Según
las previsiones agrarias a 31 de enero publicadas hoy por el Instituto
Nacional de Estadística (INE), con la recolección de la aceituna
"prácticamente finalizada", los "escenarios son regionalmente
heterogéneos", aunque "en general, al inicio del ciclo, y tras una buena
floración", el cuajado no se ha producido "en las mejores condiciones" y
la carga inicial de fruto ha sido inferior a la de la campaña anterior.
Aun
así, en el interior del norte y el centro, las lluvias que se
produjeron hacia el final del ciclo productivo del olivar propiciaron un
aumento del tamaño de las aceitunas, permitiendo una recuperación en
muchos olivares tradicionales de secano, para los que se esperan
aumentos de producción para 2019.
En el Alentejo, por el
contrario, una región en la que el olivar moderno de regadío tiene un
peso muy significativo (la influencia de la pluviometría en la
producción final es mucho menor), "fueron las condiciones iniciales,
sobre todo el entorno, las que determinaron la evolución de la campaña,
menos productiva que la anterior".
"En conjunto, se estima un descenso del 25% en la producción de aceite de oliva, con respecto a 2019", dice el INE, señalando que, a pesar de que el rendimiento del aceite de oliva (funda) es inferior al del año anterior, "el producto final presenta una calidad organoléptica y química dentro de los parámetros normales."
A pesar del descenso previsto, la producción de aceitunas "se mantiene en niveles bastante elevados", se espera que sea "la sexta más alta de las últimas 80 campañas) y "sigue mostrando claramente el fenómeno de la cosecha/contraestación (manifestación de la alternancia anual de la producción)".
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