DETROIT.- Las
acusaciones de corrupción contra la cúpula dirigente del sindicato
United Auto Workers (UAW), mayoritario en el sector del automóvil en
Estados Unidos, han sacudido a la organización en un momento crítico en
el que negocia convenios colectivos con los Tres Grandes de Detroit.
Los
trabajadores de los principales centros de producción de Ford en
Estados Unidos empezarán a votar el lunes para aprobar o rechazar el
acuerdo negociado en los últimos días entre la empresa y el sindicato
para la firma de un nuevo convenio colectivo.
El
acuerdo, que establece aumentos salariales, bonificaciones e
inversiones de Ford en EE.UU., sigue las líneas generales del convenio
colectivo ratificado el pasado 25 de octubre por los trabajadores de
General Motors (GM) tras 50 días en huelga, la más larga en el principal
fabricante estadounidense de automóviles en 50 años.
Una
vez que el nuevo convenio colectivo, con una duración de cuatro años,
sea ratificado, los negociadores de UAW empezarán las conversaciones con
los directivos de Fiat Chrysler (FCA) para llegar a un acuerdo similar
que regule las relaciones de la empresa ítalo-estadounidense con sus
trabajadores.
Esta
estrategia de primero negociar el convenio colectivo de uno de los
llamados Tres Grandes de Detroit para que sirva de modelo a las
conversaciones con las otras dos empresas, se sigue a rajatabla desde
hace décadas en el todopoderoso sindicato UAW, el mayoritario en el
sector del automóvil de Estados Unidos.
Pero
este año, las negociaciones con los Tres Grandes se producen cuando la
cúpula directiva de UAW está sacudida por acusaciones de corrupción que
han obligado a su presidente, Gary Jones, a pedir una excedencia
mientras que otros directivos del sindicato han sido imputados por las
autoridades federales.
Tras
una investigación que dura ya más de un año, el Departamento de
Justicia de Estados Unidos ha imputado a Vance Pearson, un alto
dirigente del sindicato, de apropiación de dinero, asociación ilícita y
lavado de dinero.
Según
las autoridades estadounidenses, Pearson acordó con otros dirigentes
del sindicato apropiarse de dinero que debería haber sido destinado a
realizar cursos y talleres de capacitación para los afiliados a UAW,
para costear gastos personales.
El
pasado miércoles se supo que el antiguo vicepresidente de UAW y
exmiembro del consejo de administración de GM, Joe Ashton, está imputado
por conspiración para cometer fraude y lavado de dinero.
Ashton dejó UAW en 2014 y en 2017 abandonó el consejo de administración de GM.
Y
a principios de noviembre, Edward Robinson, asistente personal del
presidente de UAW, fue imputado por su implicación en un fraude para
hacerse con más de 1,5 millones de dólares de cuotas de los afiliados al
sindicato.
Jones
dejó la presidencia de UAW el 2 de noviembre, tras conocerse la
acusación contra Robinson.
Aunque Jones no ha sido formalmente imputado,
su hogar fue registrado en agosto de este año por el FBI y la
investigación apunta a que participó con Robinson en la apropiación de
700.000 dólares de cuotas de los afiliados al sindicato.
El
líder de la UAW dijo en un comunicado que había decidido abandonar su
cargo para que su situación no afectase al sindicato cuando "está
peleando con uñas y dientes para asegurar que sus afiliados tengan un
mejor futuro", una referencia a las negociaciones de los convenios
colectivos con General Motors, Ford y Fiat Chrysler.
Por
su parte, el nuevo presidente en funciones de UAW, Rory Gamble,
reconoció que los presuntos delitos cometidos por la dirección del
sindicato "han desencantado y provocado el enfado de muchos" y añadió
que no excusará o tolerará "acciones inapropiadas".
En
los últimos días, Gamble ha declarado a los medios de comunicación que
investigará para asegurar que el sindicato está limpio. Pero muchos
afiliados a UAW han empezado a cuestionar en voz alta la confianza que
les inspira el sindicato, lo que puede afectar la aprobación de los
acuerdos con los Tres Grandes de Detroit.
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