LAGOS.- Las aguas de la laguna, a
la entrada del puerto de Lagos, la capital económica de Nigeria, suelen
estar llenas de pequeños barcos pesqueros. Ahora reina la calma. La
Marina ha desalojado por la fuerza a decenas de miles de habitantes en
pocas semanas.
El ejército los acusa de participar en la
extracción ilegal de petróleo de los oleoductos, pero los habitantes y
las asociaciones de derechos humanos afirman que el objetivo de estas
operaciones es la incautación ilegal de terrenos edificables en una
ciudad de 20 millones de habitantes con un desmesurado crecimiento
demográfico.
En Ilashe, detrás de las mansiones de millonarios
nigerianos y de ricos expatriados que han permanecido intactas, se
elevan montones de escombros.
En Snake Island, una pequeña
comunidad de pescadores que con los años y el éxodo rural se ha
convertido en un inmenso barrio de chabolas, hay barcos de motor
abandonados pese a que su coste a menudo representa el sacrificio de
toda una vida.
A unos kilómetros de distancia, Bahía de Tarkwa se
ha convertido en un pueblo fantasma. Las casas de ladrillo esperan a
las excavadoras mientras un puñado de habitantes duerme en la playa.
"Me siento muy desamparado. No sé qué hacer", repite una y otra vez un padre sentado en un colchón, en medio de un embarcadero.
La
semana pasada, la pequeña comunidad acogía a cientos de bañistas y
surfistas. Y el martes llegaron los soldados y dieron una mañana a los
habitantes de Bahía de Tarkwa para recoger sus enseres.
El motivo esgrimido por
el ejército nigeriano para la "evacuación" de decenas de miles de
personas es que participan directa o indirectamente (comprando o
evitando denunciar a los culpables) en la extracción ilegal de petróleo
en los oleoductos que bordean la laguna.
Entre Ilashe y Bahía de
Tarkwa, a lo largo del oleoducto que suministra gasolina a todo el oeste
de Nigeria, los paisajes son desoladores y desprenden un fuerte olor a
gasolina.
Las pocas palmeras que están en pie no son más que
troncos. Las capas freáticas están muy contaminadas. El suelo está
cubierto de agujeros, desde donde mana el líquido irisado.
El
número impresionante de instalaciones, su proximidad a las viviendas y a
los puestos de la marina nigeriana dan testimonio de la total impunidad
con la que estos "ladrones de gasolina" han llevado a cabo su actividad
durante años.
"Estos vándalos se estaban volviendo más viciosos y
sofisticados día tras día", explica a la prensa el almirante Oladele
Daji, durante una visita para justificar el desalojo de las comunidades.
"Lo que ven allí es un crimen organizado internacional",
sostiene. "Estos no son pescadores que viven aquí, no son agricultores.
Son criminales, saboteadores de la economía nigeriana".
"Son tierras de gran
valor inmobiliario", afirma Megan Chapman, de una asociación
nigeriana de defensa de los barrios marginales y asentamientos
informales.
Lagos ha ganado un millón de habitantes anual en los últimos diez años. El precio del metro cuadrado se ha disparado.
Según un representante del ministerio de Urbanización del
estado de Lagos, que no quiere que se mencione su nombre en la prensa,
Bahía de Tarkwa se convertirá en "un lugar turístico tan bello como Eko
Atlantic": una isla artificial de 10 kilómetros financiada con dinero
público y privado. Y eso que está vacío y cuenta con apenas tres
rascacielos.
"Ahora todos sueñan con su pequeño Dubái", lamenta
Muhamed Zanna, un habitante de Bahía de Tarkwa, delante de su casa que
se dispone a abandonar.
El hombre se echa a llorar. "Ahora ¿qué van a hacer nuestros hijos? Es una bomba de relojería".
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