PEKÍN.- La inactividad y la incertidumbre dan estos días a China un extraño
aire sonámbulo. Apenas circulan vehículos o pasea gente por las calles.
Más de 46 millones de personas están bloqueadas por cuarentena. Muchos
transportes, suspendidos. Las clases en los centros de enseñanza,
canceladas hasta nueva orden. Los comercios, cerrados. El coronavirus de Wuhan,
que ya ha matado a 132 personas e infectado a más de 6.000, amenaza con
dejar, al menos a corto plazo, profundos efectos en la economía del
país, que ya afrontaba su menor crecimiento en décadas, el 6,1%.
Según ha apuntado el economista Zhang Ming, de la Academia China de Ciencias Sociales -el principal think tank estatal chino-, en declaraciones que recoge la revista Caijing,
el crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año podría
reducirse en un punto porcentual y situarse en el 5% o incluso menos,
debido al parón a causa del virus.
Estos días, las ciudades chinas parecen enormes desiertos. Cines,
museos, y atracciones turísticas han cancelado sus operaciones. La
mayoría de las tiendas continúan cerradas; las que han abierto -con los
dependientes bien cubiertos por una mascarilla-, apenas registran
actividad, excepto las que venden comestibles.
Muchos restaurantes no se
han molestado en reabrir pese a que, en condiciones normales, estos
serían días de hacer caja: ahora el público evita los lugares
concurridos. En el núcleo industrial de Suzhou, las fábricas tienen
prohibido reabrir hasta el 8 de febrero. En Shanghái, las empresas no
retomarán su actividad al menos hasta el 9.
Junto al consumo, el sector más afectado por las medidas de contención ha sido el transporte.
Al bloqueo de buena parte de Hubei, la provincia donde se encuentra
Wuhan -el foco de la infección-, se suma la recomendación de evitar los
desplazamientos en la medida de lo posible.
Los aeropuertos, en la que
debía ser su época de mayor actividad del año, están semivacíos. Se han
paralizado rutas de autobús de larga distancia y de tren de alta
velocidad. Los viajes al exterior con touroperadores se han suspendido.
Según los datos oficiales del Gobierno, el transporte ha caído con
respecto a las fechas de Año Nuevo lunar de 2019 en un 28,8%. En el
sector ferroviario, el descenso llega al 41,5%. En el aéreo, el 41,6%.
La situación no podía llegar en peor momento. El Año Nuevo chino es,
como las Navidades o el Black Friday en Occidente, el momento de mayor
gasto en el consumo, un sector de cada vez más peso en el PIB chino. Una
demanda débil y los sobresaltos causados por la guerra comercial entre
Estados Unidos y China habían dejado el crecimiento económico en el
6,1%, su nivel más bajo en tres décadas.
“En China durante 2019, el consumo contribuyó cerca de 3,5 puntos
porcentuales al crecimiento real total de un 6,1% del PIB. Un cálculo
rápido apunta a que si el gasto en esos servicios cayera en un 10%, el
crecimiento total del PIB caería en cerca de 1,2 puntos porcentuales”,
apunta la consultora S&P Global Ratings en una nota.
Los primeros indicios no son alentadores. En su reapertura tras las
vacaciones, las acciones en la Bolsa de Hong Kong han retrocedido un
2,4%. Debido al cierre de las principales cadenas y la suspensión de los
grandes estrenos, en Año Nuevo, cuando se suelen romper récords de
taquilla, la recaudación en los cines fue de solo 1,81 millones de
yuanes, o unos 250.000 euros, según la compañía de venta de entradas
Maoyan. Es una caída del 99% con respecto al año anterior.
“Es una certeza que el brote de coronavirus tendrá un impacto en el
crecimiento económico de este trimestre”, considera Mark Williams, de
Capital Economics, en una nota. En comparación con el SARS, “mientras
esta vez la respuesta oficial más transparente y activa puede
demostrarse más efectiva en la contención del virus, también puede hacer
mayor el perjuicio económico inicial”.
Buena parte de estos daños podrían corresponder al amplio sector
informal de la economía china, el representado por los migrantes a zonas
urbanas. De regreso en el campo para pasar las festividades con sus
familiares, muchos se han visto sorprendidos por la cuarentena o han
visto alterados sus planes de viaje. El prolongado parón de sus puestos
de trabajo puede dejarles sin ingresos mientras dure.
“Después del SARS, China adoptó una política fiscal expansiva,
incluidos recortes de impuestos, para ayudar a la recuperación de los
sectores más afectados”, apunta Tianlei Huang, del Instituto
Internacional de Economía Peterson (PIIE).
“Esta vez, China cuenta con
grandes déficit fiscales y, por tanto, tiene menos espacio para aplicar
estímulos fiscales que entonces. En la política monetaria, el banco
central puede aumentar un apoyo de liquidez, pero no habrá un estímulo
impulsado por el crédito”.
La clave, apuntan los analistas, estará en la rapidez con la que se
resuelva la crisis. “Dependiendo de cómo se reduzca la crisis, y
especialmente cómo lo gestione el gobierno chino -no en poca medida lo
transparente que sea-, el coste podría agravar la disminución del
crecimiento chino”, apunta Huang.
No hay comentarios:
Publicar un comentario