PARÍS/MONTREAL.- Cada día que pasa el
número de muertos por coronavirus se dispara. La pandemia causa estragos
en Europa, cuyo antídoto contra la propagación es el confinamiento, una
medida que Donald Trump ha descartado para el mortificado estado de
Nueva York.
A falta de una vacuna o tratamiento probado, más de
3.000 millones de personas siguen encerradas en sus hogares este domingo
en todos los continentes. Algunas de forma voluntaria y muchas por la
fuerza.
El nuevo coronavirus ha causado 30.000 muertos en el
mundo. Dos tercios de ellos en Europa, con Italia a la cabeza (10.023,
+889 en 24 horas), seguida de España (5.690, +832) y Francia (2.314,
+319).
Una hecatombe frente a la cual los países más afectados
refuerzan medidas para afrontar una crisis sanitaria sin precedentes en
un siglo.
El presidente del gobierno español, el socialista Pedro
Sánchez, anunció el sábado por la noche el cese de todas las actividades
económicas "no esenciales" durante las próximas dos semanas, una medida
que debe ser aprobada el domingo en un consejo de ministros
extraordinario.
Italia distribuirá cupones de alimentos entre los más desfavorecidos, anunció el primer ministro, Giuseppe Conte.
La policía está apostada
delante de los supermercados para evitar el saqueo en Sicilia, después
de que unos clientes intentaran salir sin pagar porque decían que ya no
les quedaba dinero para comprar comida.
En Francia, el gobierno ha
encargado 1.000 millones de mascarillas y se ha propuesto pasar a
14.000 camas en cuidados intensivos, frente a las 5.000 actuales.
La epidemia también se acelera en el Reino Unido, donde el
príncipe Carlos, heredero de la corona, y el primer ministro Boris
Johnson están contagiados y hay más de 1.000 muertos.
Johnson
enviará una carta la semana que viene a 30 millones de hogares para
pedirles que respeten el confinamiento porque "las cosas van a
empeorar".
La pandemia también avanza a toda velocidad en Estados
Unidos con más de 2.000 muertos. Hay 124.000 casos de contagio
contabilizados, de los cuales casi la mitad en el estado de Nueva York y
la ciudad de los rascacielos.
Uno de los fallecidos es un bebé
menor de un año, una de las víctimas más jóvenes de esta enfermedad, que
no suele afectar a los niños.
El presidente estadounidense Donald
Trump dijo que valoraba imponer una cuarentena a los estados de Nueva
York y Nueva Jersey, lo que desató protestas. El sábado por la noche
renunció a ello.
Optó por que el Centro para el Control de
Enfermedades (CDC), la autoridad nacional de salud, pida
"encarecidamente a los residentes de Nueva York, Nueva Jersey y
Connecticut que eviten viajes no esenciales (en el país) durante los
próximos 14 días con efecto inmediato".
"Evitar
los desplazamientos innecesarios" también es la recomendación del
presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, criticado por su
respuesta a la emergencia sanitaria.
"Ahora lo que queremos es que
se retiren todos, que estén en sus casas, con sus familias, ayúdennos
también a guardar la sana distancia y que haya higiene", pidió para
evitar la propagación de la epidemia.
América Latina cuenta con
casi 13.000 contagios del virus y más de 260 muertos, según un recuento a partir de cifras oficiales.
Paraguay extendió dos
semanas el confinamiento de la población, una medida aplicada por países
como Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, El Salvador, Panamá, Perú,
Uruguay o Venezuela. Brasil se resiste, aunque cerró sus fronteras, al
igual que otros Estados.
Panamá dejará pasar al crucero "Zaandam",
con cuatro muertos a bordo y dos enfermos por COVID-19, que continuará
su ruta hacia Estados Unidos.
"Es muy difícil sostener la salud mental", contó el
argentino Dante Leguizamón a través de un mensaje de video
grabado en uno de los pequeños camarotes del crucero donde permanece
encerrado desde hace seis días y sin dinero para volver a su país. Es
una "locura".
China ha conseguido controlar la epidemia después de
meses de lucha pero teme los casos "importados" del extranjero. Por eso
redujo drásticamente sus vuelos internacionales y cerró temporalmente
sus fronteras.
Rusia cerrará las suyas a partir del lunes, tras
haber ordenado el cierre de los restaurantes y la mayoría de los
comercios antes de una semana feriada.
Las restricciones empiezan a dar resultado en algunos lugares.
En
Italia se notan los primeros efectos del confinamiento, con una lenta
disminución de los contagios. "En todos los servicios de urgencias se ha
reducido (la llegada de pacientes). En algunos es leve, en otros es más
pronunciada", afirmó Giulio Gallera, jefe de salud de Lombardía, la
región más afectada en el norte del país.
También llegan buenas
noticas de Canadá, donde la esposa del primer ministro, Sophie Grégoire
Trudeau, anunció el sábado por la noche que se había curado del
coronavirus.
En primera línea de la guerra contra la enfermedad
están los médicos y el personal sanitario, aclamados como héroes. Pero
se enfrentan a la escasez de equipos.
"Hay una sensación de desesperanza y a la vez de
solidaridad entre nosotros", cuenta Diana Torres, una enfermera de 33
años en Nueva York.
En los países
más pobres, especialmente en África, las restricciones al desplazamiento
son difíciles de aplicar y causan una ola de éxodo urbano, sobre todo
en Kenia y Madagascar.
Cientos de malgaches caminan en fila,
dejando atrás la capital, Antananarivo. "Hemos dejado de trabajar para
respetar la disciplina del confinamiento, pero tenemos que comer y
alimentar a nuestros hijos", afirma Richard Rakotoarisoa, un padre de 30
años.
"Yo tenía que elegir entre ser indisciplinado o irme".
Frente
a la catástrofe económica que se avecina, la comunidad internacional
intenta movilizar sumas astronómicas. Además de los dos billones
anunciados por Estados Unidos, los países del G-20 han prometido cinco billones de dólares para apoyar a la economía mundial.
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