BOGOTÁ.- El
cannabis medicinal se abre paso en Colombia, en donde comienza a
superar épocas en que el cultivo de la planta estuvo asociado a la
violencia para convertirse en una ambiciosa industria exportadora en un
mercado que está en pleno crecimiento en el mundo.
La
naciente agroindustria comenzó a tomar fuerza en el país a partir de
2016, cuando se promulgó una ley que permite el cultivo, la fabricación
de insumos y los productos demandados en la industria farmacéutica, así
como en sectores de la industria de los cosméticos y de las fibras
textiles, entre otros.
A
partir de esas regulaciones, la nueva industria del cannabis medicinal
de Colombia quiere posicionar su producto en la legalidad y desmarcarse
del término marihuana, asociado a violencia, tráfico ilegal y la
clandestinidad.
Las
cifras de este mercado son optimistas toda vez que un estudio de
Euromonitor International del año pasado indicó que el mercado legal de
cannabis del mundo, estimado en 12.000 millones de dólares en 2018,
llegará a 166.000 millones de dólares en 2025.
Un
estudio de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo
(Fedesarrollo), entidad privada sin ánimo de lucro, señala que Colombia
tiene potencial para desarrollar cultivos de cannabis y conquistar
mercados internacionales con sus productos.
Los
resultados del estudio destacan las ventajas competitivas que favorecen
la producción en Colombia, más allá de las condiciones climáticas o de
luminosidad favorables, como son el acceso a recursos productivos, a la
provisión de servicios e infraestructura, a los proveedores de insumos
especializados y a la mano de obra barata.
El
negocio es tan llamativo que en Colombia hay más de 60 empresas
autorizadas para funcionar en el país y el Ministerio de Justicia otorgó
el año pasado 543 licencias a compañías que solicitaron permisos para
cultivos de cannabis psicoactivo (138), no psicoactivo (323), y semillas
(82).
En
la población de Tocancipá, cercana a Bogotá, están los cultivos de
Pideka-Ikänik Farms, una compañía que ha invertido cerca de 30 millones
de dólares para darle vida al proyecto que tiene en Colombia, dijo
su director de operaciones, Borja Sanz de Madrid.
"Lo
particular de nuestros cultivos (de cannabis) es que son 'indoor' (bajo
techo) en donde se controla absolutamente todo el crecimiento de la
planta", afirmó y detalló que eso les permitió lograr una flor de
cannabis de uso farmacéutico, la primera de esas características en
Latinoamérica.
La
importancia de ese logro es que los productos obtenidos a partir de
esta flor pueden ser comercializados en la industria farmacéutica en
Europa porque tienen certificaciones internacionales que la respaldan
por las buenas prácticas agrícolas que incluyen la no utilización de
pesticidas.
A
partir de procesos industriales la compañía está en capacidad de
producir un aceite que la industria conoce como "extracto" y que los
compradores pagan en el mercado de hoy a 30.000 dólares por litro.
El
ejecutivo explica que esperan que en los próximos años puedan procesar
hasta 5.000 litros de extracto que pueden rendir más en el negocio, dado
que de esta materia prima pueden fabricarse otros productos como
parches e inhaladores que tienen diferentes usos.
Al
menos unas 30 empresas que tienen cultivos de cannabis en el país se
agremiaron en la Asociación Colombiana de Industria de Cannabis
(Asocolcanna), que las representa ante el Gobierno colombiano.
El
presidente de Asocolcanna, Rodrigo Arcila González, dijo que el
estudio de caracterización de los cultivos de marihuana en el país
permitió establecer que están en 15 de los 32 departamentos pero que los
más tecnificados se localizan en Cundinamarca, Boyacá, Antioquia,
Valle, Valle del Cauca, Meta, Santander, Pereira y Risaralda.
Destaca
que la industria es una fuente de empleo y que cada hectárea genera en
promedio 17 puestos de trabajo directos, sin contar con el personal
administrativo y científico.
La
mayoría de las empresas que hacen grandes inversiones tienen como meta
final exportar el "extracto" y productos para la salud, aunque otras
tienen su nicho de negocio en sectores como cosmética.
Frente
a la posibilidad de que el cannabis desplace a otros cultivos, la
Subdirección de Control y Fiscalización de Sustancias Químicas y
Estupefacientes del Ministerio de Justicia, dijo a Efe que "lo que se ha
observado a la fecha es que esas siembras son complementarias de otras,
que no desplazan sino que se adicionan".
"Asimismo
se ha evidenciado que el cultivo de plantas de cannabis ha servido como
mecanismo de sustitución de cultivos ilícitos", resaltó.
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