FRÁNCFORT.- Mario Draghi abandona el Banco Central Europeo a finales de mes, lo que
puede dar a los detractores de su política monetaria ultralaxa la
oportunidad de cambiar el tono del debate en la cúspide de la
institución.
Draghi promovió la decisión de reanudar el mes pasado el programa de
compra de bonos por valor de 2,6 billones de euros del BCE, a pesar de
la oposición de más de un tercio de los 25 miembros del Consejo de
Gobierno.
Su salida el 31 de octubre le da a esta creciente
legión de escépticos de países como Alemania, Francia y los Países Bajos
la esperanza de cambiar el equilibrio de fuerzas en la cúpula del BCE
bajo su nueva presidenta, Christine Lagarde.
La francesa Lagarde
trabajará con un nuevo Comité Ejecutivo, el equipo de seis personas que
prepara las reuniones del Consejo de Gobierno y pone en práctica la
política monetaria.
Todos los principales partidarios del primer
paquete de estímulo de Draghi se han ido o se irán pronto. Están en
juego carteras clave, incluida la de supervisar el programa de compra de
bonos.
“La dinámica será muy diferente y el BCE se
convertirá en una institución mucho más difícil de interpretar y
entender”, dijo David Owen, economista jefe para Europa de Jefferies.
Es
probable que la primera gran prueba se produzca el próximo año, cuando
el BCE se acerque al límite de poseer más de un tercio de la deuda en
circulación de Alemania en el marco de su programa de expansión
cuantitativa (Quantitative Easing Programme, también conocido por sus
siglas QE).
Durante la mayor parte de su mandato, Draghi pudo
contar con su ayudante, Vitor Constancio, y con el economista jefe,
Peter Praet, para apoyarle internamente y explicar su mensaje a los
inversores. La mayor parte del Consejo de Gobierno siguió el ejemplo de
un autorizado trío de economistas al frente de la institución.
Pero
el 1 de noviembre, Philip Lane será el único economista en el Consejo
Ejecutivo que respaldó las nuevas compras de bonos en la última reunión
de políticas.
Lagarde, que ha trabajado en la política como su segundo, Luis de
Guindos, ha dado un tono equilibrado, diciendo que la política relajada
era necesaria pero también que tenía efectos secundarios que necesitaban
ser monitorizados.
Esto crea espacio para que ganen protagonismo
los escépticos de la QE, especialmente si Alemania elige a una
economista de alto perfil para sustituir a Sabine Lautenschlaeger, la
supervisora bancaria que renunció inesperadamente la semana pasada.
La
académica alemana Isabel Schnabel, la vicepresidenta del Bundesbank
Claudia Buch y el execonomista del BCE Marcel Fratzscher son algunos de
los que podrían ocupar el puesto de Lautenschlaeger.
“En esta
fase, Alemania necesita alguien que pueda hablar y discutir con cierta
autoridad sobre política monetaria”, dijo Alessandro Merli, miembro de
la SAIS Europe Johns Hopkins University. “ Por ello, Lautenschlaeger no
fue de mucha utilidad en el Consejo Ejecutivo.”
Los ministros de
la zona euro comenzarán a seleccionar al sucesor de Lautenschlaeger la
próxima semana y quieren tener un nuevo miembro en el Consejo Ejecutivo
en enero. El apretado plazo sugiere que es posible que Berlín ya tenga a
alguien en mente.
Es probable que, en esta ocasión, la
distribución de las competencias entre los miembros del Consejo
Ejecutivo, sea relevante, en particular las que posee Benoit Coeure como
responsable de las operaciones de mercado del BCE y como representante
en los foros internacionales.
El único candidato para sustituir a
Coeure el 1 de enero es el italiano Fabio Panetta, que rara vez se
pronunció sobre la política monetaria y representó a su país en el brazo
de supervisión bancaria del BCE.
Se supone que los miembros del
Consejo tienen en mente el bien de la zona euro en su conjunto, pero
son propuestos por sus Gobiernos nacionales y sus opiniones se ven
teñidas a veces por intereses nacionales, como favorecer la compra de
bonos y los bajos tipos de interés cuando el Gobierno se encuentra en
una situación de mayor endeudamiento.
“Es previsible que Panetta
adopte el punto de vista típicamente italiano, proclive a la relajación,
apoyando así la compra de activos de duración indefinida mientras se
prevea que la inflación subyacente se mantenga por debajo de su
objetivo”, señalaron los economistas de Daiwa en una nota a los
clientes.
Pero es probable que Alemania también reclame una parte de las
carteras de Coeure, y Lagarde podría dividir o combinar
responsabilidades entre los miembros del Consejo a su antojo.
Estas
decisiones podrían resultar cruciales cuando la nueva presidenta cumpla
su promesa de revisar la estrategia y los instrumentos de la política
monetaria del BCE. Una iniciativa de tal envergadura podría incluso
llevar al banco a redefinir su objetivo de inflación, que ahora es
inferior al 2%, aunque próximo a éste.
“Lagarde podría
enfrentarse a cierta presión para reasignar parte de las
responsabilidades a miembros con más perfil de halcón (defensores del
endurecimiento monetario), entre otras cosas, a la hora de reformar la
política monetaria en la próxima revisión de estrategias”, dijo Frederik
Ducrozet, estratega de Pictet Wealth Management.
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