LISBOA.- Los contratos de vivienda vitalicios,
una suerte de alquiler de por vida, son una realidad en Portugal
desde este mes cuando entró en vigor el decreto–ley aprobado por el
Gobierno luso hace casi un año.
El decreto–ley, que
reconoce el denominado Derecho Real de Vivienda Duradera, fue publicado
este mes en el Diario de la República. La norma reconoce el derecho a
residir de forma vitalicia en una vivienda ajena a través de la firma
de un contrato entre el propietario y el inquilino, con el pago de un
depósito inicial de entre el 10% y el 20% del valor de la casa, así como
de una prestación mensual.
Esta prestación será actualizada según la inflación y el
inquilino es la única de las dos partes que tiene capacidad de romper el
contrato. En ese caso, podrá recuperar total o parcialmente el depósito
inicial en función del tiempo que haya pasado desde que se firmó el
contrato. Si el inquilino no lo rompe antes, el contrato cesará en el
momento de su muerte, sin que haya transmisión a sus descendientes.
El
régimen, que "ni es un alquiler ni se trata de tener propiedad sobre la
propia casa", según matizó el Gobierno socialista cuando fue aprobado,
busca crear una solución estable para las familias y ofrecer a los
propietarios un aumento del capital disponible sin necesidad de
desprenderse de sus inmuebles.
El decreto-ley fue
aprobado por el Ejecutivo en febrero de 2019 y promulgado por el
presidente luso, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, el pasado 3 de
enero, cuando le dio luz verde a pesar de sus "dudas" sobre el éxito de
la medida.
El régimen de contratos vitalicios forma
parte de un paquete de medidas impulsado el año pasado por el Gobierno
para abordar el problema de la vivienda en Portugal, donde se ha
producido un enorme incremento de los precios y de los alquileres que ha
llevado además a un proceso de gentrificación en las grandes ciudades.
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