WASHINGTON.- La epidemia del nuevo
coronavirus que golpea China afecta más rápida y masivamente al
crecimiento mundial que la del SRAS, la neumonia atípica de 2003, lo que
ilustra el peso económico adquirido por el gigante asiático en dos
décadas.
Laurie Garrett, periodista del Foreign Policy, habla de
"epidemia de las rutas de seda", estableciendo un paralelo entre la
propagación de la enfermedad y el nombre del gran programa de
infraestructuras de Pekín, que quiere conectar China con el resto del
mundo para irrigarlo aún más con sus productos y servicios.
El resultado es que, según ella, "ahora es imposible poner a China en cuarentena".
China,
con un espectacular crecimiento desde los años 90, ha llegado a ser la
segunda economía mundial, justo detrás de Estados Unidos. Representa hoy
la sexta parte del PIB mundial, con cerca del 16%. "Es el doble que
hace diez años, y tres veces más que durante la epidemia del SRAS"
(Síndrome respiratorio agudo severo) explica Julien
Marcilly, jefe economista de Coface.
El crecimiento chino previsto
para este año es de algo menos del 6%, pero si perdiera uno o dos puntos
por la epidemia, como temen los economistas, ello afectaría a toda la
economía mundial.
Las masivas
importaciones de petroleo y de materias primas han sostenido el despegue
industrial de China en los últimos 20 años. Aunque han disminuido
ahora, estas importaciones representan "10% del consumo de la producción
mundial de petróleo, y sobre todo 40% del consumo de metales" destaca
Charles de Quinsonas, administrador de activos M&G.
Las
cotizaciones de petróleo han caído 15% desde principios de año, y las
del cobre un 7%, lo que penaliza a los países exportadores.
"Los
turistas chinos gastan cada año 130.000 millones de dólares en todo el
mundo", recuerda Marcilly. Aunque los dos principales destinos son Hong
Kong y Macao, países como Japón y Tailandia van a sentir las
consecuencias de la epidemia, pero también Francia, que acoge a
numerosos turistas chinos, grandes consumidores del sector del lujo
francés.
Con la emergencia de una clase media adinerada, China
también se ha convertido en una locomotora del sector del transporte
aéreo. En comparación con hace diez años, "450 millones suplementarios
de pasajeros se desplazan hacia y desde China, y en el interior del
país", según indicó la Asociación internacional del transporte aéreo
(Iata) a fines de enero.
"Un paro
prolongado de la actividad en China podría perturbar algunas cadenas de
suministro en los sectores químico, de componentes de transporte y de
electrónica" según la aseguradora Euler Hermes.
Según Deniz Unal,
economista en el Cepii, "el efecto mas claro de la epidemia se produce
en la energía electrónica y el material eléctrico", sectores en los que
China "no solamente es exportadora neta, sino a veces única
exportadora".
La provincia de Hubei, foco del coronavirus, es un
importante centro de producción de automóviles y "dado el muy alto nivel
de interdependencia entre la industria automotriz y el resto de la
economía, el impacto de la epidemia será probablemente significativo en
la mayoría de las actividades industriales", destaca Euler Hermes.
Los
constructores europeos y norteamericanos que poseen "fuentes de
suministro múltiples" no deben verse afectados, a diferencia del
surcoreano Hyundai, que ha cesado sus operaciones debido a la epidemia
que paraliza a las fábricas chinas, que le suministran componentes.
"Para
una treintena de países, China es el primer destinatario de sus
exportaciones" explica Marcilly. Países orientados a la exportación como
Alemania van a verse afectados.
Pero los primeros afectados por
una ralentización de los intercambios comerciales con China van a ser
los demás países de Asia, observa Unal, que destaca que el comercio
intraasiático representa hoy 20% de los intercambios comerciales
mundiales, contra 5% en 2003.
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