LA PAZ.- La cuestionada reelección
del presidente Evo Morales ha levantado interrogantes sobre si Bolivia
avanza hacia un régimen autoritario y aislado internacionalmente, como
el de Nicolas Maduro en Venezuela.
"Llegó la hora de escoger:
democracia o autocracia (...), república boliviana o Madurolandia,
libertad o dictadura", dice el expresidente derechista boliviano Jorge
'Tuto' Quiroga (2001-2002), mientras miles de ciudadanos que exigen en
las calles un balotaje entre Morales y Carlos Mesa tienen sus mismas
aprensiones.
"No queremos ser otra Venezuela, Evo se ha vuelto un
dictador, no lo queremos, por eso bloqueamos", declara
Sthefany, quien junto con otros estudiantes de una universidad privada
cortó una avenida en la pudiente zona sur de La Paz.
Un alto funcionario
estadounidense dijo en Washington que Estados Unidos
eventualmente declararía a Morales ilegítimo si no permite una segunda
vuelta, pero no llegó a establecer un paralelo directo con Venezuela.
"Pone
en peligro la relación" bilateral si no hay balotaje, dijo el
funcionario, aclarando sin embargo que Estados Unidos no reconocería al
candidato opositor como presidente, pues "no hay argumento de que Mesa
ganó las elecciones" del domingo.
"En todos los conteos, no obtuvo tantos votos como
Morales. La pregunta es si Morales tenía suficiente margen para evitar
una segunda vuelta. No lo creemos", dijo.
"No se puede decir que porque un competidor hizo algo mal entonces consideraremos que el otro ganó", añadió.
Otrora
potencia petrolera, Venezuela atraviesa bajo Maduro la peor crisis de
su historia reciente con una caída en su vital producción de crudo y una
inflación estimada por el FMI en 200.000% para 2019.
La grave
crisis económica, con un desplome de su vital producción de crudo, ha
inducido a emigrar a 3,6 millones de venezolanos desde 2016, según la
ONU.
Además, el gobierno de Maduro ha sido acusado por la alta
comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, de
perpetrar graves violaciones de derechos humanos, incluidas ejecuciones
extrajudiciales.
Maduro comenzó a apartarse de la Constitución
luego de que la oposición consiguiera el control del parlamento a fines
de 2015. Su régimen es rechazado por más de 50 países que desde enero
reconocen como mandatario interino al jefe parlamentario Juan Guaidó.
Sin
embargo, al cabo de nueve meses Guaidó no exhibe logros, lo que causa
desazón entre sus seguidores y siembra dudas en el exterior sobre las
vías para superar la crisis política venezolana.
Maduro
es el delfín del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez
(1999-2013), quien promovió el "Socialismo del Siglo XXI" y creó el
bloque de países del ALBA, integrado además por Cuba y Nicaragua.
A este proyecto y al ALBA
adhirió Morales, el primer indígena que gobierna Bolivia, a quien el
tribunal electoral proclamó el jueves como reelegido por estrecho margen
para un cuarto mandato consecutivo, tras un escrutinio cuestionado por
la oposición boliviana y por Estados Unidos, la Unión Europea, el
secretario general de la ONU y la misión de observadores de la OEA.
Morales,
quien cumple 60 años este sábado, llegó al poder en 2006 y fue
reelegido sin sobresaltos en dos ocasiones anteriormente, apoyado por su
enorme popularidad entre los más pobres y las familias indígenas.
Sin embargo, desde hace tres años viene dando pasos que
alimentan sospechas opositoras de que avanza hacia una "autocracia" y de
que recurrirá a cualquier resquicio para "perpetuarse" en el poder.
Sus
enemigos -que se concentran en las clases media y alta- afirman que
Morales ha desconocido dos veces la voluntad de las urnas: en estas
elecciones y en el referéndum de 2016, cuando los bolivianos rechazaron
que fuera nuevamente candidato, lo que fue borrado de un plumazo por la
corte constitucional en 2017.
A
pesar de las aprensiones de la oposición, el académico y analista
Carlos Borth descarta que Bolivia esté avanzando a ser una nueva
Venezuela, pues el Congreso es afín a Morales, a diferencia de lo que le
ocurrió a Maduro en Venezuela.
"No creo que suceda eso, por la
siguiente razón: la composición del órgano legislativo le es todavía
favorable (a Morales), tiene mayoría tanto en diputados como en el
Senado, por lo tanto la polarización no pasa por suplir la función del
legislativo ni va a existir la posibilidad de empantanamiento
institucional", dice Borth.
El sociólogo y analista César
Camacho vaticina que Morales (o cualquier otro gobernante) enfrentará
protestas sociales, más allá de las disputas electorales de ahora.
"Dado
el crecimiento desmedido del Estado (boliviano) y los gastos mal
planificados, el próximo gobierno que ingrese deberá reducir ciertos
gastos, lo que implicará una fuerte ola de protestas sociales, sobre
todo con los sectores sociales más vulnerables", declara Camacho.
Mientras,
en las calles crece la polarización y los discursos maniqueístas. "No
queremos ser otra Venezuela", "Evo báñate, "indios a gobernar al campo",
gritan los cientos de jóvenes opositores frente a los tribunales
electorales.
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