domingo, 20 de octubre de 2019

Evo Morales se enfrenta a la reelección con más dudas que nunca

LA PAZ.- Alrededor de siete millones de personas acuden a las urnas en Bolivia para decidir si revalidan por un mandato más al presidente Evo Morales, que Gobierna desde 2006, o si dan un giro al país, apostando por el candidato opositor y exmandatario Carlos Mesa (2003-2005).

“Estamos acá con un proyecto político de liberación”, señaló Morales, de 59 años, durante su cierre de campaña en la ciudad de El Alto, pidiendo a los bolivianos “cinco años más” de Gobierno para que el país siga “creciendo económicamente”.
Las finanzas continúan siendo la principal fuente de popularidad de Morales, a pesar del desgaste sufrido por su Gobierno recientemente, después de casi 14 años en el poder.
Bolivia ha crecido a ese tiempo a un ritmo del 4,6 por ciento medio anual, reduciendo la pobreza, que afectaba al 60 por ciento de la población al inicio de su mandato, y ahora aflige al 35 por ciento de los ciudadanos.
“Morales nacionalizó los hidrocarburos en 2006, y eso permitió la entrada de mayores recursos fiscales al Estado. En un contexto alto del predio de materias primas, permitieron además una inversión pública sin precedentes en la historia boliviana”, comenta el politólogo Mario Torrico, analista boliviano de la FLACSO de México.
Otro de sus principales apoyos es el voto campesino. Morales, de etnia aymara, y primer presidente indígena de la historia del país, ha realizado fuertes inversiones en el campo, mejorando el acceso de las comunidades agua, electricidad y educación.
Sin embargo la popularidad del presidente ha ido en descenso desde hace tres años.
El principal punto de inflexión fue un referéndum celebrado el 21 de febrero de 2016. Morales preguntó a los bolivianos si querían modificar la Constitución para permitir la reelección por más de dos periodos consecutivos, y habilitar así su nueva postulación presidencial.
No obtuvo el resultado esperado. Los ciudadanos rechazaron, por un estrecho margen, la modificación de la Carta Magna, pero Morales acudió al Tribunal Constitucional, considerado como parcializado por la oposición, aludiendo que impedir su candidatura violaba sus Derechos Humanos.
La Corte le dio la razón, y habilitó su postulación, confirmada después por el Tribunal Electoral (TE), generando fuertes protestas y un evidente bajón en su popularidad.
“Esto cae muy mal en la gran mayoría de la población boliviana, ya que se percibe que el voto soberano no es respetado y que los signos de autoritarismo son cada vez más fuertes”, comenta el analista político Jorge Dulon.
“Es la gota que rebasa el vaso y hace que el Movimiento al Socialismo de Morales pierda la mitad de su militancia fiel, de su voto duro. Hoy cuenta con una base de solamente el 30 por ciento o el 35 por ciento. Por eso, después de casi 14 años, su reelección se pone en duda”, añade Dulon.
La candidatura de Morales se ha visto afectada también por los recientes incendios en el Amazonas boliviano, que han devastado más de cuatro millones de hectáreas, según la Fundación de Amigos de la Naturaleza (FAN).
Los opositores consideran a Morales como el causante de los fuegos, especialmente tras la modificación de un decreto, el pasado julio, que acabó autorizando el desmonte de tierras en los departamentos afectados.
Morales necesita, según la ley boliviana, reunir más del 40 por ciento de los votos, además de sacar al menos 10 puntos a su rival, para evitar la segunda vuelta.
Los sondeos arrojan resultados dispares. El líder aymara sí logra alcanzar los requisitos para renovar mandato, este mismo 20 de octubre, en varias encuestas, pero al menos cinco sondeos publicados recientemente muestran a Mesa en crecimiento, con entre el 26 y el 28 por ciento de los votos, y al presidente en descenso, con entre el 33 y el 39 por ciento de los votos, cifras que supondrían la celebración de una muy incierta segunda vuelta.

Oposición dividida

Pero la oposición tiene también sus propios problemas. El mayor de ellos es la división existente en sus filas. Carlos Mesa no ha logrado aglutinar el apoyo de los contrarios a Morales hasta que los sondeos le han posicionado como el único capaz de lograr forzar la celebración de una segunda vuelta electoral.
“En la oposición prima el interés caudillista antes que la convergencia programática“, apunta Ludwig Valverde, presidente del Colegio de Politólogos de La Paz.
A Mesa, que mantuvo una popularidad superior al 60 por ciento en su anterior mandato, aunque dimitió por no tener apoyo parlamentario, y tras el surgimiento de nuevas protestas, lideradas por Morales, le critican desde su propio bando por su moderación y por su reticencia a modificar radicalmente la política económica del país.
“Mesa sí observa, en cambio, las deficiencias que hubo en las gestiones de Evo en 14 años tales como corrupción, narcotráfico, contrabando, cooptación de instituciones del Estado, ineficiencia en el manejo de la cosa pública y el derroche de los recursos”, comenta el analista Dulon.
El candidato también ha recibido duras críticas del oficialismo. El entorno de Morales le acusa de ser cómplice de la fuerte represión contra las protestas de octubre de 2003, surgidas en reclamo de la nacionalización de los hidrocarburos, que dejó al menos 60 muertos en la ciudad de El Alto.
Mesa era entonces vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada (2002-2003), que dimitió por esas mismas protestas.
El ahora candidato rechaza las acusaciones. Argumenta que retiró su apoyo a su líder cuando se conoció una de las mayores masacres de aquellos días, previa advertencia de que los muertos “lo iban a enterrar”, y recuerda también que renunció ante protestas similares, en 2005, para evitar muertes.
El candidato opositor, un prolífico escritor, autor de más de una veintena de obras, algunas de ellas de referencia académica, ha logrado aglutinar el voto de descontento contra Morales, apoyado en el buen recuerdo que dejó en parte de la población su gestión presidencial, en la que optó por celebrar un referéndum sobre los hidrocarburos que abrió la puerta a la estatización de los recursos.

