domingo, 11 de enero de 2009

La UE busca alternativas a la energía rusa

MOSCÚ.- Las relaciones gasistas entre Rusia y Ucrania no son un problema de carácter político», dijo el presidente ruso, Dimitri Medvedev. Lo hizo durante una conversación telefónica con su homólogo ucraniano, Viktor Yushchenko, autor de la revolución naranja que reorientó en 2004 la política exterior de Kiev hacia la UE en detrimento de los históricos lazos ruso-ucranianos.

La opinión de Medvedev no tiene eco en Occidente y mucho menos en EEUU, que ya acusó en 2006 a Moscú de usar la llave del gas como «arma política» para castigar a las repúblicas ex soviéticas díscolas. Joaquín Almunia, comisario europeo de asuntos económicos, instó a Rusia desde Bratislava a «no utilizar el gas como un arma para amenazar a los otros».

Los cortes de suministro registrados esta semana ponen a la UE ante la necesidad de diversificar los gasoductos y prescindir de Rusia como principal proveedor oriental en favor de Azerbayán o incluso Irán, a juicio de "El Mundo".

En febrero de 2008 Putin calificó esta búsqueda de alternativas al gas ruso de «política incorrecta y estúpida».La principal apuesta europea en este sentido es el gasoducto Nabucco, que conectaría el Mar Caspio con Europa pasando por Turquía, Bulgaria, Rumania, Hungría y Austria, con 3.000 kilómetros de tubería.

En abril de 2008, la UE alcanzó un acuerdo con Turkmenistán para que se sume como proveedor al proyecto. Paralelamente, Gazprom mantiene acuerdos con este país para la exportación de 50.000 millones de metros cúbicos de gas anuales.

En la era comunista, Moscú marcó su territorio con misiles pero también con tuberías. Los gasoductos y oleoductos surcaban la extensa geografía de la Unión Soviética como arterias de acero de un imperio aparentemente indestructible. Rusia asumió entonces el monopolio del transporte y de la construcción de gasoductos y oleoductos no sólo en la región, sino en media Europa. Y mantuvo esa posición de poder durante una década pese al derrumbe de la URSS en 1991.

Sin embargo, todo cambió tras el 11-S y la consiguiente apertura de bases estadounidenses en repúblicas ex soviéticas centroasiáticas limítrofes con Afganistán. Pero, sobre todo, después de las revoluciones que sacudieron Georgia y Ucrania en 2003 y 2004 (inducidas por Occidente, según Moscú) y que reorientaron sus regímenes hacia la UE y la OTAN.

Encajonada entre Rusia y Europa, Ucrania se arrima a Occidente como al sol que más calienta. Sin embargo, Bruselas se muestra renuente a abrirle sus puertas y las reiteradas crisis del gas han logrado enfriar los ánimos de muchos naranjas.No en vano, la primera ministra, Yulia Timoshenko, ha protagonizado en 2008 un acercamiento a Moscú que se halla en la base de su actual rivalidad con Yushchenko.

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