprende de una parte considerada
central para la empresa. Bombardier fue fundada en 1942 por el mecánico
Joseph-Armand Bombardier como un fabricante de motos de nieve, un
vehículo inventado por el fundador de la compañía.
Pero
en 2003, la empresa vendió la unidad que producía las motos de nieve a
un grupo de inversores entre los que se encentra la familia Bombardier.
Antes
de que Bombardier sorprendiese con el anuncio de su salida del negocio
de aviones comerciales, los expertos consideraban que la empresa estaba
intentando desprenderse en realidad de la unidad de material ferroviario
y que para ello estaba en avanzadas negociaciones con la francesa
Alstom.
De
hecho, medios europeos señalaron la semana pasada que Bombardier
recibiría unos 7.000 millones de euros de Alstom por su unidad de
material ferroviario.
Además,
otros medios señalaron que la estadounidense Textron estaba lista para
comprar la unidad de aviones de negocios por 5.400 millones de dólares.
Pero para Ryder, no está claro cuál es el futuro de Bombardier.
"Si
todas las ventas se materializan, no quedará nada de Bombardier. Todo
será vendido. De momento, parece que las unidades de trenes y aviones
comerciales han sido sacrificadas para que Bombardier se pueda
concentrar en los reactores de negocios", dijo Ryder.
"Pero Bombardier no ha clarificado nada esta semana", añadió el profesor de la Universidad de McMaster.
No hay comentarios:
Publicar un comentario