MADRID.- El
Banco de Holanda teme que la inacción política pueda contribuir a que
los efectos del cambio climático sean más graves y exijan tomar
decisiones más drásticas a futuro.
Así
lo ha explicado el director general de Supervisión del Banco de
Holanda, Frank Elderson, que cree que la transición a una economía
sostenible exige también la definición de unos estándares para que no se
incluyan como verdes inversiones que en realidad no lo son.
"Nuestro
temor como banco central es que los políticos aplacen demasiado sus
decisiones y tomen medidas demasiado tarde y entonces las medidas
tendrán que ser más radicales y sus efectos negativos serán peores", ha
dicho Elderson.
Ha
defendido que tiene que haber políticas globales por parte de los
gobiernos y tratados internacionales y en este marco, los supervisores y
los bancos centrales tienen un "clarísimo" mandato de actuar, porque la
"crisis climática", como la ha llamado, genera riesgos financieros.
Los
bancos deben mitigar los riesgos climáticos en la misma medida en que
actúan para conjurar el resto de riesgos a los que están expuestos y, en
este sentido, la acción adelantada de los supervisores en esta tarea es
clave para el sector financiero, porque les permite anticiparse a
escenarios de riesgo nuevos y abrir ventanas de oportunidad.
Elderson
ha puesto un ejemplo: Hace dos años, el Banco de Holanda pidió
información a los bancos sobre sus operaciones en el sector de oficinas
porque a partir del 1 de enero de 2023 será obligatoria una
certificación de la eficiencia energética.
Un
50 % de los bancos admitió no conocer los cambios que debía acometer el
sector (con la consiguiente carga financiera) por lo que la
investigación del Banco de Holanda les hizo ver que había un riesgo, del
que no eran conscientes y que, por tanto, "no estaban manejando bien".
El
ejecutivo del Banco de Holanda, que ha participado este miércoles en
una jornada sobre cambio climático organizada por el Banco de España, ha
dicho a Efe que el Acuerdo de París debe ahora trasladarse a la
legislación europea y después "habrá muchos hitos a partir de los cuales
ya no se podrá hace según qué cosas".
A
partir de ese momento, la banca y sectores como los seguros y los
fondos de inversión "tienen que ser conscientes de que habrá una fecha
final (de implementación de las medidas legales) y eso va a afectar a
sus inversiones".
Para
Elderson hay que mirar también el otro lado de la moneda, que son las
oportunidades, porque las entidades financieras tendrán la solución para
muchos de los problemas nuevos de los inversores, lo que se traducirá
en casos de negocio positivo.
Ha
defendido el efecto arrastre que tiene la legislación de las áreas del
mundo o países más innovadores en este terreno, porque supone que los
bancos internacionales se ven obligados a actuar de acuerdo con esquemas
novedosos de gestión del riesgo que luego trasladan a su operativa en
el resto de países.
El
salto desde una economía "marrón" a otra verde no se producirá de forma
abrupta, porque "nadie aboga" por dejar de financiar la primera, pero
"cuanto antes haya claridad, antes y de forma más gradual podrá entrar
la economía en ese periodo de transición".
Para
Elderson, es capital impulsar la concienciación entre los supervisores y
los bancos centrales de que el camino a la nueva economía para combatir
la crisis climática pasa por considerar los nuevos riesgos y las nuevas
oportunidades, no sólo a corto sino también a largo plazo.
En
este sentido, ha celebrado que el Banco Central Europeo haya
incorporado estos riesgos en su discurso, aunque "el debate acaba de
comenzar".
Por
último ha considerado "urgente" que se cierre la taxonomía (la
definición de qué inversiones son verdes y cuáles no) en la que está
trabajando la Comisión Europea, y unas "reglas claras" para evitar uno
de los grandes riesgos de esta transición a una economía verde, que es
el lavado de imagen verde ("greenwashing" en la terminología ya acuñada
en el sector).
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