DAVOS.- Frente a las toneladas de
plástico desechable que usan los hoteles cada año, el CO2 que emiten
los aviones o la masificación en Barcelona, el Everest o el Machu
Picchu, la industria del turismo prometió este semana en el foro de
Davos ser más "sostenible" aunque advirtió que alguien tendrá que pagar
el coste.
"Si queremos tener una industria más sostenible, como
todo el mundo parece querer aquí en Davos, ¿cómo hacerlo sin limitar
nuestro crecimiento? No podemos tener las dos cosas a la vez", advirtió
Carsten Spohr, el presidente de Lufthansa, en una de las sesiones del
Foro Económico de Davos (WEF), donde este año la cuestión climática ha
sido protagonista.
La aviación está en el punto de mira de la lucha contra el
cambio climático por sus emisiones de CO2 (alrededor de un 2,8% del
total mundial), como demuestra la decisión altamente simbólica de la
activista sueca Greta Thunberg de no viajar nunca en avión, ni siquiera
para cruzar el océano.
Sin embargo Spohr dijo que "no quiere ser
el chico malo de la globalización" y recordó que otras industrias, como
la del 'streaming', suponen un nivel de emisiones comparable al del
transporte aéreo. Además, según él, los clientes todavía no están
dispuestos a pagar más para viajar por ejemplo en un avión con
biocombustible, una opción que ya están ofreciendo algunas compañías.
Las
cifras son espectaculares: según las previsiones que maneja el sector,
en 2030 se llevarán a cabo en el planeta 1.800 millones de viajes
internacionales, el doble que hace 20 años. Y eso sin contar los viajes
domésticos, que siguen aumentando.
El
impacto medioambiental del turismo tiene otras caras, como el uso el
plástico desechable, que la Unión Europea decidió prohibir pero que se
usa en muchos lugares del planeta.
"Ninguno de nosotros tiene su
mejor comportamiento cuando está en una habitación de hotel", reconoció
Arne Sorenson, el presidente de Marriott International —-un gigante de
la hostelería mundial con presencia en más de 130 países-— para explicar
que no es fácil cambiar las costumbres de los clientes, tampoco en
materia ecológica, cuando están de vacaciones.
En los últimos años
se han hecho esfuerzos para limitar por ejemplo la cantidad de ropa y
toallas que se lavan en los hoteles o el uso del agua, pero el plástico
sigue siendo un problema.
Sorenson explicó que su grupo dejará de
regalar las pequeñas botellas de plástico con champú y productos
similares que hasta hora ponía en la habitaciones y que en el caso de
Marriott, representan la impresionante cifra de 500 millones de frascos
al año.
Otro de los grandes problemas del sector es la masificación.
"A
muchos de nuestros clientes no les importaría cambiar su destino por
otro más sostenible pero no tienen información. Es algo que podría
ayudar a luchar contra la masificación", dijo Gillian Tans, la
presidenta de Booking.com, una de las principales plataformas de
reservas de alojamientos turísticos del mundo.
Un ejemplo es la
ciudad española de Barcelona, convertida en símbolo internacional de la
masificación y cuyas autoridades luchan tanto contra los hoteles
tradicionales como contra la plataforma Airbnb.
"Si yo soy el
responsable de Barcelona y los habitantes se sienten invadidos por los
turistas quizás diré 'No más permisos para hoteles'. Como compañía de
hoteles no nos gusta pero tenemos que respetarlo", afirma Sorenson.
Frente
a la masificación, el turismo regional podría ser una alternativa,
porque evita recorrer largas distancias y, en las zonas en desarrollo,
puede ser un motor económico.
"Tenemos que cambiar nuestra
mentalidad, dejar de vender constantemente nuevas experiencias
turísticas, fomentar un enfoque regional", dijo Reem Fadda, responsable
de cultura y Turismo en Abu Dabi, que promueve un turismo cultural en
contacto con la población local.
En América Latina, Costa Rica se
ha convertido en un modelo a seguir para equilibrar el turismo y su
impacto en el medioambiente.
"Hay que crecer, sí, pero bajo otros
parámetros. Costa Rica te lo demuestra todos los días. Cuando el turismo
arrasa, los pueblos indígenas acaban siendo los sirvientes de los
hoteles. ¿Es eso lo que queremos?", se pregunta Alicia Bárcena,
responsable de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal).
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