WASHINGTON.- El Ejército de Estados Unidos ha confirmado que sopesa una reducción de tropas en África y un cambio en la estrategia, que ha pasado de “degradar” a “contener”, a pesar de reconocer la creciente amenaza que suponen los grupos yihadistas en el continente.
En un informe trimestral publicado por primera vez -los cinco
anteriores fueron clasificados-, el inspector general del Departamento
de Defensa, Glenn Fine, ha indicado que el Pentágono “está revisando el despliegue del personal militar estadounidense y los recursos en África” debido a un cambio de objetivos para “hacer frente a las amenazas de Rusia y China“.
Fine, que ha destacado que “no se ha tomado una decisión” sobre el
despliegue y los recursos destinados a operaciones antiterroristas en
África, ha indicado que la amenaza en el continente “sigue siendo
persistente y, en muchos lugares, está aumentando”.
Así, ha subrayado que la amenaza que supone el grupo somalí Al
Shabaab es “alta”, mientras que en el caso de los grupos que operan en
África Occidental y el Sahel han “intensificado” sus ataques contra
objetivos militares y civiles durante el último trimestre.
El Mando África de Estados Unidos (AFRICOM) ha declarado que las amenazas de estos grupos “tienen el potencial de expandirse a través de la región e impactar contra intereses occidentales” de no ser contenida, al tiempo que ha incidido en que “China y Rusia presentan una amenaza de seguridad creciente en el continente”.
En la actualidad, las operaciones de Washington en la región se
dividen en las ejecutadas en África Oriental, con su foco en Al Shabaab
en Somalia -y en menor medida, Kenia- y las de África del Norte y
Occidental -divididas a su vez en Libia y en los escenarios del Sahel y
la cuenca del lago Chad-.
La amenaza en Somalia
La oficina del inspector general ha hecho hincapié en que Al Shabaab
“ha incrementado sus amenazas a las fuerzas e intereses estadounidenses
durante el trimestre” y ha recordado los ataques en septiembre contra la
base militar de Baledogle y en enero contra la base de Manda Bay, en
Kenia, en la que murieron tres estadounidenses.
En este sentido, el comandante del AFRICOM, Stephen Townsend, ha
afirmado que, de todos los grupos extremistas armados del continente, “Al Shabaab es el más peligroso para los intereses estadounidenses en la actualidad“,
si bien la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) ha destacado que
sus ataques en Kenia hasta octubre de 2019 habían descendido un 71 por
ciento respecto al mismo periodo en 2018.
Asimismo, el AFRICOM ha manifestado que, si bien el Ejército somalí
ha logrado “éxitos limitados” frente al grupo yihadista, no ha
conseguido arrebatar el control de ninguna localidad o zona a Al Shabaab
sin apoyo internacional, ya sea de Estados Unidos o de la Misión de la
Unión Africana en Somalia (AMISOM).
Las autoridades del país norteamericano han apuntado que Al Shabaab
sigue trabajando para expulsar a los extranjeros del país y establecer
un califato, antes de agregar que sigue fiel a la guía ideológica de Al
Qaeda, si bien cuenta con independencia financiera.
El AFRICOM cree que Al Shabaab tiene entre 5.000 y 7.000
combatientes, si bien la DIA afirma que la cifra podría ascender a
10.000, mientras que la rama de Estado Islámico en Somalia -escindida de
Al Shabaab- tiene entre 300 y 500 milicianos.
Sin embargo, la amenaza se extiende a otras zonas del continente y Townsend ha argüido que “las redes extremistas violentas se están expandiendo en África a un ritmo rápido“.
Así, ha afirmado que la mayoría de ellas “buscan golpear a Estados
Unidos en la región” y “aspiran a golpear territorio estadounidense”.
Deterioro en Sahel
En el caso de las regiones del Sahel y el lago Chad, donde según la ONU ha habido “un devastador aumento en los ataques terroristas contra objetivos civiles y militares”
en los últimos meses, el informe resalta un incremento del 250 por
ciento de la violencia respecto a 2018 en Burkina Faso, Malí y el oeste
de Níger.
