sábado, 16 de enero de 2016

Cuba, en guardia contra el mal clima

LA HABANA.- Una larga sequía interrumpida por lluvias intensas a destiempo a causa de la corriente El Niño, el cambio climático y el aumento de sismos, proyecta un futuro difícil para Cuba en sus relaciones con la naturaleza.

    Esta semana, las autoridades meteorológicas nacionales llamaron al país a "prepararse" para los efectos de El Niño, o ENOS, una corriente que se activa periódicamente en el Océano Pacífico con consecuencias sobre el clima mundial. Los científicos advirtieron que sus efectos, que ya se sintieron durante el año pasado, se prolongarán a este mes de enero, a febrero, marzo y "quizá hasta abril".
    La alarma se debe a que esos meses tradicionales de sequía en el área del Mar Caribe, donde está Cuba, serán no solo lluviosos pero además pueden tornarse "tormentosos" cuando se mezclan con los habituales "frentes fríos" de esta época del año.
    La Habana, todo parece indicar, ya sufre los impactos de las lluvias, por momentos torrenciales, tras un período de sequía que llevó a aplicar medidas de ahorro severas. Un especialista del Centro del Clima del Instituto de Meteorología, Ramón Pérez, dijo a la prensa local que el ENOS ya causa "notables impactos" en regiones del planeta muy distantes entre sí.
    Las secuelas más frecuentes son las precipitaciones intensas e inundaciones "de suma consideración" en países de América del Sur, y sequías severas en Indonesia, sur de África y otras áreas geográficas, dijo Pérez.
    Para los cubanos el principal efecto de El Niño en 2015 fue pasar de temperaturas tan altas que no se reportaban desde 1951, hasta las actuales turbonadas que en el caso de la capital cubana, de dos millones de habitantes, han causado inundaciones en muchos de sus barrios.
    Cuando finalmente decline ENOS, algo que sucederá posiblemente desde abril, el archipiélago cubano tendrá aún que preocuparse por los efectos del calentamiento global, el cual , además de causar lo mismo lluvias que secas, también influyen en el número y la intensidad de los huracanes en la región y determina penetraciones del mar que amenazan tierras fértiles.
    Durante esta temporada de ciclones, ninguna de esas terribles tormentas tropicales se acercó a este país, como uno de los pocos efectos benéficos de El Niño, según algunos especialistas que no lo consideran después de todo tan travieso. Pero sí hubo una advertencia climática muy inesperada en enero cuando surgió, hace pocas horas, en el Atlántico el primer huracán del año nada menos que con cinco meses de anticipación a la temporada que corre de junio a noviembre. Esto no ocurría en el área desde 1938.
    Como si la locura climática fuera poco, Cuba está vigilando actualmente los sismos que suele sufrir anualmente. En 2015 se registraron en su territorio 5.053 de esos temblores, según divulgó el Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais).El mayor del año fue de una magnitud de 4.2 en la escala de Richter, en JagUey Grande, una ciudad en la provincia occidental de Matanzas.
    Afortunadamente, y sin negar las preocupaciones futuras, ninguno de los sismos causó ni pérdidas humanas ni económicas durante el año.

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