NUEVA YORK.-
La crisis del COVID-19 y su amenaza de recesión global han arrastrado a
Wall Street a su peor semana desde 2008, con ventas de pánico que han
provocado pérdidas acumuladas del 17 % en su principal indicador, el Dow
Jones de Industriales, y una volatilidad que se ha extendido a los
mercados de bonos del Tesoro o el petróleo, pese a los esfuerzos de las
autoridades de EE.UU. por proteger la economía.
La
plaza estadounidense sufrió la tercera peor jornada de su historia este
pasado "lunes negro", cuando el Dow Jones cayó como no lo había hecho
desde 1987, casi un 13 % o 3.000 puntos, aunque en las siguientes
sesiones el indicador se ha montado en una montaña rusa cuyas fuertes
subidas y bajadas le han permitido recuperar algo de terreno.
Finalmente,
el Dow ha quedado por debajo de la barrera de los 20.000 puntos,
borrando todas las ganancias que el presidente Donald Trump solía
utilizar como barómetro de su presidencia desde que entró en la Casa
Blanca.
Los
datos acumulados de los últimos cinco días en la Bolsa de Nueva York
son en sí un balance de daños: el principal indicador de Wall Street ha
perdido un 17,30 % de su valor, el selectivo S&P 500 un 14,98 % y el
Nasdaq un 12,64 %.
Todo
ello es resultado del aumento de casos de coronavirus en Estados
Unidos, ya más de 16.000, y la redistribución del brote desde China a
Europa, lo que está interrumpiendo la cadena de suministro global y ha
llevado a los bancos centrales a coordinarse y realizar acciones
drásticas para inyectar dólares en los sistemas financieros.
"La
situación ha progresado rápidamente más allá de un 'shock' de demanda o
un 'shock' de oferta, es una interrupción sin precedentes y una
reorganización de la vida económica. Aún hay pocas pistas sobre la
profundidad de la caída en el consumo, pero los datos serán inauditos.
Las solicitudes de desempleo se contarán por millones la próxima
semana", explicaron en una nota analistas de Wells Fargo.
La
Reserva Federal ha recortado los tipos de interés al rango del 0 % al
0,25 % y anunciado un alivio cuantitativo de 700.000 millones de dólares
para asegurar el flujo de dinero hacia los hogares y negocios, entre
otras medidas.
Y
mientras en EE.UU. se debate un paquete de estímulo fiscal de casi un
billón de dólares propuesto por el Gobierno de Donald Trump, las
autoridades de estados altamente poblados como California y Nueva York
han ordenado a sus negocios no esenciales cerrar las puertas y a sus
residentes a mantenerse en casa para evitar la propagación del patógeno.
La
volatilidad, medida por el índice Vix, se disparó esta semana en torno
al 15 % y tocó un máximo no visto desde la última crisis financiera,
coincidiendo con las ventas de pánico no solo de acciones, también de
activos seguros como la deuda pública o el oro, en una búsqueda
frenética de liquidez por parte de los inversores.
En
ese sentido, se vio un alza en el rendimiento del bono del Tesoro a 10
años, que había ya tocado recientemente mínimos nunca vistos, y un
descenso en el precio del oro, movimientos que sorprendieron hasta al
economista y premio Nobel Paul Krugman.
Por
su parte, el petróleo intermedio de Texas se ha hundido un 29 %
acumulado esta semana, hasta 23,53 dólares el barril, debido la fuerte
caída de la demanda por la interrupción de actividades económicas y el
aumento del suministro de Arabia Saudí.
Los
analistas de la firma Charles Schwab indicaron en una nota que la
próxima semana "será interesante ver si las medidas extraordinarias
tomadas para ayudar a la economía y los mercados financieros, y las
informaciones sobre los estímulos fiscales que están en camino, podrán
ayudar a calmar los miedos de los inversores".
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