WASHINGTON.- El presidente de la Reserva Federal de Dallas, Robert Kaplan, tuvo que
hacer frente a más preguntas sobre un tema en particular sobre cualquier
otro en un almuerzo reciente con empresarios locales y líderes
comunitarios en la costa del Golfo de Texas.
No fue sobre las reiteradas exigencias del presidente Donald Trump de
que el banco central de EEUU baje las tipos de interés, ni sobre la
visión de Kaplan de la economía nacional que los asistentes al almuerzo
en la ciudad texana de Corpus Christi querían saber. Lo que querían era
información sobre el cambio climático.
Texas ha sufrido
inundaciones catastróficas que han causado miles de millones en pérdidas
en los últimos años. Hoy día, “es difícil reunirse con un empresario,
un dirigente municipal o un líder de la comunidad en este Estado” que no
tenga preguntas sobre el cambio climático, dijo Kaplan, un exbanquero
de inversión de Goldman Sachs y uno de los 17 reguladores de la Reserva
Federal, en respuesta a una pregunta formulada durante el almuerzo del
pasado 20 de septiembre.
No se trata sólo de Texas. Tras los
devastadores incendios en el norte de California y las destructivas
tormentas en las costas de Carolina y Florida, los bancos regionales de
la Reserva Federal están redoblando los esfuerzos en el estudio de la
forma en que el calentamiento de la tierra afectará a las empresas, los
consumidores y el sistema bancario del país, con unos activos por valor
de 17 billones de dólares.
Esta actitud representa una
clara desviación de la posición de gran parte de la administración
Trump, que ha desestimado los informes científicos sobre el cambio
climático, ha instalado a negacionistas climáticos en puestos clave,
incluyendo la Agencia de Protección Ambiental, ha censurado o minimizado
la investigación sobre los riesgos del calentamiento global y ha hecho
retroceder la normativa encaminada a limitar las emisiones de gases de
efecto invernadero.
La Reserva Federal, sin embargo, tiene una
estructura única que le garantiza más independencia operativa con
respecto a la Casa Blanca que los departamentos gubernamentales.
Si
bien la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal, con sede en
Washington, forma parte del Gobierno federal, sus miembros cumplen
mandatos de 14 años, más que lo que dura el de un presidente del
Gobierno. Los 12 bancos federales regionales del sistema son propiedad
privada en manos de instituciones financieras locales que operan bajo la
supervisión de la Junta, dentro del mandato general del banco central
de alcanzar el pleno empleo y precios estables.
Esa independencia
le da a la Reserva Federal un gran peso en las comunidades locales, a
pesar de que el cambio climático sigue siendo una cuestión de alta carga
ideológica en algunas partes del país. “Hay mucha información y muchas
declaraciones sobre el cambio climático”, dijo Elizabeth Chu Richter, la
arquitecta que moderó el almuerzo de Corpus Christi el mes pasado. Pero
“la Reserva Federal es objetiva; trabajan a partir de los datos que
recopilan”.
La investigación sobre el cambio climático no ha sido prioritaria con anterioridad para la Reserva Federal.
Catherine Wolfram, directora de programas del Programa de Economía
Medioambiental y Energética de la Oficina Nacional de Investigación
Económica, se acuerda de una charla que dio en la sede de la Reserva
Federal en Washington en 2017.
Además de la economista ambiental
que la invitó, dijo, “no había más de seis personas que estuvieran
siquiera ligeramente interesadas en el tema”.
Dos años después,
la Reserva Federal de San Francisco celebrará una conferencia sobre la
economía del cambio climático, la primera del banco central de Estados
Unidos, el 8 de noviembre, la cual ya tiene lleno el aforo. Los
organizadores planean transmitir en directo el evento durante todo el
día para los que se han quedado fuera.
Los trabajos académicos
presentados en el evento evaluarán el efecto de la creciente
contaminación en los tipos de interés y el impacto del calentamiento
global en el crecimiento económico, los mercados laborales y la política
monetaria.
“Lo que estamos tratando de hacer aquí es abarcar un
rango amplio, tratar de abordar cómo el riesgo climático está afectando
a la macroeconomía y al sistema financiero”, dijo Sylvain Leduc, jefe
de investigación de la Reserva Federal de San Francisco.
En
julio, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo al
Congreso que el banco central incorpora sus “innovadores” estudios sobre
episodios climáticos severos en su supervisión de los bancos, aunque
considera que el cambio climático es más un asunto “a largo plazo” que
un tema cotidiano.
En enero, los cuatro exjefes vivos de la
Reserva Federal firmaron un documento en apoyo a un impuesto al carbono
que aumentaría el coste de los contaminantes combustibles fósiles,
arguyendo que el cambio climático global es “un problema serio que
requiere una respuesta nacional inmediata”.
El programa de la
conferencia anual sobre energía de la Reserva Federal de Kansas
City/Dallas de octubre incluirá, por primera vez en su historia, la
energía renovable, además de las perspectivas sobre los combustibles
fósiles.
Aunque el
banco central de Estados Unidos se está tomando el tema en serio, sigue
estando muy por detrás de sus homólogos mundiales, como el Banco de
Inglaterra y el banco central holandés, que han sido los primeros en
pedir que se tomen medidas para mitigar los efectos potencialmente
catastróficos del cambio climático sobre el crecimiento económico y la
estabilidad financiera.
La mayoría de los bancos centrales del G20, incluidos el Banco
Central Europeo y el Banco Popular de China, han suscrito la Red para
hacer más Ecológico el Sistema Financiero, un grupo de intercambio de
información. El Fondo Monetario Internacional, cuyo accionista
mayoritario es Estados Unidos, también se unió la semana pasada.
La
Reserva Federal no lo ha hecho todavía, una decisión que, según algunos
analistas, es un guiño a la postura de la administración Trump sobre el
tema.
“Lo último que la Reserva Federal debe hacer ahora mismo es
avivar las llamas del antagonismo entre Trump y el banco central”, dijo
Adam Tooze, profesor de historia económica de la Universidad de Columbia
en Nueva York.
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