LONDRES.- A la hora de gestionar el aumento de las pacíficas protestas callejeras
que pretenden llamar a la acción para abordar el cambio climático, la
policía londinense se enfrenta a un dilema, según los expertos en
derechos humanos.
Con las protestas violentas, “si alguien trata de golpearte por ser
agente de policía, sacas los caballos, los pones a caldo y el público te
apoya decididamente”, dijo Tobias Garnett, experto legal del movimiento
de acción climática Extinction Rebellion.
Pero aunque las
protestas multitudinarias del año pasado por el grupo activista en
Londres causaron inconvenientes, fueron pacíficas.
Además, sus
miembros no se dejaron disuadir por los arrestos en gran escala o por la
prohibición de las concentraciones en octubre, que fue revocada más
tarde en los tribunales.
“Extinction Rebellion es un desafío
sin precedentes para la policía”, dijo Garnett, que señaló el gran
número de personas “dedicadas a un tema, preparadas para que las
arresten y, sobre todo, totalmente no violentas en el proceso”.
Esa
inquietud puede ser una de las razones por las que el grupo apareció
este mes en una guía elaborada por la policía antiterrorista británica
sobre cómo detectar a los seguidores de ideologías extremistas.
El documento sitúa a Extinction Rebellion junto a organizaciones que van desde el Estado islámico hasta los neonazis.
Rob
Cooper, un jefe de policía jubilado de Devon y Cornwall que ahora
participa en Extinction Rebellion, calificó esta categorización como
“absolutamente desproporcionada”.
“Extinction Rebellion no es un
riesgo para el público. Pero la inacción del Gobierno en materia de
cambio climático es un gran riesgo para el público”, dijo.
“Si
se tomaran el tiempo de reflexionar sobre por qué está protestando
Extinction Rebellion, de qué trata esta emergencia climática, verían que
lo que estamos tratando de hacer es totalmente apropiado y
proporcionado”, dijo.
Dirigentes de la policía de Londres y
otros, como el exjefe del programa antirradicalización Prevent,
desautorizaron rápidamente la inclusión del grupo en la guía señalando
que era un error.
Sara Khan, que dirige la Comisión de Lucha contra el Extremismo del Gobierno, dijo en un comunicado que la guía sería retirada.
Sin
embargo, la secretaria de Interior británica, Priti Patel, insistió en
que era importante que el Gobierno evaluara “una serie de riesgos de
seguridad”.
A pesar del giro de 180 gradoss, esto sugiere que “la
mentalidad policial sigue siendo la de tratar de encontrar maneras de
prevenir, suprimir y castigar a cualquiera que se enfrente al cambio
climático mediante una protesta pública seria”, dice Philip Alston,
presidente del Centro de Derechos Humanos y Justicia Global de la
Universidad de Nueva York.
El incidente también plantea
interrogantes sobre el tipo de reacción al que los grupos de protesta
contra el cambio climático, incluyendo los huelguistas escolares
inspirados por la adolescente sueca Greta Thunberg, tendrán que
enfrentarse ante el aumento de las demandas de acción urgente.
Alston dijo que el año 2020 será “un año decisivo” para el movimiento.
Los
incendios incontrolados en Australia y otras pruebas de las crecientes
amenazas climáticas significan que existe una “profunda conciencia de
que es ahora o nunca” en los esfuerzos por convencer a los líderes
mundiales de que pongan freno al cambio climático.
Sin embargo,
en vista de la negativa a actuar de países emisores clave como Estados
Unidos y Australia, “la única opción que parece seguir sobre la mesa son
las protestas públicas”, que probablemente aumenten este año, según
Alston.
En respuesta, los
Gobiernos, desconcertados por el tamaño de las protestas o ante las
presiones para minimizar las molestias a la ciudadanía, están buscando
maneras de limitar o controlar las protestas, según dijeron los expertos
en derechos humanos.
El estado australiano de Queensland aprobó
en octubre pasado una nueva ley para ampliar las facultades de la
policía en materia de registro de activistas, un “camino peligroso” a
ojos de los sindicatos, que consideran que se puede extender este
sistema a todo tipo de huelgas.
Los parlamentarios discutieron,
pero rechazaron, las enmiendas que exigen penas de prisión para los
reincidentes en las protestas y prohíben las reuniones destinadas a
bloquear el flujo de tráfico.
Además, varios estados de Estados
Unidos han aprobado leyes que criminalizan las protestas contra los
oleoductos y gasoductos de combustibles fósiles, dijo Alston.
En
Reino Unido, la policía presentó cargos contra más del 95% de los 1.100
activistas de Extinction Rebellion arrestados durante las protestas de
abril, una tasa inusualmente alta, dijo el abogado del grupo, Garnett.
Durante
las movilizaciones de octubre, la policía dictó una prohibición general
de las protestas, que luego fue anulada por los jueces del Tribunal
Superior de Londres.
El servicio de policía señaló que los
activistas habían causado importantes altercados en Londres y habían
apartado a los agentes de otras tareas.
Extinction Rebellion pide
que Reino Unido reduzca sus emisiones de dióxido de carbono a un nivel
cero en términos netos para el año 2025. Acusa al Gobierno de invertir
grandes sumas de dinero en proyectos de combustibles fósiles que son
inconsistentes con sus objetivos medioambientales.
Garnett dice
que los manifestantes londinenses son “extremadamente afortunados de
vivir en un país donde, cuando se infringen los derechos, hay tribunales
independientes capaces de ponerle remedio”.
“Para
muchas personas que tratan de hacer algo por el clima, de enfrentarse al
poder y cambiar el sistema que nos ha traído aquí... hay muy poca
protección. Esas personas son extremadamente valientes”, señala el
abogado.
Sin embargo, afirma que le preocupan menos las posibles
restricciones a las protestas que el rápido cierre de la ventana para
una acción climática efectiva en sí misma.
“Es esencial que no
haya un cambio hacia el autoritarismo para reprimir los derechos”, de
modo que los ciudadanos puedan asegurarse de que no se desperdicie la
oportunidad, añade Garnett.
“La ventana que en realidad se
está cerrando cada vez más es nuestro margen para cambiar el curso de la
historia y nuestro futuro. Eso es lo que más nervioso me pone”, dijo.
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