Segunda vuelta

El presidente Evo Morales lideraba el conteo en las elecciones presidenciales de este domingo en Bolivia con el 45,28% de los votos, seguido por el exgobernante opositor Carlos Mesa, con el 38,16%, lo que vislumbra una segunda vuelta por primera vez en la historia del país.
En un escenario de polarización, el balotaje quedaría convertido en una suerte de referéndum para Morales sobre sus casi 14 años de gobierno, según deslizó Mesa, quien habló de un "triunfo incuestionable" su pase a segunda vuelta.
Por su lado Morales también reivindicó su victoria en las urnas, sin referirse a una próxima contienda electoral en diciembre de este año.
"El pueblo boliviano se ha impuesto para continuar con el proceso de cambio [política oficialista]", dijo el mandatario en la casona presidencial en la Plaza de Armas, en La Paz, donde destacó su nuevo triunfo de votos.
Según la ley boliviana, un candidato gana en primera vuelta si supera el 50% más uno de los votos u obtiene el 40%, con 10 puntos de diferencia sobre el segundo.
Mesa, en horas previas, afirmó que "a partir de este momento, Bolivia tendrá que escoger entre dos opciones para la presidencia del país (..), el país conoce perfectamente cuál es el camino de la construcción democrática".
"Esa será una elección en la que se juega el destino de Bolivia", señaló Mesa, tras conocerse el 84% de actas escrutadas, entregadas por la presidenta del Tribunal Supremo Electoral (TSE), María Eugenia Choque.
"Si hay una segunda vuelta se transforma en referéndum", dijo Gaspard Estrada, especialista en América Latina de la escuela de Ciencias Políticas de París.
A pesar de la polarización, la jornada electoral concluyó en calma en estos reñidos comicios en los que los bolivianos estaban llamados a definir si prolongaban hasta 2025 el mandato de Evo Morales, en el poder desde 2006, u optaban por cambiar a su primer presidente indígena de izquierda.
Mesa había expresado sus temores de fraude. "No confío en la transparencia del proceso" electoral, afirmó después de sufragar, acusando al TSE de ser "un brazo operativo del gobierno". "Nuestra desconfianza es muy alta".
"Necesitamos conseguir que haya cambio. Creo que cualquier partido, por más bueno que sea, al igual que en cualquier sociedad, si se mantiene por mucho tiempo, se corrompe y eso sucede en nuestro caso", dijo Tania Villaroel López, estudiante de ingeniería industrial de 22 años.
Por otro lado, Milton Quispe, estudiante de 30 años, dijo que votaría a "Evo porque se ha ocupado de los pobres. Él ha sabido darnos dignidad", apuntó.
Morales, que ha ganado todas sus elecciones anteriores sin necesidad de balotaje, venía precedido de sus logros sociales y económicos.
Pero también estaba salpicado por escándalos de corrupción y acusaciones de tomar una deriva autoritaria, y por primera vez no estaba cantada una victoria abrumadora suya en primera vuelta.
La decisión de Morales de postularse para un cuarto mandato ha sido fuertemente criticada y en febrero de 2016 los bolivianos la rechazaron en un referéndum. Sin embargo, un año después esa decisión fue anulada por una polémica sentencia de la Corte Constitucional.
Tanto los militantes del partido oficialista MAS de Morales como de la oposición, algunos de cuyos sectores han llamado a la "rebelión", habían prometido salir a la calle en caso de victoria del lado opuesto, aunque existía calma en la mayoría de las ciudades del país.
Morales hizo campaña sobre su éxito económico, al mantener un alto crecimiento, una fuerte reducción de la pobreza y un nivel récord de reservas internacionales, que convirtió a Bolivia en uno de los países con la mejor tasa de crecimiento de la región.
Pero los enormes incendios que devastaron un área casi del tamaño de Suiza en agosto y septiembre provocaron la indignación de los pueblos indígenas que acusan a Morales de haber sacrificado la Pachamama (Madre Tierra en quechua), para extender la frontera agrícola y aumentar la producción de carne destinada a China.
Además de presidente y vicepresidente, los 7,3 millones de electores eligieron a 166 parlamentarios.

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