BUENOS AIRES.- Gran parte de Argentina se hace históricamente la misma
pregunta: "¿A cuánto está hoy el dólar?". La respuesta es capaz de hacer
temblar al país entero, azotado por repetidas crisis que han tenido a
esa divisa como protagonista y la han metido en un particular círculo
vicioso económico y cultural que parece no tener fin.
Como el tango, el fútbol y el asado, el dólar se ha ganado a pulso,
década tras década, un puesto en el podio de tradiciones de la sociedad
argentina, obsesionada con una moneda que no es la suya pero que la ha
adoptado como el mejor instrumento para conservar sus ahorros y huir del
siempre endeble y devaluado peso.
Si la moneda estadounidense se revaloriza, y más si lo
hace de forma abrupta, en Argentina pasan básicamente dos cosas:
mientras la economía nacional, sustentada en pesos, se debilita y la
inflación sube, los dólares de quienes pueden ahorrar se mantienen a
salvo.
"Es aversión al peso, no queremos tener pesos
en el bolsillo", cuenta uno de los tantos argentinos que recorren la
llamada 'city' de Buenos Aires, sector del centro de la capital donde se
concentran la mayoría de bancos y casas de cambio.
A
las 10 de la mañana, cuando esos establecimientos levantan la persiana,
y sobre todo en tiempos de recesión como el actual, la incertidumbre
inunda al país durante las cinco horas de actividad de los mercados,
tiempo en el que, en días críticos, pueden llegar a producirse bruscos
bandazos en el tipo de cambio.
Hasta los canales de
televisión colocan en lugar preferente en las pantallas una ventanita
para seguir en vivo la evolución cambiaria.
"En
Argentina, saber la cotización del dólar de cuatro años atrás puede ser
una pregunta que te permita ganar un concurso en TV", relata la
socióloga Mariana Luzzi, quien junto a su colega Ariel Wilkis ha
estudiado en profundidad el comportamiento "pasional y nacional" de los
argentinos con la divisa norteamericana.
En el libro
"El dólar. Historia de una moneda argentina (1930-2019)", los
investigadores hacen un intenso repaso a las circunstancias que
convirtieron a esa divisa en "inseparable" del país sudamericano, donde
multitud de canciones, obras de teatro, libros y películas han
evidenciado también esa presencia desde las primeras décadas del siglo
XX.
Tampoco faltan expresiones populares y un
extenso vocabulario temático: "dólar blue" es aquel que se vende y se
compra en el mercado negro; se conoce por "arbolitos" a quienes
comercian ilegalmente con divisas en plena calle y son "cuevas" los
locales escondidos destinados al mismo fin.
El origen
de esta conflictiva historia de amor argentina con el dólar se remonta a
1931, año en el que el Gobierno de José Félix Uriburu impuso los
primeros controles de cambios para contrarrestar el impacto de la crisis
mundial de finales de la década anterior, cuando la exportación de
carnes y granos dejó de ser suficiente para obtener las divisas
necesarias para el funcionamiento de la economía.
"Esta naturalización que tenemos hoy en la economía argentina de la
moneda norteamericana es el resultado de un proceso de muy lenta
maduración, a lo largo de muchos años. Al calor de muchas crisis fueron
acumulándose capas que llevaron a que el dolar este tan presente en la
vida cotidiana", subraya Luzzi.
Las idas y vueltas
financieras han llevado a los sucesivos Gobiernos democráticos y
dictatoriales a tomar medidas que no han logrado mantener una divisa
local fuerte. Desde 1881, cuando se creó el "peso moneda nacional", en
el país han regido, devaluación tras devaluación, el peso ley (1970), el
peso argentino (1983), el austral (1985) y, tras el mayor ciclo de
hiperinflación de la historia reciente nacional, de nuevo el peso.
El "plan mágico" más recordado para estabilizar la moneda y aplacar el
consecuente aumento de precios llegó en 1991, cuando el entonces
ministro de Economía Domingo Cavallo anunció la Ley de Convertibilidad,
que durante una década equiparó el valor del peso con el del dólar: la
fórmula conocida como el "uno a uno".
La inflación
quedó controlada, pero la bomba de ese artificial sistema no tardó en
explotar. Con el "corralito" bancario de la crisis del 2001, que
limitaba la extracción de dinero de los bancos, el país dio carpetazo a
la convertibilidad y recuperó un peso independiente que sucesivos
presidentes trataron de controlar a golpe de restricciones o "cepos".
La última vez hace apenas unos días, cuando el presidente Mauricio
Macri, en medio de un nuevo caos financiero, se vio obligado a imponer
medidas para evitar la constante fuga de capitales .
Quienes frecuentan la 'city' lo tienen claro: "La gente trata de
protegerse con una moneda con la que sabe que después de la crisis va a
tener más poder adquisitivo", afirma Santiago. Por su parte, Norma,
además de culpar a los "malos gobiernos" y a la sociedad por elegirlos,
añade otra teoría.
"El argentino no es nacionalista",
concluye a la hora de explicar la pasión por el dólar, en un momento
crucial en el que todo un país espera nuevas ideas que permitan dar un
vuelco a la difícil relación de todo un país con el dinero.
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