SANTIAGO.- La
mina chilena de cobre El Teniente, la subterránea más grande del mundo,
ha pasado de valerse de burros de carga en sus inicios en 1905 a
camiones volquetas a control remoto en la actualidad, una apuesta por
mantener vivo medio siglo más este descomunal yacimiento en el interior
de la cordillera de Los Andes.
Ha
transcurrido más de un siglo desde que los mineros de pico y pala
comenzaron a perforar los primeros túneles en la roca de la montaña,
ubicada a unos 85 kilómetros al sur de Santiago de Chile.
Desde
entonces la tecnología se ha convertido en un aliado para este
yacimiento, que se encuentra a la cabeza en la minería chilena y del
mundo y es un referente para el resto de faenas del país austral.
El
yacimiento, explotado por la compañía estatal Codelco, es ahora una
industria minera de vanguardia a todos los niveles de producción:
extracción de manera remota desde la ciudad de Rancagua (a 50
kilómetros), el traslado automatizado de materiales, la optimización del
canchado (molienda) del mineral y su fundición.
Una
cadena completa a 3.200 metros de altura en proceso de reinvención para
conseguir mantener el ritmo de producción durante otros 50 años más,
camino a los dos siglos.
El
polvoriento paisaje de colinas escarpadas semidesérticas es sorteado
por una carretera que serpentea entre las quebradas hasta llegar a un
pequeño túnel que da paso a un laberíntico hormiguero oscuro y húmedo en
el que los "viejos" (los trabajadores, en jerga minera) deambulan por
doquier enfundados en sus monos de color naranja.
Unas
4.248 "hormigas obreras" (según datos de Codelco de diciembre de 2018)
que alimentan a este monstruo enterrado al que siguen insuflando vida
para mantener latiendo un corazón de cobre que produjo 465.040 toneladas
métricas de material fino en 2018.
El
mineral forma parte de una veta que empezó a explotarse en un mismo
nivel desde hace 115 años y ya cuenta con más de 3.000 kilómetros de
galerías subterráneas, más o menos el equivalente al ancho de Australia o
a la distancia más corta que separa las costas de Sudamérica y de
África a través del océano Atlántico.
De
la mano de la tecnología moderna, Codelco proyecta obtener nuevos
beneficios de 1.000 millones de dólares en excedentes adicionales por
año a partir de 2021, lo que se traduce en 200 millones de dólares más
por año.
El
Teniente tiene además dos ambiciosos proyectos en proceso, en dos
nuevos niveles inferiores al actual, a 1.900 y 1.700 metros,
respectivamente, sobre el nivel mar, pero 400 metros por debajo de la
actual explotación.
Unos
túneles en los que cada día mineros como Cristian Díaz, operador de
mina, transitarán y trabajarán en un renovado y laberíntico ambiente
laboral que extiende sus tentáculos bajo Los Andes.
"Se
ha modernizado bastante, crece a un nivel superrápido. La tecnología ha
ayudado a que cada vez sea más rápido el avance y el desarrollo en
todos los sentidos", explicó Díaz, quien lleva 15 años trabajando
en las entrañas de El Teniente.
La
innovación y la tecnología permitirá a Codelco comenzar a explotar el
primero de esos nuevos niveles en 2023 y el más profundo con la llegada
de 2024.
Una
apuesta doblada en favor de la mina subterránea más grande del mundo
para obtener en los próximos cinco años un promedio de excedentes de
1.300 millones de dólares al año gracias a la capacidad del yacimiento
de adelantarse y adaptarse con el paso del tiempo.
"Es
una experiencia única. Es impresionante trabajar en una mina tan
grande. Uno en el día no alcanza a recorrer ni un tercio de la mina. Ha
crecido mucho más. Nos faltarían días para recorrer entera esta mina
(...) Es impresionante lo que ha crecido, la cantidad de gente que ha
trabajado durante todos los años. Es un orgullo trabajar en la mina más
grande del mundo", dijo Díaz.
Como
referente de los cientos de minas del país austral, El Teniente es el
orgullo de la industria y, además de ser la más grande de su clase a
nivel mundial, también es la más antigua del país.
La
tradición y la innovación se funden en esos túneles húmedos y
encharcados, flanqueados por una maraña de cables que va creciendo a
medida que se acerca a la salida a la superficie, como una enredadera
que se eleva entre el resto de vegetación en busca de los rayos del sol.
Evelyn
Jiménez, jefa de construcción del proyecto "Diamante", una de las
nuevas áreas de explotación en el futuro nivel intermedio, destacó que
la incorporación de la tecnología permitió aumentar la productividad en
medio del "desafío" que supone trabajar en minería subterránea.
"Ha
ido avanzando la incorporación de la tecnología y de la mujer. Eso ha
ido suavizando el ambiente y ha ido aumentando también la creatividad y
ha ido cambiando la cultura del minero", destacó la ingeniera de
Minas.
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