WASHINGTON.- La guerra comercial
desatada por Donald Trump compromete la erradicación de la pobreza de
los países emergentes y en vías de desarrollo, dijo la
economista jefe del Banco Mundial Pinelopi Koujianou Goldberg.
"Las
tensiones comerciales elevaron la incertidumbre, lo cual súbitamente
redujo las inversiones", explicó.
Países débiles que carecen de capitales propios, como los
de África, tienen una urgente necesidad de inversiones extranjeras para
desarrollarse.
La "significativa" reducción de esas inversiones es
aún más problemática ya que esos países "nunca se recuperaron realmente
de la crisis financiera" de 2008, dice la economista.
De mantenerse esta tendencia "algunos países no conseguirán jamás salir de la pobreza", sostuvo.
Peor
aún: países que lograron erradicar la pobreza y hoy están entre las
economías de ingresos intermedios podrían retroceder, advirtió.
Y sin crecimiento económico, las personas pobres estarán condenadas a sobrevivir con menos de cinco dólares por día.
Koujianou
Goldberg reconoció que muchos economistas subestimaron las
repercusiones de la guerra comercial entre Estados Unidos y China
desatada por Trump en marzo de 2018.
"Éramos muchos los que pensábamos que las tensiones comerciales serían un fenómeno temporal y desaparecerían", admitió.
Al contrario, señaló, esas tensiones "degeneraron" con el paso del tiempo y hoy nadie sabe cómo terminarán, lamentó.
En
un informe divulgado el martes, el Banco Mundial dijo que si se agrava
el conflicto comercial y se corroe aún más la confianza "los efectos
sobre el crecimiento mundial y la pobreza podrían ser considerables".
"Más
de 30 millones de personas podrían hundirse en la pobreza y el ingreso
mundial podría caer hasta en 1,4 billones de dólares", según la entidad.
En ese contexto,
Koujianou Goldberg destaca la importancia de las cadenas mundiales de
valor que en las últimas décadas contribuyeron a transformar las
economías de los países más pobres.
Esas cadenas permitieron a los
países pobres especializarse en la fabricación de un producto
específico, por ejemplo la pieza de un automóvil, y enriquecerse sin
necesidad de construir industrias enteras partiendo de cero.
A su juicio todos los países tienen mucho para ganar acelerando reformas que les permitan aumentar el comercio internacional.
La
economista aboga por medidas sencillas. Puso como ejemplo el de mejorar
la logística aduanera para asegurar que "los productos no queden
bloqueados en una frontera" durante varios días o, incluso, semanas.
Como
dato positivo se congratuló de que algunos países, como Vietnam o
Bangladés, ya sortearon etapas en la escalera de la cadena de valor y
ahora aspiran a subir otros escalones para no "seguir restringidos a la
producción textil".
Para ello "deben invertir en capital humano"
por cuanto es imposible fabricar productos sofisticados sin mano de obra
calificada, dijo.
También deben invertir en investigación y desarrollo y en la protección de los derechos de propiedad intelectual.
Preguntada
sobre los efectos ambientales nefastos del comercio, reconoció que eso
implica un aumento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2)
proveniente de los transportes y de un exceso de residuos provenientes
del embalaje de las mercaderías.
Empero, "en los países en
desarrollo es más defendible priorizar la extrema pobreza a costa del
embalaje asociado a las cadenas mundiales de valor", afirmó.
También dijo advertir que el comercio puede tener efectos ambientales benéficos.
"Tomemos
como ejemplo una bicicleta eléctrica fabricada en Shangái con el aporte
de piezas de 20 países", dice. "Se trata de un producto clásico de la
cadena de valor. Y es bueno para el ambiente", apuntó.
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