domingo, 5 de octubre de 2008

El Vaticano también está en números rojos

ROMA.- Ni siquiera Dios se libra de la crisis que sufren los mercados financieros internacionales. La prueba palmaria y evidente está en el Vaticano donde, después de tres años consecutivos de balances positivos, las cuentas correspondientes a 2007 se han cerrado con números rojos y pérdidas por valor de 9,06 millones de euros, publica "El Mundo".

Y a falta de que se produzca un milagro todo indica que las cuentas del pequeño Estado al frente del cual se encuentra Benedicto XVI acabarán 2008 con un agujero aún mayor. «Los resultados preliminares son preocupantes y no incitan al optimismo», escribe en un documento reservado el obispo Vicenzo Di Mauro, secretario de la Prefactura de Asuntos Económicos del Vaticano, en el que recomienda que los distintos dicasterios sean prudentes en sus gastos y congelen la contratación de nuevos empleados.

Pero, con todo y dados los tiempos que corren, en los 0,44 kilómetros cuadrados de extensión que ocupa el reino de Dios en la tierra las cosas no marchan tan mal. Porque mientras muchos Estados aún discuten qué hacer para tratar de meter en cintura la crisis, en los palacios pontificios hace ya meses que se pusieron en práctica medidas concretas para salvar a las arcas vaticanas del cataclismo. Y parece que están funcionando, hasta el punto de que los hombres con sotana se están desvelando mucho más sagaces que los tiburones de Wall Street.

«La Santa Sede parece bien posicionada para obtener beneficios, incluso durante la actual tormenta financiera», certifica un analista a quien la revista británica The Tablet ha mostrado documentos con información financiera sólo reservada de las cuentas e inversiones vaticanas.

«No se puede administrar la Iglesia sólo con avemarías», dejó dicho el polémico monseñor Paul Marcinkus, más conocido con el sobrenombre de el banquero de Dios y quien durante años fuera el responsable de las finanzas vaticanas. Y ése es el lema que al parecer rige en la Santa Sede, que cerró 2007 con unos activos por valor de 1.400 millones de euros. No está mal para un Estado de sus dimensiones

El Vaticano es propietario de un inmenso patrimonio inmobiliario que sólo el año pasado le reportó unos beneficios de 424 millones de euros. Sin embargo, las inversiones financieras de la Santa Sede llevaban algún tiempo provocando quebraderos de cabeza entre sus responsables. Con total justificación, por otra parte, dado que en 2007, y según los datos dados a conocer la primavera pasada por la propia Santa Sede, en las arcas vaticanas sólo entraron por ese concepto 1,4 millones de euros, frente a los 14 millones de euros que ingresaron en 2006. De hecho, fue ese el principal motivo de que en 2007 las cuentas vaticanas acabaran en números rojos por primera vez en tres años.

Asesores sagaces

El fuerte retroceso registrado en los beneficios de las inversiones vaticanas se explica en que la mayor parte de ellas se concentraba en títulos bursátiles y estaban muy condicionadas por el dólar.Pero ante los primeros síntomas de que se avecinaba una tormenta financiera, los sagaces asesores económicos del Vaticano recomendaron a los responsables de la Santa Sede que se quitaran de encima buena parte de las acciones que poseían y que buscaran refugio en valores más seguros y conservadores, como las obligaciones o el oro. Y el Vaticano siguió a pies juntillas el consejo.

Anticipándose a la crisis, la Santa Sede dio hace unos meses un golpe de timón a sus inversiones. Un cambio que ha hecho que en estos momentos el Vaticano disponga de 340 millones de euros en moneda, 520 millones en obligaciones y algunas acciones (pocas), y 19 millones en lingotes de oro, el equivalente a casi una tonelada del metal dorado.

«La roca sobre la que Pedro fundó la Iglesia se ha transformado en una roca de oro», sentencia con no poca ironía la revista británica The Tablet, que bajo el revelador título de "El toque de Midas" la semana pasada publicó un extenso análisis sobre las finanzas vaticanas firmado por Robert Mickens, su corresponsal en Roma.

El artículo se cimienta en un documento que lleva la firma del secretario de la prefactura de Asuntos Económicos y en el que se describe dónde tiene colocado su dinero la Santa Sede. El informe estaba llamado a permanecer en el más absoluto secreto, pero alguien lo sacó de los Palacios Pontificios y lo ha puesto en manos del semanario británico.

Pero, además, The Tablet ha hecho que un experto examinara las inversiones vaticanas. Y el especialista, cuyo nombre no ha trascendido, no ha dudado en dar un notable a los financieros de Dios. «En conjunto, la Santa Sede ha estado bien aconsejada y probablemente no ha perdido mucho en la crisis», señala el analista. «Se han ido desprendiendo paulatinamente de las acciones que tenía y ha concentrado sus inversiones en obligaciones y oro».

Sin embargo, y a pesar de encontrarse en una posición para muchos envidiable, en el Vaticano no echan las campanas al vuelo sino que se muestran cautelosos. «Resulta cada vez más necesario hacer un llamamiento a las distintas administraciones de la Santa Sede para que actúen con prudencia y con la máxima mesura en la gestión operativa de los gastos y en la asunción de nuevo personal», predica Vincenzo di Mauro, invocando a no incrementar la lista de 2.748 empleados que ahora mismo tiene la Curia.

Además, y en buena muestra de la preocupación que la situación financiera genera en los hombres del Vaticano, desde hace algún tiempo, los responsables económicos de las distintas congregaciones religiosas son aleccionados periódicamente sobre la situación económica mundial y los mejores lugares en los que invertir sus ahorros. Estos seminarios suelen estar organizados por el Instituto para la Obras Religiosas (o, más sencillamente, el banco vaticano), donde muchas órdenes religiosas tienen sus cuentas corrientes.

Y la consigna que desde hace algunos meses reciben los sacerdotes y curas que asisten a estos encuentros es que sean prudentes y que no inviertan en Bolsa o en fondos accionariales.

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