BAGDAD.- Irak volvió a vivir una
jornada de protestas sangrienta el viernes, con miles de manifestantes
en las principales ciudades del país reclamando reformas económicas y el
fin de la corrupción, un movimiento cuya represión ha causado más de 60
muertos en cuatro días.
Los enfrentamientos entre las fuerzas
antidisturbios y los manifestantes se intensificaron y la principal
autoridad chiita del país tomó partido por los participantes en las
marchas.
En tanto, se habrían registrado más de 1.600 personas heridas en los disturbios.
La
policía acusó a grupos de "francotiradores no identificados" de
disparar en las protestas en la capital. Dos civiles y dos miembros de
las fuerzas de seguridad murieron a causa de esos disparos, según el
comunicado oficial.
Pese al bloqueo de internet, los iraquíes
volvieron el viernes a echarse a la calle, especialmente en Bagdad, en
la plaza Tahrir.
En un barrio residencial cercano a la plaza
Tahrir, la mayoría de los comercios y de las gasolineras cerraron. Los
clientes se abalanzaban sobre los pocos abiertos, cuyos precios se
triplicaron debido al cierre de las carreteras que van a Bagdad.
Al
caer la noche, los tiroteos eran incesantes.Varias personas cayeron heridas de bala, sobre
todo en el vientre y la cabeza.
El movimiento, inédito
por su carácter espontáneo en un país donde las movilizaciones suelen
ser partidistas u obedecen a razones tribales o religiosas, es una
prueba de fuego para el gobierno de Adel Abdel Mahdi, que asumió el
poder hace apenas un año y que pidió paciencia.
Las protestas, que
comenzaron el martes, se intensificaron desde que el jueves por la
noche el jefe del Gobierno pidió tiempo para que mejoren las condiciones
de vida de los 40 millones de habitantes del país, que no hace ni dos
años que dejó atrás casi cuatro décadas de guerra y escasez crónica de
electricidad y agua potable.
Los manifestantes están hartos de unos servicios públicos
insuficientes, del paro, que afecta a uno de cada cuatro jóvenes y,
sobre todo, de la corrupción, que en los últimos 16 años consumió una
cantidad equivalente a cuatro veces el presupuesto del Estado.
"El
gobierno debe cambiar su manera de afrontar los problemas del país",
criticó el ayatolá Ali Sistani, máxima autoridad de los chiitas
iraquíes, en un sermón leído por uno de sus asistentes en la mezquita de
Kerbala, al sur de Bagdad.
El Ejecutivo "debe mejorar los
servicios públicos, suministrar empleos a los que no los tienen, evitar
el clientelismo en el sector público y terminar con la corrupción",
agregó.
En 2014, con la fetua, el
ayatolá movilizó a decenas de miles de combatientes contra los
yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
El influyente líder
chiita Moqtada Sadr se sumó este viernes a las críticas en una carta en
la que pide la dimisión del gobierno y elecciones anticipadas bajo la
supervisión de la ONU "para evitar más derramamiento de sangre".
Internet está cortado desde el miércoles por la noche y un
cordón de policías y militares custodia permanentemente un perímetro de
entre dos y tres kilómetros en torno a la plaza Tahrir.
Las
autoridades denunciaron la presencia de "saboteadores" entre los
manifestantes, pero Amnistía Internacional instó a Bagdad a "ordenarle
inmediatamente a las fuerzas de seguridad que dejen de utilizar una
fuerza particularmente letal, excesiva" y a restablecer la conexión a
internet.
Por su parte, la Alta Comisionada de la ONU para los
Derechos Humanos, exigió una investigación "rápida" y "transparente"
sobre los muertos en las manifestaciones.
El
movimiento de protesta, que nació en Bagdad, alcanzó las provincias de
Nayaf, Misan, Zi Qar, Wassit, Diwaniya, Babilonia y Basora, mientras que
en el Kurdistán, autónomo, y en las regiones al norte y al oeste de
Bagdad, principalmente sunitas y devastadas tras años de guerra contra
el EI, reina la calma.
El primer ministro iraquí ordenó el
levantamiento el sábado a las 05:00 (02:00 GMT) del toque de queda en
Bagdad, pero continuará en vigor en otras regiones del sur del país.
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