PARÍS.- Los manifestantes que marchaban en contra de la reforma de las
pensiones prevista por el gobierno francés se enfrentaron con la policía
en París el sábado, cuando ésta disparó gas lacrimógeno para dispersar a
algunos grupos de manifestantes.
Los sindicatos franceses han
encabezado huelgas a nivel nacional desde principios de diciembre en una
protesta por la reforma de las pensiones del presidente Emmanuel
Macron, interrumpiendo las escuelas, los ferrocarriles y las carreteras,
al tiempo que prestan apoyo a las protestas regulares.
El
sábado, los “chalecos amarillos” -un movimiento antigubernamental que
surgió hace un año como reacción al alto coste de la vida- se unieron a
una manifestación de varios miles de personas contra la sacudida de las
pensiones.
La policía usó gas lacrimógeno contra los
manifestantes cerca de puntos turísticos como el museo de arte moderno
del Centro Pompidou, donde algunos manifestantes habían intentado
levantar barricadas y prenderles fuego, y destrozaron una parada de
autobús.
También se produjeron enfrentamientos en otros puntos de
la manifestación, aunque la protesta se estaba extinguiendo al final de
la tarde.
Jerome Rodrigues, una figura prominente del movimiento
de los “chalecos amarillos”, resultó herido en un ojo, aunque no quedó
claro de inmediato cómo había sufrido la lesión. Rodrigues quedó ciego
en el mismo ojo a principios de este año durante otra manifestación.
La
red de transporte de Francia permaneció interrumpida en todo el país y
en París el último fin de semana del año, y los trabajadores del
ferrocarril y del metro han insistido en que mantendrán la presión sobre
Macron para que abandone su reforma.
Macron ha presentado su
reforma como favorable a un sistema más justo que incentivará a los
trabajadores a permanecer en la fuerza laboral hasta los 64 años en
lugar de los 62 y equilibrará el presupuesto de las pensiones,
eliminando al mismo tiempo muchos regímenes especiales.
Desafío a Macron
De poco han servido los llamamientos del Gobierno francés a una tregua navideña de las movilizaciones, y miles de personas se manifestaron este sábado en París, convocadas por los sindicatos y los "chalecos amarillos", para volver a exigir la retirada de la reforma de las pensiones.
Desafío a Macron
De poco han servido los llamamientos del Gobierno francés a una tregua navideña de las movilizaciones, y miles de personas se manifestaron este sábado en París, convocadas por los sindicatos y los "chalecos amarillos", para volver a exigir la retirada de la reforma de las pensiones.
La
marcha, que recorrió entre consignas y pancartas varias avenidas del
centro de la capital, se sumó a la huelga convocada en la compañía
estatal ferroviaria SNCF y en el transporte metropolitano de París, que
hoy cumplió su día 24.
El
paro ya ha superado las 22 jornadas seguidas que se registraron en 1995
contra otra serie de reformas sociales del entonces primer ministro
Alain Juppé.
Como
consecuencia de la huelga, solo seis de cada diez líneas de alta
velocidad circulan este fin de semana, aunque el porcentaje bajará hasta
el 35 % el próximo 1 de enero.
La
manifestación del sábado contó con la particularidad de unir a dos
grupos, que no siempre han gozado de las mejores relaciones, los
sindicatos más radicales, encabezados por la CGT, y el movimiento
ciudadano de los "chalecos amarillos", que nació hace poco más de un año
con el rechazo a las organizaciones tradicionales por bandera.
Los
"chalecos amarillos", no más de tres centenares, se congregaron antes
de la manifestación en la Plaza de la Bolsa y desfilaron por París hasta
la Estación del Norte, donde comenzaba la marcha convocada por los
sindicatos.
Para
el líder de la CGT, Philippe Martinez, "si el Gobierno contaba con una
tregua por navidades, debe de estar muy decepcionado, porque la
movilización sigue aquí".
El
propio presidente, Emmanuel Macron, que hasta ahora apenas ha
intervenido públicamente sobre las protestas, pidió hace unos días que
la contestación cesase durante las fiestas navideñas para permitir a los
franceses desplazarse estos días.
Desde
el Gobierno se trata de profundizar en la división entre las centrales
reformistas, más dispuestas a encontrar un acuerdo, y las que parten de
posiciones maximalistas y rechazan cualquier compromiso.
"La
CGT practica una forma de sindicalismo que rechaza cualquier reforma.
Pero hay otras formas de sindicalismo, con la CFDT o la UNSA, que es más
constructivo que el de la oposición sistemática", dijo a los medios el
secretario de Estado de Transporte, Jean Baptiste Djebbari.
El
Ejecutivo cuenta con que la larga duración de la huelga y la desunión
sindical puedan erosionar el movimiento antes de afrontar una nueva
ronda de negociaciones, el próximo 7 de enero.
Pese
a todo, los manifestantes se mostraban hoy en París igual de
determinados que el 5 de diciembre, cuando comenzó la movilización.
A
juicio de una maestra de escuela identificada solo como Christelle -por
miedo a posibles represalias-, "no ha habido concesiones hasta ahora
por el Gobierno"
El
próximo 31 de diciembre, Macron ofrecerá su tradicional discurso de fin
de año a los franceses, en el que se espera que aborde la crisis social
desatada por el proyecto de reforma de pensiones, una de las más graves
de su mandato.
"No espero nada de ese discurso, porque este presidente sólo entiende la fuerza", señala Christelle.
Tampoco
tiene grandes esperanza puestas en esa alocución el funcionario Antoine
Torraca, que pese a todo seguirá "atentamente" las palabras de Macron
para conocer "cómo intenta manipular, ya que siempre es interesante
escuchar el lenguaje de los estafadores".
Para
Torraca, la estrategia de las autoridades está clara: "Dejar pudrirse
la situación para que le gente se harte y se desmovilice. El Gobierno no
puede ceder, porque si lo hace no podrá seguir aprobando sus reformas
liberales, y todavía guarda muchas más...".
La
manifestación terminó con algunos altercados esporádicos protagonizados
por grupos de "chalecos amarillos" y policías antidisturbios.
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