SANTIAGO.- Un millón de personas
copaban el viernes todas las avenidas hacia una céntrica plaza de
Santiago, exigiendo reformas de un sistema económico que consideran
desigual y coreando lemas contra el gobierno por afrontar con militares
el peor estallido social en Chile en tres décadas.
La protesta
estudiantil iniciada hace una semana contra el aumento del metro derivó
en una crisis social en Chile, con los manifestantes en las calles
exigiendo un pedazo más grande de la prosperidad que hizo de este país
uno de los más estables de América Latina.
"Chile hoy vive una jornada histórica. La RM (región
metropolitana) es protagonista de una pacífica marcha de cerca de un
millón de personas que representan el sueño de un Chile nuevo, de forma
transversal sin distinción", dijo la intendenta de la capital Karla
Rubilar en Twitter, considerada una 'outsider' en el grupo político del
presidente de derecha del Sebastián Piñera.
Camioneros y automovilistas congestionaron este viernes las
carreteras que unen Santiago al resto del país para reclamar una baja en
las altas tarifas del sistema electrónico de peajes.
Tras siete
días con el país semiparalizado, la bolsa se desplomó solo el lunes y
luego ha seguido sin grandes alteraciones, al igual que el dólar que si
bien registró una subida esta semana, cerró a un nivel similar del mismo
mes del año pasado.
"Pedimos justicia,
honestidad, ética en el gobierno, no es que queramos socialismo,
comunismo; queremos menos empresas privadas, más Estado y las propuestas
que hizo (Piñera esta semana) van a arruinar el presupuesto para
subsidiar las empresas privadas", dijo Francisco Anguitar, 38
años, empleado en desarrollo de inteligencia artificial.
En su
paso por el palacio presidencial de La Moneda, donde miles insultaban al
presidente y a los militares que acordonan esta zona del centro de
Santiago, Anguitar enfatizó: "Lo que queremos es algo bien hecho", en
referencia a los cambios sociales que reclaman.
Este estallido
sin precedentes en Chile, el más grave en casi 30 años desde el fin de
la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), representa un claro
desafío para su reconocido modelo económico de mercado abierto.
En una semana han muerto 19 personas en violentos disturbios que
dañaron seriamente la red del metro de la capital que moviliza unos tres
millones de personas a diario, y a los que siguieron enfrentamientos,
saqueos e incendios en Santiago y otras ciudades.
Ante la
multiplicación de denuncias sobre la acción de los militares, que están
desplegados en las calles desde el sábado, la alta comisionada de
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la expresidenta chilena
Michelle Bachelet, anunció el envío de "una misión de verificación para
examinar" la situación.
De su lado, Amnistía Internacional dijo que "el mundo tiene los ojos
en Chile" y anunció el envío de su "equipo regional de crisis para
documentar", junto con sus trabajadores en el país, "las graves
violaciones a los derechos humanos y, posibles crímenes de derecho
internacional que se están cometiendo por agentes del Estado", dijo
Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía
Internacional.
Un exiguo
aumento de la tarifa del Metro de Santiago fue el catalizador de las
protestas, que han derivado en un movimiento mayor, heterogéneo y sin un
liderazgo identificable, que pone sobre la mesa otras demandas,
principalmente un aumento de las bajas pensiones del sistema privado,
heredado de la dictadura.
Carmen Gloria Rojas
Pizarro, una ama de casa de 40 años, dijo mientras marchaba que
el gobierno "ha tratado de entregar soluciones parche que no resuelven
el problema de fondo que tiene que ver directamente con la desigualdad".
"En
Santiago tenemos muchas diferencias entre la gente que vive en el
sector del barrio acomodado y el pueblo, entonces eso no se ha abordado
de la manera correcta", indicó sobre este país en el que el sueldo
mínimo es de unos 420 dólares, mientras un empleado profesional de los
sectores de clase alta supera los 4.000 dólares mensuales.
El anuncio de una batería de medidas sociales por parte de
Piñera el martes y su pedido de "perdón" por su gestión inicial de la
crisis no surtieron efecto.
"Nos das migajas", se leían en miles de pancartas en las marchas sobre estas medidas presidenciales.
El viernes rige el séptimo toque de queda nocturno consecutivo, entre las 23:00 (02:00 GMT) del viernes y las 04:00 del sábado.
El
metro -con más de 70 estaciones dañadas, varias de ellas destruidas-
funciona parcialmente en cinco de sus siete líneas, apoyado por miles de
buses para trasladar a la mayoría de los siete millones de
santiaguinos.
Las concentraciones de Santiago y otras ciudades
muestran un rostro festivo donde los temas "El baile de los que sobran" y
"Por qué no se van", que hicieron famosa a la agrupación de rock
chilena Los Prisioneros cuando Pinochet gobernaba con mano dura la
nación sudamericana, suenan en boca de miles de veinteañeros eufóricos
que no temen el toque de queda ni a los militares en las calles.
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