LISBOA.- La eutanasia empieza este jueves a abrirse camino en Portugal con
la aprobación en el Parlamento de cinco proyectos de ley sobre la
despenalización de la "muerte asistida", un asunto que divide a la
sociedad y cuyos detractores piden que se dirima en un gran referendo
nacional.
El hemiciclo, que vetó otras propuestas para despenalizar la eutanasia en 2018, dio este jueves luz verde al quinteto de nuevas iniciativas, presentadas por el gobernante Partido Socialista, el marxista Bloco de Esquerda, la fuerza animalista PAN y la ecologista PEV, además de Iniciativa Liberal.
Los textos pasarán ahora a las comisiones competentes, donde serán estudiados en profundidad
y eventualmente modificados, antes de volver al pleno para una segunda y
definitiva votación que carece de fecha, pero que se prevé para dentro
de varias semanas.
En su
origen, las cinco propuestas son muy similares: el solicitante deberá
ser mayor de edad, sin problemas mentales, y estar en situación de
sufrimiento "duradero e insoportable" con enfermedad o lesión incurable y
fatal.
Además, habrá que confirmar varias veces su voluntad, pasando por un comité de expertos,
y los médicos y enfermeros podrán argumentar objeción de conciencia
para no aplicarla e inmediatamente remitir al paciente a profesionales
que sí lleven a cabo esta práctica.
Se pretende así acabar con las actuales penas de entre uno y ocho años de cárcel
que se aplican en Portugal a quienes ayuden a una persona a morir,
dependiendo de cómo se tipifique: homicidio privilegiado, homicidio a
petición de la víctima o crimen de incitación o auxilio al suicidio.
La
votación de este jueves, una de las más esperadas de la legislatura que
arrancó a finales de octubre, ha estado precedida de una enorme tensión por la división que la eutanasia genera en la sociedad portuguesa.
Según
un estudio del Instituto de Ciencias Sociales del Instituto
Universitario de Lisboa divulgado este jueves, un 43% está a favor de la
legalización de la eutanasia, frente a un 28% que se opone y un 22% que
no tiene una opinión consolidada al respecto.
En este contexto, medio millar de personas se manifestaron a las puertas del Parlamento en Lisboa para exigir un referendo sobre la "muerte asistida", argumento usado por los opositores a la medida tras constatar que había en el hemiciclo una mayoría favorable al cambio.
Entre
pancartas con frases como 'Con la eutanasia no es una persona quien
muere, sino toda la sociedad', y cánticos de 'Toda vida tiene dignidad',
los asistentes, en su mayoría jóvenes, mostraron su desacuerdo y sacaron tarjetas rojas ante el edificio.
"Venimos
a mostrar una tarjeta roja a este Parlamento que está votando una ley,
proyectos de eutanasia, después de que en las elecciones de octubre no
fue un tema, no se habló de eutanasia, no estaba en los programas
electorales", dijo António Saldanha, de 19 años, que
considera la votación ilegítima.
Una opinión compartida por Fátima Vilaça, de 55 años, que cuestiona la finalidad de la despenalización. "A los portugueses nos gusta la familia,
nos importan los nuestros, los vecinos, los amigos, y estamos queriendo
vender una ley de la eutanasia con una capa de compasión, pero la
eutanasia no tiene nada de compasión porque el día en que matemos por
compasión, estamos matando la compasión", aseguró.
Son
argumentos que se repitieron en el debate en el hemiciclo, a pesar de
las reiteradas intervenciones de partidos a favor, que esgrimieron que
la eutanasia es una medida voluntaria y que "amplía libertades", según el líder del animalista PAN, André Silva.
"El miedo no nos puede talar la valentía e
impedirnos avanzar en el dominio de la consagración de derechos",
afirmó ante una cámara revolucionada con la intervención del
ultraderechista André Ventura, del partido Chega, quien citó a Adolf
Hitler.
La eutanasia "tuvo como su gran impulsor a Adolf Hitler,
quien firmó en 1939 un decreto que despenalizó la eutanasia en
Alemania", según Ventura, lo que generó murmullos entre los diputados y
el gallinero, abarrotado por decenas de ciudadanos. Especialmente
llamativa fue la posición del Partido Comunista Portugués, que votó en contra
porque "un país no puede crear instrumentos legales para ayudar a morir
cuando no garantiza medios para ayudar a vivir", argumento que se ganó
el aplauso cerrado de la bancada del democristiano CDS.
Apenas
una prueba de que las sorpresas se sucedían hasta culminar en el líder
del conservador PSD (principal partido de la oposición), el siempre
moderado Rui Rio, quien este jueves se desmarcó y aprovechó la libertad de voto de la formación para apoyar la despenalización de la eutanasia.
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