BERLÍN.- Berlín tiene fama de
celebrar monumentales fiestas. Con el avance de la epidemia del nuevo
coronavirus, la capital alemana teme perder su reputación de capital
mundial de la marcha nocturna.
"Ustedes saben que nos encantan las
fiestas de locos, pero ahora es demasiado para nosotros", dicen en el
club Sisyphos, uno de los lugares emblemáticos de la noche berlinesa.
"Para nosotros, es la peor crisis desde el fin de la
Segunda Guerra Mundial, nunca hemos tenido que hacer frente a una
amenaza tan grande", asegura por su parte Lutz Leichsenring,
representante de la federación de clubs nocturnos de Berlín, la
"Clubcommision", con más de 200 miembros.
"Es posible que al final
de esta crisis, una gran parte de esta cultura por la que se conoce a
Berlín, y gracias a la cual mucha gente se siente bien en Berlín,
desaparezca", advierte.
Las grandes óperas,
orquestas y teatros de la ciudad, que también alimentan la reputación
cultural de la ciudad, cerraron sus puertas y, en el mejor de los casos,
retransmiten en la radio o por internet sus espectáculos.
Pero como reciben importantes subvenciones públicas, al final volverán a flote con la ayuda del Estado.
Para las discotecas, que dependen exclusivamente de sus ingresos, su futuro es más incierto.
"Nuestra
existencia está amenazada. Podemos sobrevivir todavía unas cuatro o
cinco semanas con el dinero que nos queda, pero después se acabó",
considera Florian Winkler-Ohm, gerente de SchwuZ, en el barrio de moda
de Neukölln, uno de los clubs más grandes de Berlín y la discoteca
"queer" más antigua.
La reputación de capital
de la marcha y de la música tecno atrae cada año a miles de jóvenes
turistas de todo el mundo, que no dudan en quedarse hasta altas horas de
la madrugada en discotecas como el Tresor, Berghain, KitKat o Sage.
Esta
tradición surgió tras la caída del Muro de Berlín, hace tres décadas,
que dividía la ciudad en dos, entre su parte occidental y su parte
oriental.
La reunificación dio
paso a espacios urbanos nuevos en el este y permitió que una multitud de
clubes nocturnos se instalara en los sótanos de los edificios
desocupados. Llegaron músicos y DJ de todo el mundo.
Todos aprovecharon un
terreno ya abonado: la cultura de la extravagancia arraigada en Berlín
desde hacía décadas, refugio de todas las experimentaciones en su zona
occidental durante la Guerra Fría.
La municipalidad de Berlín está
estudiando qué medidas puede adoptar para apoyar a estos
establecimientos, más allá de los créditos garantizados por el Estado o
el recurso al desempleo parcial que el gobierno alemán prometió a todas
las empresas con problemas financieros.
Pero estos dispositivos no serán suficientes y ya se han
lanzado llamados de "crowdfunding", la financiación participativa, para
recaudar fondos y evitar las quiebras en cascada.
Pese a este contexto difícil, algunos clubes no tiran la toalla.
"Estamos
impacientes de poder hacer de nuevo fiestas locas con vosotros, y vamos
a aprovechar este periodo actual para hacer el club todavía más
delirante", promete el Sisyphos en su página web.
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