LA PAZ.- La dimisión este domingo del presidente Evo Morales, tras tres
semanas de protestas contra su polémica reelección y después de perder
el apoyo de las Fuerzas Armadas, dio pie a festejos en las calles y a la
detención de altos funcionarios electorales, sin que se sepa todavía
quién tomará las riendas del país.
"Renuncio a mi cargo de
presidente para que (Carlos) Mesa y (Luis Fernando) Camacho no sigan
persiguiendo a dirigentes sociales", dijo Morales por la televisión
desde Cochabamba (centro), mencionando a los líderes opositores que
convocaron las protestas acusándole de fraude electoral en los comicios
del 20 de octubre.
El que fue primer
presidente indígena de Bolivia, forjado políticamente como sindicalista
cocalero, se fue defendiendo su legado que, según él, trajo progreso
económico y social a una de las tres naciones más pobres de América
Latina.
"Estamos dejando a Bolivia con muchas conquistas sociales", dijo en su mensaje de renuncia el mandatario de 60 años.
Morales dijo que no abandonaría su país, pero México se
ofreció a recibirle "de conformidad a su tradición de asilo", escribió
su canciller Marcelo Ebrard, que habló de "20 personalidades del
Ejecutivo y legislativo de Bolivia" refugiadas en la legación mexicana
en la capital boliviana.
El presidente de la Cámara de Diputados,
Víctor Borda, y el ministro de Minería, César Navarro, fueron algunos de
los dirigentes que dimitieron durante la jornada después de que sus
casas fueran atacadas por opositores.
La salida de Morales
precedió a las primeras detenciones de miembros del organismo electoral
que certificó su cuestionada victoria en la primera vuelta de las
elecciones del 20 de octubre.
El candidato opositor y expresidente Carlos Mesa dijo que los bolivianos habían "dado una lección al mundo".
La plaza Murillo, de La
Paz, donde se encuentra el Palacio Quemado, la vieja casa de gobierno,
quedó atestada de gente que celebraba con lágrimas en los ojos la
renuncia de Morales, presidente de Bolivia durante casi 14 años, un
récord nacional de permanencia en el poder.
"Este sonso, que no
sabe pensar, se ha ido por la ventana; qué bien, estamos felices", dijo a la comerciante Reggina Sojas, de 61 años, en El Prado, la
principal avenida de La Paz.
Mientras, un grupo intentaba arriar la "whipala", el
símbolo ajedrezado de las culturas indígenas, que la policía procedió a
retirar de los principales edificios públicos, entre ellos, el Palacio
Legislativo, el Tribunal Electoral y el Comando General de la Policía.
Poco
antes, el líder cívico derechista que comandó la rebelión popular, Luis
Fernando Camacho, cumplió su promesa de entrar al Palacio Quemado con
una carta de renuncia de Morales en una mano y una Biblia en la otra.
Bolivia vive ahora mismo
un vacío de poder, por la renuncia de todas las autoridades que formaban
la cadena de sucesión constitucional.
La Constitución boliviana
establece que la sucesión recae inicialmente en el vicepresidente, luego
en el titular del Senado y después en el titular de Diputados, pero
todos ellos renunciaron con Morales.
Morales enfrentó este domingo una avalancha de renuncias
de altos funcionarios, en algunos casos después de que les quemaran sus
casas, y la presión decisiva de los militares y la policía, que pidieron
su dimisión.
"Pedimos al presidente del Estado que renuncie a su
mandato presidencial permitiendo la pacificación y el mantenimiento de
la estabilidad, por el bien de nuestra Bolivia", dijo el comandante en
jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, el general Williams Kaliman
Williams ante la prensa.
Dos
de los principales aliados ideológicos de Morales en Latinoamérica,
Cuba y Venezuela, tildaron de "golpe de Estado" los acontecimientos del
domingo.
"Condenamos categóricamente el golpe de Estado consumado
contra el hermano presidente @evoespueblo", escribió en Twitter el
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
Los resultados de una
auditoría de la Organización de los Estados Americanos (OEA) difundidos
este domingo, en los que se hablaba de "serias irregularidades" en las
elecciones, desencadenaron los acontecimientos que llevaron a la
renuncia de Morales, que antes ofreció celebrar de nuevo elecciones sin
aplacar la ira de la oposición.
Tras la renuncia del mandatario,
la policía detuvo a la presidenta del Tribunal Electoral de Bolivia
(TSE) y a otros responsables electorales por orden de la fiscalía, que
investiga las irregularidades en las últimas elecciones.
"Queremos
anunciar que, gracias a un trabajo minucioso de la policía boliviana,
se ha logrado la aprehensión de la presidenta del Tribunal Supremo
Electoral, María Eugenia Choque", dijo en rueda de prensa el comandante
general de la policía, Vladimir Yuri Calderón.
El general Calderón
dijo que también fue detenido este domingo Antonio Costas, quien era
vicepresidente del TSE, encargado del sistema informático y quien
renunció dos días después de las cuestionadas elecciones del 20 de
octubre.
Costas
dimitió en desacuerdo con la decisión de suspender, el día de las
elecciones, un sistema de conteo rápido de votos durante 20 horas.
Cuando se llevaba escrutado más del 80% de los votos por este sistema,
los resultados perfilaban una segunda vuelta entre Morales y el
expresidente Carlos Mesa, pero cuando se reanudó el recuento, este
mostró un cambio de tendencia hacia la reelección en primera vuelta.
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