Así, reconoce que los grupos armados que operan “no se encuentran
degradados ni contenidos en el Sahel y la región del lago Chad”, a pesar
de lo cual el AFRICOM ha abogado por pasar de una estrategia de
“degradar” a una de “contener”.
Por contra, las operaciones de estos grupos han aumentado
drásticamente en los últimos meses y se han saldado con la muerte de 230
militares burkineses, malienses y nigerinos durante el último
trimestre, según datos de Washington.
En este sentido, alerta de que los ejércitos nacionales se han visto superados por los yihadistas
en estos ataques y ha resaltado que las acciones del Grupo de Apoyo al
Islam y los Musulmanes (JNIM) y Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS)
han provocado un repliegue de las fuerzas malienses en la frontera con
Burkina Faso y Níger.
La DIA ha resaltado que el JNIM es “el grupo terrorista más activo y
efectivo” en el Sahel, con entre mil y 2.000 combatientes, antes de
agregar que mantiene “una relación cooperativa con ISGS” que se ha visto
dañada últimamente por la cobertura mediática a los ataques de estos
últimos, que llevaron al grupo liderado por Iyad al Ghali a acusar a
Estado Islámico a reclamar falsamente la autoría de atentados.
La conexión con el lago Chad
Además, ha confirmado el incremento de los lazos y las comunicaciones entre ISGS y Estado Islámico en África Occidental (ISWA), ramas del grupo que operan en zonas geográficas diferenciadas.
ISWA, una escisión de Boko Haram en Nigeria, cuenta con 3.500
combatientes en el lago Chad, con una presencia concentrada en el
noreste de Nigeria que ha llevado al Ejército del país a abandonar
puestos en zonas remotas y concentrarse en ‘super campamentos’.
Esta estrategia, que ha rebajado el número de bajas militares, ha
permitido sin embargo a los yihadistas expandirse territorialmente y
aumentar la amenaza que supone para civiles, así como aumentar su
capacidad de movimiento.
Por su parte, Boko Haram -que cuenta con unos 1.500 milicianos- ha aumentado sus atentados en el norte de Camerún, en parte por sus recientes enfrentamientos con ISWA, pese a lo cual “sigue siendo una amenaza en Nigeria”, según el documento.
La amenaza de Rusia y China
Townsend ha dicho que “África ha emergido como un importante espacio
competitivo en la competencia entre grandes potencias”, mientras que la
DIA ha destacado que China ha incrementado la exportación de
armamento en África Oriental y ha intentado reforzar sus lazos políticos
y económicos con los países de África Occidental.
Además, la DIA ha destacado que el aumento de la presencia de Pekín
en la región a nivel de telecomunicaciones podría incrementar sus
operaciones de vigilancia y espionaje contra occidentales y contra el
personal e intereses de los países receptores.
El documento apunta además el incremento de la presencia de Rusia en Libia, a través de mercenarios del Grupo Wagner, y afirma que la amenaza que supone la rama de Estado Islámico en el país ha sido “degradada”.
Así, detalla que Wagner ha incrementado su presencia en Libia durante
el último trimestre con el envío de entre 600 y 1.200 mercenarios
-comparados con los 200 de septiembre- en apoyo al mariscal de campo
Jalifa Haftar, leal a las autoridades en el este del país, en su
ofensiva contra la capital, Trípoli.
En este sentido, Townsend explicó en enero que Moscú busca con ello
“presentarse como un socio alternativo a Occidente” y “aprovechar una
oportunidad para posicionarse en el flanco sur de (los países miembro
de) la OTAN”.
Por último, el AFRICOM ha apuntado que la actividad militar rusa en
el norte de África socava la capacidad de Estados Unidos y sus socios
para mantener relaciones militares con los países de la zona y
permitiría a Moscú coartar la libertad de movimiento en las costas del
Mediterráneo sur.
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