PARÍS.-Patrick Chauvet, rector y arcipreste de Notre Dame de París todavía no se sabe
cuánto dinero ni tiempo costará la reconstrucción, frenada ahora por la pandemia. "Ni siquiera somos capaces de decir cuánto va a costar porque no hemos retirado los andamios quemados y no sabemos cuál es la situación debajo de ellos.
No hay que desmovilizar a la gente diciendo que hay bastante dinero y
que ya se apañarán", afirma.
Como
principal responsable de la administración de Notre Dame, Chauvet, de
68 años, ocupa un cargo que tiene tanto de sagrado como de diplomático:
es el rostro más visible de la catedral en Francia y desde el incendio
ha pasado por todas las televisiones, a veces con lágrimas pero siempre avispado, ocurrente y con un punto chistoso.
El
clérigo insiste en que este próximo 15 de abril tiene poco de
celebración: "No quiero volver a reconstituir lo que pasó aquella noche,
es un trauma para mí, no puedo hablar de ello".
Y aduce: "Después del incendio le pregunté al Señor, ¿por qué? ¿Por qué hacerme pasar por esto? Por supuesto no obtuve respuesta, pero la que yo doy es que es una forma de vivir la esperanza".
Y aduce: "Después del incendio le pregunté al Señor, ¿por qué? ¿Por qué hacerme pasar por esto? Por supuesto no obtuve respuesta, pero la que yo doy es que es una forma de vivir la esperanza".
Aunque
no quiera recordarlo, Francia le recuerda a él, "Monsieur Notre Dame",
siguiendo en vivo el fuego delante del templo, con el corazón en una
mano. El comandante de la brigada de bomberos de París le informó de que
había fuego en la torre norte y de que un pequeño grupo intentaría intervenir para frenar el avance de las llamas aunque no podían prometer nada.
Afortunadamente,
o como prefiere señalar Chauvet, milagrosamente, aquella noche
contuvieron el fuego y salvaron la fachada. De no haberlo hecho, la
historia del 15 de abril de 2019 sería hoy muy diferente, si bien la
catedral sigue estando en peligro.
"Mientras los andamios sigan encima, no podremos decir que la catedral está salvada. Estamos bloqueados en las obras otra vez, todo va muy lento y en el momento en el que por fin íbamos a retirarlos, llega el confinamiento", lamenta.
El
sacerdote empezó el pasado junio a alertar a los franceses sobre los
riesgos que corría aún la catedral, situada en el kilómetro cero de
Francia, con los andamios de la restauración de la aguja previa al
incendio consumidos también por el fuego.
Primero
aseguró que en otoño estarían fuera, luego llegó el invierno y, a
mediados de abril, la pesada estructura que podría derribar las bóvedas
sigue ahí, amenazante. "Lo menos que podemos decir es que ha sido un año
difícil. El Señor nos pone a prueba", concede el clérigo, convencido de
que los obstáculos en la reconstrucción, incluido el virus que puesto
en pausa medio mundo, esconden un mensaje divino: "Hay que volver a lo esencial".
Su
objetivo a día de hoy es que nadie olvide que Notre Dame sigue viva,
una tarea que vincula directamente a su trabajo. "Mi rol es recordar que
sigo siendo el rector, y si es así es que la catedral sigue ahí. No está olvidada, Notre Dame es el corazón de París y de Francia", dice.
Antes
del confinamiento visitaba a diario las obras para hablar con los
arquitectos y obreros. Ahora, en la administración y la gestión
financiera no enfrenta ya la extraordinaria cuestión de cómo recibir 35.000 personas al día, sino la reconstrucción de un monumento histórico que, según Chauvet, deberá respetar el estilo gótico.
En
este último año, el organismo público creado para gestionar la
rehabilitación ha recibido 901,5 millones de euros en donaciones y
promesas, que se van reclamando en función de las necesidades de las
obras y de los que hasta ahora se han servido de 188 millones.
"No
será suficiente, la gente que dice que sí, no sabe lo que es la
restauración de la catedral y me parece muy inocente. Para que se hagan
una idea, solamente los arbotantes costarán 150 millones. En total,
seguramente superaremos los 1.000 millones de euros. No hay que
desmovilizar a la gente diciendo que ya hay dinero", asegura.
Pese
a las dificultades, e inclinado hacia una versión "light" de la
pandemia que permita recuperar la normalidad en los próximos meses,
comparte la fecha que dio el presidente Emmanuel Macron de terminar las obras en 2024.
Ambiciona
poder dar misas en verano en la plaza de la catedral y ofrecer visitas
de la fachada en torno a la representación de Notre Dame de París del
siglo XIV, que colocarán provisionalmente en la plaza cuando pase la
epidemia, el último y duro golpe que también afecta a Notre Dame.
"Solo
espero que la prueba que estamos viviendo ahora nos sirva para
transformar un poco nuestra vida, para que volvamos a encontrar una vida
más simple. Con el virus descubrimos que todos somos frágiles, que
tenemos que practicar la compasión. El Señor quiere decirnos algo con
todo esto", porfía.
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