miércoles, 2 de octubre de 2019

La Reserva Federal también traza su propia ruta sobre el cambio climático

WASHINGTON.- El presidente de la Reserva Federal de Dallas, Robert Kaplan, tuvo que hacer frente a más preguntas sobre un tema en particular sobre cualquier otro en un almuerzo reciente con empresarios locales y líderes comunitarios en la costa del Golfo de Texas. 

No fue sobre las reiteradas exigencias del presidente Donald Trump de que el banco central de EEUU baje las tipos de interés, ni sobre la visión de Kaplan de la economía nacional que los asistentes al almuerzo en la ciudad texana de Corpus Christi querían saber. Lo que querían era información sobre el cambio climático.
Texas ha sufrido inundaciones catastróficas que han causado miles de millones en pérdidas en los últimos años. Hoy día, “es difícil reunirse con un empresario, un dirigente municipal o un líder de la comunidad en este Estado” que no tenga preguntas sobre el cambio climático, dijo Kaplan, un exbanquero de inversión de Goldman Sachs y uno de los 17 reguladores de la Reserva Federal, en respuesta a una pregunta formulada durante el almuerzo del pasado 20 de septiembre.
No se trata sólo de Texas. Tras los devastadores incendios en el norte de California y las destructivas tormentas en las costas de Carolina y Florida, los bancos regionales de la Reserva Federal están redoblando los esfuerzos en el estudio de la forma en que el calentamiento de la tierra afectará a las empresas, los consumidores y el sistema bancario del país, con unos activos por valor de 17 billones de dólares.
Esta actitud representa una clara desviación de la posición de gran parte de la administración Trump, que ha desestimado los informes científicos sobre el cambio climático, ha instalado a negacionistas climáticos en puestos clave, incluyendo la Agencia de Protección Ambiental, ha censurado o minimizado la investigación sobre los riesgos del calentamiento global y ha hecho retroceder la normativa encaminada a limitar las emisiones de gases de efecto invernadero.
La Reserva Federal, sin embargo, tiene una estructura única que le garantiza más independencia operativa con respecto a la Casa Blanca que los departamentos gubernamentales.
Si bien la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal, con sede en Washington, forma parte del Gobierno federal, sus miembros cumplen mandatos de 14 años, más que lo que dura el de un presidente del Gobierno. Los 12 bancos federales regionales del sistema son propiedad privada en manos de instituciones financieras locales que operan bajo la supervisión de la Junta, dentro del mandato general del banco central de alcanzar el pleno empleo y precios estables.
Esa independencia le da a la Reserva Federal un gran peso en las comunidades locales, a pesar de que el cambio climático sigue siendo una cuestión de alta carga ideológica en algunas partes del país. “Hay mucha información y muchas declaraciones sobre el cambio climático”, dijo Elizabeth Chu Richter, la arquitecta que moderó el almuerzo de Corpus Christi el mes pasado. Pero “la Reserva Federal es objetiva; trabajan a partir de los datos que recopilan”.
La investigación sobre el cambio climático no ha sido prioritaria con anterioridad para la Reserva Federal. 
Catherine Wolfram, directora de programas del Programa de Economía Medioambiental y Energética de la Oficina Nacional de Investigación Económica, se acuerda de una charla que dio en la sede de la Reserva Federal en Washington en 2017.
Además de la economista ambiental que la invitó, dijo, “no había más de seis personas que estuvieran siquiera ligeramente interesadas en el tema”.
Dos años después, la Reserva Federal de San Francisco celebrará una conferencia sobre la economía del cambio climático, la primera del banco central de Estados Unidos, el 8 de noviembre, la cual ya tiene lleno el aforo. Los organizadores planean transmitir en directo el evento durante todo el día para los que se han quedado fuera.
Los trabajos académicos presentados en el evento evaluarán el efecto de la creciente contaminación en los tipos de interés y el impacto del calentamiento global en el crecimiento económico, los mercados laborales y la política monetaria.
“Lo que estamos tratando de hacer aquí es abarcar un rango amplio, tratar de abordar cómo el riesgo climático está afectando a la macroeconomía y al sistema financiero”, dijo Sylvain Leduc, jefe de investigación de la Reserva Federal de San Francisco.
En julio, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo al Congreso que el banco central incorpora sus “innovadores” estudios sobre episodios climáticos severos en su supervisión de los bancos, aunque considera que el cambio climático es más un asunto “a largo plazo” que un tema cotidiano.
En enero, los cuatro exjefes vivos de la Reserva Federal firmaron un documento en apoyo a un impuesto al carbono que aumentaría el coste de los contaminantes combustibles fósiles, arguyendo que el cambio climático global es “un problema serio que requiere una respuesta nacional inmediata”.
El programa de la conferencia anual sobre energía de la Reserva Federal de Kansas City/Dallas de octubre incluirá, por primera vez en su historia, la energía renovable, además de las perspectivas sobre los combustibles fósiles.
Aunque el banco central de Estados Unidos se está tomando el tema en serio, sigue estando muy por detrás de sus homólogos mundiales, como el Banco de Inglaterra y el banco central holandés, que han sido los primeros en pedir que se tomen medidas para mitigar los efectos potencialmente catastróficos del cambio climático sobre el crecimiento económico y la estabilidad financiera. 
La mayoría de los bancos centrales del G20, incluidos el Banco Central Europeo y el Banco Popular de China, han suscrito la Red para hacer más Ecológico el Sistema Financiero, un grupo de intercambio de información. El Fondo Monetario Internacional, cuyo accionista mayoritario es Estados Unidos, también se unió la semana pasada.
La Reserva Federal no lo ha hecho todavía, una decisión que, según algunos analistas, es un guiño a la postura de la administración Trump sobre el tema. 
“Lo último que la Reserva Federal debe hacer ahora mismo es avivar las llamas del antagonismo entre Trump y el banco central”, dijo Adam Tooze, profesor de historia económica de la Universidad de Columbia en Nueva York.

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