PEKÍN.- Cuando Jiang Lijui decidió montar su propia empresa en
el sector tecnológico en China, al principio ocultó a sus clientes que
era la jefa por miedo a los prejuicios machistas. Seis años después ha
logrado derrotarlos al frente de un equipo que ha patentado tres
innovaciones y ha duplicado el volumen de sus ventas.
"Empezar fue duro", reconoce Jiang ante centenares de personas, la
mayoría mujeres, en un foro sobre liderazgo femenino en Pekín, en el que
su historia de éxito al frente de su "start-up" en Shenzhen -uno de los
principales centros tecnológicos de China- muestra a las jóvenes
presentes que es posible triunfar en un mundo copado tradicionalmente
por hombres.
Shirley Chen, directora ejecutiva del mayor banco de
inversión chino, el China International Capital Corp (CICC), es otro
ejemplo de ello. "La presión de la industria puede romperte", explica,
debido a los continuos viajes y las largas jornadas laborales que
complican la conciliación familiar.
"En el sector de
la inversión solo el 20 % de los trabajadores son mujeres", señala
Chen, que asegura que desde su cargo anima a sus colegas a seguir
ganando presencia sin tener que renunciar a nada. "Yo animo a mis
empleadas a que tengan hijos", añade.
En el mundo
empresarial de la segunda potencia mundial, la presencia femenina está
muy extendida, pero pocas logran romper la barrera de género que aparece
especialmente en los puestos de alto nivel.
"En
los últimos años, cada vez hay más talentos femeninos en el mundo del
marketing y ahora son ellas las que dominan el sector", opina Gill Zhou,
directora de mercadotecnia de IBM, que anima a las mujeres a "tomar
riesgos" en sus carreras profesionales para reafirmar su liderazgo y
romper el techo de cristal.
Durante el encuentro,
varias participantes apelan a la famosa proclamación de Mao Zedong, "Las
mujeres sostienen la mitad del cielo", interpretada como un grito por
la igualdad entre mujeres y hombres que, sin embargo, nunca ha llegado a
materializarse en el país asiático.
Según el
último informe del Foro Económico Mundial (FEM) sobre la igualdad de
género, China se encuentra en el puesto número 100 de 144 países debido a
que la segunda potencia mundial no ha conseguido, pese a su gran
progreso -especialmente económico-, distribuir los beneficios del mismo
de forma igualitaria.
El mismo informe señala que
si China lograra mejorar la igualdad su economía podría incrementarse en
2,5 billones de dólares. Por eso, los expertos reivindican que el
empoderamiento femenino no es solo una cuestión de derechos o justicia
social, sino la única vía de desarrollo sostenible a nivel global.
Aunque el presidente Xi Jinping ha defendido en repetidas ocasiones su
compromiso con el desarrollo de la mujer y la igualdad de género, ellas
siguen sin estar presentes en las altas esferas de poder, tanto en el
ámbito empresarial como en el público.
Recientemente, Human Rights Watch (HRW) denunció que, aunque la ley
china prohíbe la discriminación de género en la contratación, uno de
cada cinco empleos que se ofrecen para la administración pública china
especifican una preferencia o requisito de ser hombre.
Además, la presencia femenina continúa siendo insignificante en la
cúpula del Partido Comunista (PCCh), donde solo una mujer forma parte
del Politburó, uno de sus máximos órganos rectores, compuesto por
veinticinco personas.
"Necesitamos tener más mujeres
entre los altos directivos de las empresas y en los puestos de
liderazgo de un gobierno. El Gobierno tiene que desempeñar su papel para
cambiar la cultura de género", defiende durante el foro la embajadora
australiana en China, Jan Adams.
Sin embargo, la
represión gubernamental ejercida contra cualquier movimiento social,
incluido el feminismo, silencia la lucha contra la discriminación en
China, donde, por ejemplo, la mayoría de las víctimas de violencia de
género siguen aún en la sombra al considerase un "asunto privado".
"La igualdad de género es una gran causa", dijo Xi cuando pronunció su
primer discurso como presidente en la Asamblea General de la ONU en
2015, el mismo año en el que detuvo a cinco feministas que preparaban
una campaña contra el acoso sexual.
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