QUITO.- Miles de indígenas en
Ecuador protagonizaron el miércoles la mayor movilización contra el
gobierno de Lenín Moreno desde que estallaron hace una semana las
violentas protestas contra los ajustes económicos pactados con el FMI,
que encarecieron los combustibles.
En la Amazonía las
manifestaciones obligaron a paralizar el transporte de petróleo por el
principal ducto, que bombea el 68% de la producción ecuatoriana.
En Quito un río de manifestantes marchó por el centro de
la agobiada capital, mientras grupos menos numerosos de estudiantes y
trabajadores se enfrentaron a piedra con la policía, que respondió con
gas lacrimógeno.
Tras la jornada de protesta, el Lenín Moreno abrió la expectativa de una pronta solución a la crisis.
Moreno, que el lunes
trasladó la sede del gobierno a Guayaquil acosado por las
manifestaciones, regresó por unas horas a Quito para seguir el curso de
los diálogos abiertos con la dirigencia indígena, y con la mediación de
la ONU y la Iglesia católica.
"Estamos obteniendo los mejores
resultados del diálogo con los hermanos indígenas. Sin duda alguna, esto
se va a solucionar muy pronto", dijo Moreno en un video difundido por
la televisión estatal.
Una fuente de la secretaría de Comunicación confirmó que el mandatario regresó a Guayaquil.
"La movilización está en marcha, no ha terminado", dijo por su parte el líder indígena Salvador Quishpe.
Los indígenas exigen como
condición que el gobierno desista de eliminar los subsidios que
condujeron al alza del precio del diésel y la gasolina hasta en 123%.
"Nos
tiene aquí la indignación ecuatoriana contra el paquetazo", señaló más
temprano Gonzalo Espín, dirigente de los indígenas de Cotopaxi (centro).
"Mientras no desista, seguiremos aquí", advirtió.
Una multitudinaria
concentración también se realizó este miércoles en la portuaria
Guayaquil, la segunda ciudad de Ecuador, contra las protestas que acosan
a Moreno.
"¡La democracia no caerá
en las calles de Guayaquil!", clamó la alcaldesa de derecha Cynthia
Viteri ante los manifestantes que se reunieron en la avenida 9 de
Octubre.
El acto fue convocado en defensa de la paz. La mayoría de los asistentes llegaron vestidos de blanco.
Guayaquil le dio así un respiro al gobierno en el marco de
la gran movilización del miércoles encabezada por los indígenas en
Quito.
Castigado por un alto endeudamiento y la iliquidez de su
dolarizada economía, Ecuador pactó en marzo un programa de préstamos con
el FMI que alcanza los 4.203 millones de dólares.
Pero apenas fue la semana
pasada que Moreno dio a conocer el lado más duro del ajuste, que
también prevé reformas tributarias, así como laborales que afectan a los
empleados públicos.
Los indígenas representan el 25% de la población ecuatoriana de 17,3 millones.
El despliegue de
los militares y un estado de excepción en rigor han sido insuficientes
para contener la crisis, la más grave desde la caída del entonces
presidente Lucio Gutiérrez en 2005.
El martes se produjeron
nuevos y violentos enfrentamientos. Un grupo de indígenas alcanzó a
ocupar el Legislativo antes de que fuera desalojado por los uniformados.
A
raíz de ello, el gobierno restringió el tránsito nocturno alrededor de
instalaciones estratégicas como ministerios, puentes y antenas de
comunicación.
En la primera semana de manifestaciones la Cruz Roja
atendió a 122 heridos en las manifestaciones. El gobierno contabiliza un
muerto y unos 700 detenidos.
Moreno culpa de la agitación social a su antecesor y exaliado Rafael Correa.
Según el mandatario, Correa intenta derrocarlo en alianza con el gobierno venezolano de Nicolás Maduro.
En
el centro de una ofensiva diplomática y económica, Maduro se burló al
señalar el martes que esa acusación es tan insólita como decir que puede
derrocar gobiernos con tan solo mover su bigote.
En Bélgica, Correa dijo el miércoles que sería candidato
si es necesario tras plantear el adelanto de elecciones ante la que
describe como "grave conmoción social". El exmandatario vive en ese país
de donde es su esposa.
Correa,
que enfrenta una orden de captura en Ecuador por un delito que le
endilga la fiscalía desde antes de que estallaran las protestas, negó
sin embargo que esté alentando el golpismo.
Lo cierto es que
"tenemos un problema muy serio de desajuste de la economía", señaló Simón Pachano, politólogo de la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (Flacso).
"Los precios de los combustibles es
(un tema) muy complejo que ningún gobierno lo ha tocado en 15 años. Si
es que el gobierno cede, se verá obligado a endeudarse mucho más".
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