WASHINGTON/RIAD/FRÁNCFORT.- En los días posteriores a la identificación del coronavirus en China el
31 de diciembre, los bancos centrales mundiales recurrieron a la
experiencia del pasado en busca de un reconfortante análisis inicial. Y recordaron que la epidemia de SARS en 2003 nació y murió con un bajo impacto económico. Semanas después, esta evaluación fue un rotundo fracaso.
Una
enfermedad que ha afectado a alrededor de 75.000 personas en China y
que prácticamente ha paralizado la economía del gigante asiático sigue
propagándose más allá de su epicentro. El último golpe a las esperanzas
de una contención de éxitosa se produjo el jueves cuando los casos
confirmados en Corea del Sur superaron los 100 y se registró la primera
muerte.
Las calles de la cuarta ciudad más grande del país quedaron
desiertas, con sus residentes refugiados en el interior de sus casas.
Ahora,
cuando los responsables de las finanzas del G20 se reúnan el fin de
semana en Riad, lo harán tras haber intensificado tanto su preocupación
como su análisis de las consecuencias económicas del brote.
Esto
ha implicado la vigilancia de variables como la demanda de carbón y de
los viajes domésticos en China en busca de cualquier evidencia de que la
segunda economía mundial está volviendo a la normalidad.
Se están
observando también los recuentos de infecciones fuera de China,
considerado como el mejor indicador de que el virus esté siendo
contenido.
En Japón, sus responsables están midiendo factores
como las calles vacías del distrito comercial de Ginza y las
cancelaciones de aviones y cruceros, tratando de ponderar si el rebote
económico con el que contaban para este año terminará esfumándose.
En
EEUU, los representantes de la Reserva Federal están examinando los
contactos comerciales locales y escuchando a unos empresarios
sorprendidos por las vulnerabilidades de sus redes de suministro.
Las empresas “tienen cadenas de suministro que están íntimamente
involucradas en China a veces en formas que no conocían”, dijo el
presidente de la Fed de Richmond, Thomas Barkin, en una entrevista el
miércoles, recordando una conversación con un fabricante de productos
médicos que “tenía un proveedor que tenía un proveedor que tenía una
parte en China”.
Dada
la naturaleza evolutiva e impredecible de cualquier brote viral, los
analistas no tienen una forma probada y verdadera de modelizar el
evento.
Pero los responsables económicos y los analistas dicen
que esto está muy claro: cuanto más hablan con la gente, más entienden
el profundo papel de China en las cadenas de suministro mundiales. Esto
significa que cuanto más tiempo permanezca el brote sin contenerse,
mayor será la probabilidad de que se convierta en un problema sistémico.
Barkin dijo que entre las incógnitas se encuentran la situación
de los inventarios de las empresas antes de que China comenzara a
establecer cuarentenas y cerrar negocios para detener la propagación del
virus, o la flexibilidad de las empresas para buscar proveedores
alternativos. Estos son temas que no están capturados en ningún modelo
económico en particular, lo que complica el análisis de bancos centrales
de todo el mundo.
Los expertos pronostican escenarios que
apuntan a un impacto limitado, principalmente una caída del crecimiento
de China en el primer trimestre.
Pero también han esbozado una posible
contracción de la economía mundial o, en el peor de los casos, una
recesión en Europa y en Estados Unidos a medida que la demanda mundial
disminuye.
Ese no es el escenario central de la Reserva Federal,
el Banco Central Europeo o el Banco de Japón, que aún no han impulsado
la adopción de medidas o recortes de los tipos de interés para
neutralizar un impacto económico no deseado. Pero los responsables de
política monetaria reconocen que se están moviendo un poco a ciegas.
“Mi
lectura es que si todo se acelera en las próximas semanas será un
pequeño bache que no supondrá un problema. Si dura meses, entonces
tienes un impacto más significativo en probablemente el 10 o 15% de la
economía”, que dependerá de los proveedores chinos o de las
exportaciones al país, dijo Barkin.
Evaluaciones que también tienen un fundamento temporal han surgido en
Europa y Japón, donde los estrechos lazos económicos de ese país con
China tienen a sus responsables particularmente cautelosos.
“El
panorama ha cambiado completamente desde antes del brote”, dijo un alto
cargo del Banco de Japón que no estaba autorizado para hablar
públicamente sobre el asunto.
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