PANAMÁ.- El
31 de diciembre de 1999 Panamá asumió el control del Canal que
construyó y administró EE.UU. desde su inauguración 1914. El gran reto,
superado ya en esta nueva etapa que conmemora 20 años de su inicio, fue
la ampliación de la ruta por la que pasa el 6% del comercio mundial,
mientras que el agua para su operación supone el nuevo desafío.
"Los
panameños nos dimos cuenta rápidamente, apenas lo recibimos, de que el
futuro del Canal dependía de que barcos más grandes atravesasen" la
ruta, de 82 kilómetros y que une el Pacífico y el Atlántico, dijo el expresidente panameño (1978-1982) y actual ministro de Asuntos del
Canal, Arístides Royo.
Así,
"a los siete años de haber recibido el Canal ya se estaban iniciando
los trabajos de la ampliación. Eso, yo diría, ha salvado al Canal" y
contribuido a que sea "un buen negocio", añadió Royo.
En
abril de 2006 la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá
(ACP) presentó al entonces presidente panameño Martín Torrijos
(2004-2009) la propuesta de la primera y hasta ahora única ampliación de
la vía interoceánica.
Dos meses después, en junio de 2006, el Gobierno la aprobó, y en octubre de ese año fue refrendada en una consulta popular.
Impulsar
el ensanche del Canal no fue fácil, dijo Jorge Quijano,
administrador de la ACP desde 2012 hasta septiembre pasado, cuando
entregó el testigo a Ricaurte Vásquez, exministro de Economía y Finanzas
y quien fue exsubadministrador del Canal a inicios de la década de
2000.
"Nosotros
no éramos Estados Unidos, que podía hacer una obra de 5.000 o 6.000
millones de dólares sin ningún tipo de problema. Tuvimos que ir a
levantar dinero allá afuera, con el único aval de la buena voluntad y el
buen trabajo que habíamos hecho" desde el año 2000, dijo Quijano,
ingeniero con 40 años de experiencia en la ACP.
La
ampliación era un proyecto "muy complejo, ni siquiera los americanos
(estadounidenses) la llevaron a cabo durante su época. Trataron en 1939
pero por la II Guerra Mundial se tuvieron que retirar; siguieron
estudios para un canal a nivel de 1966 a 1969, pero abortaron todo
debido a que estaban en medio de la negociación de los Tratados" para
reversión de la vía a Panamá, recordó Quijano.
Las
negociaciones que llevaron a los Tratados conocidos como
Torrijos-Carter comenzaron a perfilarse luego de que Panamá rechazara un
acuerdo alcanzado en 1967 sobre tres proyectos de pactos (tratado del
Canal de Panamá, tratado de defensa del Canal de Panamá y su Neutralidad
y tratado sobre el Canal a nivel del Mar).
Los Tratados Torrijos-Carter se firmaron en Washington el 7 de septiembre de 1977 y entraron en vigor el 1 de octubre de 1979.
En
septiembre de 2007 comenzaron las obras de la ampliación, cuyo
principal proyecto, las nuevas esclusas de Cocoli (Pacífico) y Agua
Clara (Atlántico), construyó el consorcio GUPC, liderado por la española
Sacyr e integrado además por la italiana Impregilo, la belga Jan de Nul
y la panameña CUSA.
Este
nuevo tercer carril, que permite el paso barcos neopanamax, con el
triple de capacidad de cargo de los panamax que surcan la vía
centenaria, fue inaugurado el 26 de junio de 2016, dos años después de
lo previsto y en medio de reclamos económicos del GUPC que siguen
resolviéndose en tribunales internacionales.
"La
fase más dificultosa que pasé en esos 7 años como administrador fue
concluir la ampliación. Tuvimos un paro por el contratista, hubo varios
paros por los sindicatos de la construcción. En la medida que estábamos
atendiendo a nuestros clientes estábamos haciendo el programa de
construcción más grande que se ha llevado a cabo en Panamá hasta la
fecha", valoró Quijano.
El
ensanche ha funcionado exitosamente y ha permitido multiplicar los
aportes del Canal al fisco panameño: "En el primer año de administración
panameña, en el 2000, aportamos 167 millones de dólares. Este año
fiscal que cerramos el 30 septiembre aportamos 1.786 millones de
dólares, casi 11 veces más", recalco Quijano.
"El
cambio climático en el Canal de Panamá está ampliamente evidenciado" y
afecta la disponibilidad del agua, recalcó en octubre el administrador
Vásquez, al anunciar que se estudia la opción de desalinizar porque da
"sostenibilidad a largo plazo y control" sobre el recurso, indispensable
para el funcionamiento de la vía.
El
Canal de Panamá se alimenta de los lagos artificiales Gatún y Alajuela,
pero esa agua también abastece al área metropolitana de la Ciudad de
Panamá, es decir, a cerca de millón y medio de personas.
"Tenemos
en esencia 106 años usando agua del lago Gatún (1913), y otros 84 años
usando agua del lago de Alajuela (1935), y ya hemos llegado a su máxima
presión", recordó Quijano.
El
ministro Royo recalcó que este año hubo que "reducir la carga de
tonelaje" de los buques en "tres ocasiones", debido a que el Canal no
contaba con el nivel óptimo de agua a causa del déficit de lluvias, que
ha estado un 27 % por debajo del promedio histórico en la cuenca de la
vía de acuerdo con datos de la ACP.
Además
de la "desalinización de parte del agua que procedería del Atlántico, y
una toma auxiliar de agua de la represa que nutre la hidroeléctrica del
Bayano, en el futuro habrá que pensar en otras soluciones, porque no
sabemos cómo será el cambio climáticos", aseveró el ministro de
Asuntos del Canal.
Y
agregó que otros retos que enfrenta la vía son las "guerras comerciales
entre Estados Unidos y China, las crisis que hay a veces en la
navegación", y la competencia del Canal de Suez.
El
Canal de Panamá "con muchos ingenieros y sus 9.550 trabajadores "está
preparado para asumir los retos que se vayan presentando", aseguró.
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