CALAIS.- Los
pescadores viven con preocupación las negociaciones que se abren este
viernes entre el Reino Unido y la Unión Europea y temen convertirse en
la moneda de cambio de los acuerdos al ser la pesca uno de los puntos
donde los británicos tienen un mayor control.
En
las localidades que bordean el Canal de la Mancha, en la llamada Costa
de Ópalo, el sector de la pesca ve amenazado su futuro, y no son los
únicos. La preocupación de los países europeos que intervienen en aguas
inglesas, como España, Dinamarca, Alemania, Bélgica y Holanda, ha puesto
la pesca como una de las principales cuestiones de discusión en la
agenda del Brexit.
De
hecho, junto a la seguridad y el comercio, la pesca es uno de los
principales protagonistas de las conversaciones que arrancan ahora entre
la UE y el Reino Unido.
UN NUEVO PACTO
Aunque
el período de transición se extiende hasta el 31 de diciembre, Londres y
Bruselas se han comprometido a alcanzar un acuerdo en materia de pesca
antes del 1 de julio para sustituir la Política Pesquera Común (PPC) que
la isla abandona al dejar el bloque comunitario.
El nuevo acuerdo deberá regular el acceso de los pescadores europeos a las aguas británicas y fijar los límites de capturas.
"Somos
el primer foco de pesca en Francia y el más cercano a Inglaterra. El
Brexit concierne al total de nuestra flota, que trabaja en aguas
británicas", explica el pescador y miembro del Comité Regional de
Pesca de Boulogne, Eric Gosselin.
Gosselin
señala que el colectivo está preocupado por la presión que ha puesto en
este punto el primer ministro británico, Boris Johnson, por ser uno de
los únicos puntos en los que tiene mayor control.
Un
tercio de las capturas que realizan los países que intervienen en aguas
británicas proviene de ellas, mientras que dos tercios de las
exportaciones pesqueras del Reino Unido tienen como destino el mercado
europeo, según la EUFA, Alianza Pesquera Europea.
Entre
2012 y 2016, la flota europea capturó 760.000 toneladas de pescado en
aguas británicas, mientras que los buques del Reino Unido pescaron
90.000 toneladas en el conjunto de las aguas comunitarias.
"La
bahía del Támesis y las costas de Kent son zonas de pesca históricas
para nosotros, si mañana nos dicen que se ha acabado nuestro futuro va a
ser muy muy complicado", asegura Gosselin.
COOPERACIÓN REGIONAL
Los
departamentos franceses de Pas-de-Calais y Nord lanzarán el próximo 5
de febrero junto a los gobiernos regionales de Kent, Flandes Occidental y
la provincia holandesa de Zelanda la Comisión del Estrecho, un grupo
regional que espera que sus necesidades y vínculos históricos sean
tenidos en cuenta en las negociaciones.
"No
tenemos garantías de cómo será tratada esta cuestión o si las
negociaciones dejarán menos posibilidades a los pescadores franceses.
Vamos a necesitar influir ante los Gobiernos centrales y Bruselas y
negociar directamente para no dejar en manos ajenas decisiones que nos
impactarán", señala la vicepresidenta del departamento Pas-de-Calais y
responsable de esta comisión, Mireille Hingrez-Cereda.
Según
Hingrez-Cereda, fue el propio condado de Kent el que mostró el interés
en establecer puentes alternativos a pequeña escala.
Además
del paso fronterizo de Calais y toda la logística que pasa por esta
localidad, temen que el refuerzo de los controles aduaneros cree
embotellamientos a ambos lados de la frontera y pierdan negocios que
alimentan a sus respectivas regiones.
"Gran
parte de la transformación del pescado británico se hace en
Boulogne-sur-Mer. Los británicos saben que es una plataforma eficaz y no
quieren perderla y nosotros queremos continuar con ella. Hay que
encontrar la forma", ejemplifica la vicepresidenta.
COHABITAR EN EL MAR
Pescador
e hijo y nieto de pescadores, Gosselin cree que al final habrá un
acuerdo y no teme que los tiempos en los que su abuelo era arrestado por
la Marina británica se repitan.
Cree
que Reino Unido deberá también ceder para no perder, por ejemplo, la
captura de vieiras en la que intervienen barcos de toda Gran Bretaña en
aguas francesas, donde ya ha habido atisbos de un conflicto importante.
"Hay
contenido para negociar. Inglaterra exporta el 85 % de su producción
pesquera y tienen barcos enormes que operan en Francia para recoger
vieiras que después transforman en grandes fábricas de su país. No les
interesará quedarse sin ese negocio", estima.
La
preocupación entre los pescadores que representa, dice, es que no todos
los países comunitarios dependen de las aguas británicas y que, en caso
de un pacto desfavorable, los que sí lo hacen acaben sirviéndose
únicamente de las aguas francesas. Eso, asegura, sería el fin.
Confían
en que la UE dirija las negociaciones como hasta ahora y se mantenga
firme, pero desconfían de las crisis que vienen de los políticos del
Reino Unido.
"El
hecho de que la pesca se discuta en primer lugar puede ser bueno,
porque acabaría con la incertidumbre rápido, pero también negativo si
deciden usarnos como moneda de cambio para el resto de cuestiones en las
que también tropiezan", añade.
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