domingo, 2 de diciembre de 2018

La OPEP, dividida sobre el precio / Primo González *

Esta semana hay reunión de la OPEP para analizar el siempre convulso mercado del petróleo.  Hay, como siempre, presiones políticas con direcciones contrapuestas para  influir a la baja o al alza en el  precio del crudo. Las últimas vibraciones son claramente bajistas, ya que después de recorrer varios meses por encima de los 70 dólares el barril, en las últimas semanas se ha producido un ajuste considerable y ronda los 66 dólares en estos momentos.

La víspera ofrece algunos pronunciamientos políticos que oscilan entre la exigencia de Donald Trump para  que la OPEP y sus países aliados (Rusia sobre todo)  aumenten  la  producción hasta los cantos de sirena de algunas economías altamente necesitadas de ingresos y productores de crudo  como fuente de sustento fundamental (caso de Venezuela), que abogan por un nuevo recorte de la producción entre los países que están en torno a la disciplina, de mayor  o menor grado, de  la OPEP. 

La organización ya no tiene el poder disuasorio de hace unos años, entre otras cosas porque los productores alternativos han cosechado importantes éxitos en su carrera productiva.

El principal enemigo del grupo mencionado es Estados Unidos, que se  está convirtiendo en estos meses finales del año 2018 en el primer productor mundial de crudo. En el mes de noviembre, la producción diaria de este  país se ha situado por encima de los 11,7 millones de barriles, es decir, un peldaño por delante de Rusia y  claramente por encima de Arabia Saudí.  

Entre estos tres países ya producen más de un tercio del crudo que se extrae cada  día en el mundo, lo que les otorga una notable influencia en materia de precios, aunque el hecho de que estas tres fábricas de `petróleo militen en bandos diferentes  permite un cierto equilibrio a la hora de fijar  los precios finales del mercado, contando en todo caso con las fuerzas de la oferta y la demanda.

La sensación previa a la reunión de la OPEP de este jueves apunta a un intento de la organización y sus aliados de recortar la producción en algo más de un millón de barriles diarios. 

Pero  se trata de un recorte que no tendrá previsiblemente  impacto significativo en los precios, aunque todo parece indicar que, decisiones  de producción aparte, la volatilidad  en las cotizaciones de mercado se mantendrá alta en los próximos meses,  ya que la demanda de petróleo se muestra inestable y algo en baja  debido a la debilidad de algunas zonas de la economía global.

El papel que pueda jugar Irán,  afectado por las sanciones estadounidenses, puede ser uno de los factores que influirán en la oferta mundial de petróleo y por lo tanto en los precios. Hay, además, algunas estimaciones sobre la estrategia que puedan seguir los productores  estadounidenses, muy activos en los últimos años con fuertes inversiones que han acelerado la producción de este país  si bien una bajada del precio del crudo no les beneficia precisamente, ya que los yacimientos de nueva creación, que son los que han impulsado la producción en la primera economía del mundo, tienden a ver resentida su rentabilidad. 

Es decir, con precios más bajos, los primeros perjudicados podrían ser los nuevos productores de Estados Unidos. En suma, el equilibrio de fuerzas es delicado y la OPEP afrontar una decisión cargada de luces y sombras.


(*) Periodista y economista español


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