PARÍS.- Miles de policías
desfilaron este miércoles en París en la "marcha de la cólera", una
movilización inédita en casi 20 años, con el aumento de los suicidios
entre miembros de la institución y la reforma de las jubilaciones como
telón de fondo.
El cortejo partió a primera hora de la tarde desde
la Plaza de la Bastilla, en el corazón de la capital francesa, hacia la
cercana Plaza de la República, clásico punto de concentraciones de
protesta, al sonido de petardos y sirenas mezclado con "La Marsellesa"
(himno francés).
Según las organizaciones sindicales, que lograron unir a
todos los cuerpos y jerarquías, unas 26.000 personas participaron en
esta movilización. Hay unos 150.000 policías en toda Francia.
"Hay
un hartazgo profundo", señaló David Le Bars, secretario general de un
sindicato de comisarios. "Todos los sindicatos son conscientes de que la
policía está enferma", añadió.
Los sindicalistas policiales no recuerdan una manifestación tan unitaria desde 2001.
A
diferencia de las precedentes movilizaciones, no se trata de un hecho
sangriento que actuase como elemento desencadenante, sino un desgaste
operacional vinculado al movimiento de los "Chalecos amarillos", que
desde hace casi un año denuncia la política social y fiscal del
gobierno, a lo que se une una ola de suicidios de miembros de la policía
(52 desde enero), un mal endémico en esta institución.
"Vinimos
aquí para protestar por nuestras condiciones laborales y, sobre todo,
para rendir homenaje a nuestros colegas que han puesto fin a sus días",
declaró en medio del desfile Damien, de 24 años, agente policial en
París.
Demian señala,
irritado, las condiciones de trabajo "catastróficas": "nuestros
vehículos marcan más de 300.000 en el cuentakilómetros, nuestras
instalaciones son insalubres, con cucarachas y ratones en la cafetería y
los vestuarios, pero para nuestros jefes eso es algo normal".
Las
manifestaciones de los "chalecos amarillos", que en algunos casos han
degenerado en violentos enfrentamientos y disturbios, han reavivado las
polémicas sobre la policía, alimentadas por imágenes de manifestantes
heridos --unos 2.500, algunos de ellos graves.
Para Yves, de 54
años, 32 de los cuales en la policía, desde que comenzó el movimiento de
los 'chalecos amarillos', "siempre vemos los golpes de cachiporra, pero
nunca los adoquines que nos lanzan".
"No me levanto diciéndome
'voy a romperles la cara a dos, tres tipos' (...), sino para proteger a
la población", dice este oficial de policía proveniente del sur de
Francia.
Unos mil policías también han resultado heridos en las
manifestaciones de los "chalecos amarillos", en las cuales uno de los
eslóganes más populares es "Todos odiamos a la policía". Hace menos de
cinco años, tras los primeros mortíferos ataques yihadistas, los
policías habían sido ovacionados.
Afectado,
Brahim, de 48 años, ya no soporta el "odio 'antipoli' y el deterioro
del vínculo con la población", y considera la posibilidad de cambiar de
profesión, porque "ha perdido la fe".
"Actualmente,
hay elementos que se añaden: tras la ola de atentados terroristas, las
fuerzas del orden enfrentan a los 'chalecos amarillos' en una
movilización de larga duración, en condiciones de intervención muy
difíciles.
También está la cuestión de los suicidios que resurge,
pero asimismo están las relaciones deterioradas con la población",
explicó Jacques Maillard, quien codirige un centro de investigación
sobre derecho e instituciones penales.
Los policías también están
preocupados por los proyectos de reforma de las jubilaciones, ante el
temor de perder las ventajas de su sistema de retiro.
Ante esta
nueva revuelta, el ministerio del Interior también destaca sus esfuerzos
presupuestarios, con el aumento en "más de mil millones de euros" del
presupuesto de la Policía Nacional desde el comienzo del mandato del
presidente Emmanuel Macron, en 2017, y la promesa de reclutar a 10.000
nuevos policías y gendarmes.
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