viernes, 24 de mayo de 2019

Antes de cambiar de presidente, el BCE debate sobre su rumbo

BRUSELAS.- La próxima presidencia del Banco central europeo (BCE), producto de negociaciones políticas, se decide tras las elecciones europeas del domingo, pero antes la institución de Fráncfort debe fijar su rumbo.

Una fuente europea deseaba recientemente "buena suerte" al sustituto del italiano Mario Draghi, de 71 años, que abandonará su cargo a finales de octubre después de ocho años al frente del BCE durante un periodo marcado por la crisis de la zona euro.
La presidencia del BCE es el cargo "que tiene más poder" de todos los puestos claves en las instituciones europeas que se liberan este año y que los jefes de estado se repartirán a partir de la cumbre del próximo martes en Bruselas.
Olli Rehn, gobernador del Banco de Finlandia y posible sustituto de Draghi, pedía en marzo "un análisis completo de las principales directrices, hipótesis claves y herramientas" del BCE para evaluar las transformaciones económicas desde la crisis de 2008.
La institución de Fráncfort "podría seguir el ejemplo de la Reserva federal estadounidense (Fed) que está revisando actualmente su política monetaria y sus herramientas", explica Eric Dor, director de estudios económicos en el IESEG School of Management.
La última modificación de la estrategia del BCE data de 2003, cuando se estableció que el objetivo de "estabilidad de los precios" debía definirse a partir de una inflación ligeramente inferior al 2%, un nivel considerado suficiente para favorecer las inversiones y el empleo.
Tras el estallido en 2008 de la crisis financiera y después la de la zona euro, Mario Draghi llegó al frente del BCE en 2012 y apostó por políticas monetarias heterodoxas e "hizo todo lo posible" para salvar la moneda única.
No obstante, la institución de Fráncfort tuvo en los últimos seis años grandes dificultades para respetar sus objetivos respecto a la inflación, a pesar de haber rebajado los tipos de interés a mínimos históricos e inyectado grandes cantidades de dinero con la compra de deuda pública y privada.
"Un nuevo presidente podrá iniciar un debate" sobre la política monetaria, objeto de "numerosas críticas" en los últimos años, defiende Paul de Grauwe, profesor en la London School of Economics.
Los países más ricos de la eurozona, empezando por Alemania, criticaron con regularidad las políticas llevadas a cabo por Draghi, al considerar que perjudicaban a los ahorradores y favorecían las burbujas financieras e inmobiliarias.
Además, "en un mundo cada vez más globalizado" resulta discutible que el BCE "se focalice" solo en la inflación como prácticamente su único criterio, considera Marcel Fratzscher, presidente del instituto económico berlinés DIW.
Según Benoît Coeuré, miembro del directorio del BCE, el peso creciente del sector servicios en perjuicio de la industria junto con el aumento de la competitividad y la moderación salarial favorecieron el estancamiento de los precios.
"¿Queremos apostar por una estrategia dual basada en los niveles de inflación y de empleo como lo hace la Reserva federal estadounidense?, se pregunta Fratzscher.
Una de las recomendaciones de los expertos consiste en "flexibilizar" la inflación para alcanzar los objetivos fijados de forma gradual y otra es marcarse un doble objetivo respecto "al crecimiento real y la inflación", según Dor.
El BCE también podría encargarse de prevenir las burbujas financieras y supervisar los fondos especulativos o influir sobre una mayor variedad de tipos de interés, como hace el Banco de Japón.
Más allá de los debates entre expertos, cualquier modificación de la estrategia monetaria en la zona euro "resultará determinante para la economía y los mercados", asegura De Grauwe.
Según este profesor de la London School of Economics, ante las dificultades para que suba la inflación, la acción del BCE debería verse complementada "por una política presupuestaria más expansiva de la parte de los Estados".

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