LISBOA.- Pese
a los esfuerzos del Banco de Portugal por frenarlo, el crédito
hipotecario bate récords en el país mientras los expertos observan
atentos las señales de una posible "burbuja" inmobiliaria, las ventas de
viviendas crecen y los precios se disparan.
Entre
enero y octubre de este año, los bancos prestaron 8.522 millones de
euros para la compra de inmuebles, un 5 % más que en los diez primeros
meses de 2018. Es, además, el valor más alto para ese período desde
2010.
Estos
datos, divulgados recientemente por el regulador, muestran que las
precauciones que tomó en julio de 2018 para que las entidades
portuguesas endureciesen sus criterios de concesión de hipotecas no han
conseguido moderar los créditos.
El
Banco de Portugal recomendó entonces limitar la concesión de hipotecas a
clientes que no destinaran más del 50 % de sus ingresos mensuales en
pagar las prestaciones y que el préstamo no superase el 90 % del valor
del inmueble con un plazo máximo de 40 años.
Las medidas fueron bien acogidas por las entidades, pero las hipotecas siguen creciendo.
"Los
avisos del regulador son un factor que contribuye a la reducción del
crédito, pero en este momento parecen estar siendo absorbidos por los
efectos en sentido contrario", explica el analista de XTB André
Pires.
Entre
esos efectos de tipo "expansionista" están las tasas de interés bajas,
la recuperación económica y las expectativas de que los inmuebles sigan
ganando valor con el tiempo, como viene siendo la dinámica en suelo
luso.
Porque
el mercado inmobiliario de Portugal sigue "de moda", señala Pires, que
explica que la demanda de crédito ha crecido para responder al interés
que despiertan los inmuebles, foco de inversores extranjeros en los
últimos años.
En
ciudades como Lisboa, la explosión de las viviendas dedicadas al
turismo y la llegada de inversores foráneos han disparado los precios
-en algunos barrios el metro cuadrado ya supera los 4.500 euros- y han
empujado a miles de portugueses que buscaban casa propia a la periferia,
donde también se han encarecido.
La
Asociación Morar em Lisboa (Vivir en Lisboa) viene alertando sobre el
impacto en el mercado inmobiliario de las "visas gold" -las "visas oro",
que garantizan el permiso de residencia a extranjeros tras una
inversión inmobiliaria de medio millón de euros-, y de las ventajas
fiscales para jubilados y profesionales de un tercer país.
Medidas
que han afectado en especial a la capital y a Oporto, con la llegada
masiva de inversores extranjeros, en su mayoría, franceses, brasileños y
chinos.
Pero
la tendencia no se limita a las dos grandes ciudades, y a nivel
nacional, lejos de moderarse, el valor de las transacciones avanza a
doble dígito.
Según
datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el precio de las
casas en Portugal subió un 11,2 % en el segundo trimestre en comparación
con el mismo período de 2018.
Y se espera que esta escalada continúe en 2020: Moody's estima una subida de precios del 4 % para el próximo año.
Mientras
los precios suben y la gentrificación se erige como una de las cuentas
pendientes del Gobierno luso, se cierne la incógnita de si puede
estallar una nueva burbuja inmobiliaria, como ocurrió en la última
crisis.
Entre
los expertos ya hay alguna preocupación: "hay factores que podrán
representar un escenario de burbuja, como la valorización de los precios
basada en una tasa de interés que no representa el deseo real de ahorro
y que se hará insostenible en el futuro", dice el analista de XTB.
El
propio Banco de Portugal alertó este mes de que la sobrevaloración del
mercado inmobiliario es uno de los grandes riesgos para las entidades
lusas, que mantienen un elevado nivel de crédito moroso, y volvió a
poner la atención sobre las hipotecas.
"La
sobrevalorización en el mercado inmobiliario residencial, en especial
en algunas áreas geográficas y segmentos de mercado, aconseja igualmente
a alguna prudencia en la definición de los criterios de concesión de
crédito por parte de los bancos", avisó.
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