SHANGHÁI.- China optó por reservarse
sus principales municiones económicas para más adelante y de momento
inyecta sin prisa miles de millones para sostener una actividad
fragilizada por la pandemia del nuevo coronavirus.
La enfermedad
paralizó el país en febrero, cuando millones de chinos debieron
encerrarse en sus casas. Y las medidas anti-epidemia perturbaron
seriamente la producción y el funcionamiento de las empresas.
Ahora, la actividad se reanuda progresivamente pero las consecuencias sobre la economía van a ser duraderas.
Sin
embargo, Pekín parece descartar un plan masivo de reactivación y opta
por medidas puntuales, según varios especialistas.
La pandemia, que paraliza la economía mundial, lastra gravemente las exportaciones, sector del que China es muy dependiente.
El
gigante asiático tendrá un "crecimiento débil durante un largo
período", debido a una átona demanda mundial, afirma Houze Song, del
grupo de reflexión MarcoPolo, especializado en la economía china.
Una política de estímulos debe pues "reservarse para más tarde" cuando la coyuntura mejore, según Song.
Ahora
"la prioridad es evitar las quiebras en cascada y una explosión del
desempleo", que se disparó en febrero a su mayor nivel histórico (6,2%),
asegura el economista del banco Mizuho, Ken Cheung.
En
los dos primeros meses del año 5 millones de personas han perdido su
empleo, según cifras oficiales, que solo reflejan la situación en zonas
urbanas.
Y las PME (pequeñas y medianas empresas), las más
dinámicas en términos de empleo, son hoy las más vulnerables: unas
460.000 han tenido que cerrar en el primer trimestre, según el gabinete
Trivium China.
Ello afecta al consumo interno -otro motor de
crecimiento- pues los chinos, "preocupados por su empleo y sus ingresos,
ahorran más y consumen menos", explica Houze Song.
El mes pasado, China destinó un billón de yuanes (140.000 millones de dólares) para ayudar a las PME.
Pekín
anunció asimismo varias medidas fiscales, entre ellas una exención de
impuestos a la compra de vehículos, para sostener al sector automotor,
especialmente golpeado.
China también parece dispuesta a dejar que crezca su déficit y a emitir obligaciones para afrontar el nuevo coronavirus.
Pero
estas medidas parecen "modestas" comparadas con las tomadas por las
grandes economías del planeta, según el economista Andrew Fennell de la
agencia de calificación Fitch.
Estados
Unidos anuncio un histórico plan de dos billones de dólares, y el
programa de Alemania, primera economía europea, está cifrado en 1,1
billones de euros. Japón, a su vez, pone 900.000 millones de euros sobre
la mesa.
No obstante Pekín podría presentar medidas "más enérgicas" en la sesión anual del Parlamento, opina Fennell.
Este
gran acontecimiento político, que fija las orientaciones económicas del
país, fue postergado en marzo por la epidemia, y podría celebrarse en
los próximos meses.
Las medidas de reactivación sin precedentes
tomadas en todo el mundo van a ser "una presión suplementaria para
China" para que también siga ese movimiento, opina Ken Cheung.
En
la crisis financiera de 2008-2009, China había invertido 4 billones de
yuanes (cerca de medio billón de dólares) en grandes proyectos de
infraestructura no siempre rentables que aumentaron la deuda, y
generaron un exceso de capacidades productivas.
"En 2008, Pekín
tenia un mayor margen de maniobra" para reactivar su economía, con un
crecimiento anual del 9,6%, recuerda Cheung. El año pasado, fue del
6,1%, el ritmo más bajo desde hace 30 años.
Hoy, cuando la
Organización Mundial del Comercio (OMC) teme "la mayor recesión
económica de nuestra existencia" China quiere evitar "los efectos
secundarios" de un masivo plan sobre sus finanzas, según Ken Cheung.
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