SAO PAULO.- El
presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, sancionó, sin vetos y con un
fondo electoral, el Presupuesto del Gobierno para 2020, aprobado el
pasado diciembre por el Congreso y que prevé unos gastos por un total de
3,68 billones de reales (unos 865.384 millones de dólares).
En
un mensaje publicado en su cuenta en Twitter, el ministro de la
Secretaría General, Jorge Oliveira, anunció esta madrugada que
Bolsonaro, en el poder desde el 1 de enero de 2019, sancionó
"integralmente" la Ley Presupuestaria Anual, que estima los ingresos y
fija los gastos del Gobierno brasileño para el año.
El
Presupuesto de 2020 prevé un crecimiento económico del 2,32 % del
Producto Interior Bruto (PIB) y la creación del llamado "Fondo
Electoral", destinado a financiar las campañas políticas para las
elecciones municipales que serán celebradas el próximo octubre, por un
valor de 2.000 millones de reales (unos 480 millones de dólares).
El
proyecto, elaborado por el Gobierno, está calculado sobre la base de
que la inflación del país se mantendrá bajo control, en torno a un 3,5 %
anual, una tasa que, caso se confirme, se ubicaría dentro de la meta
establecida, que es del 4 %, con un techo máximo del 5,5 %.
Igualmente
adelanta que el déficit primario del sector público, un problema
crónico en Brasil, se mantendrá elevado y llegará en 2020 a 124.000
millones de reales (unos 29.807 millones de dólares).
Las
proyecciones en el presupuesto aprobado para 2020 son optimistas y
apuntan a que la mayor economía de Sudamérica reaccionará a las reformas
estructurales llevadas a cabo por el Gobierno del ultraderechista
Bolsonaro en su primer año al frente de la Presidencia.
Los
cálculos volcados en el proyecto estiman que el PIB brasileño crecerá
un 2,32 % este año, frente al 1 % que es esperado para 2019 y que fue el
mismo crecimiento registrado tanto en 2017 como en 2018.
Bolsonaro,
un capitán de la reserva del Ejército, promovió en su primer año de
Gobierno un programa económico de corte liberal basado en
privatizaciones, concesiones y reformas estructurales, con el que espera
reducir el tamaño del Estado y reactivar la economía del país tras la
dura recesión sufrida en 2015 y 2016, cuando el PIB brasileño se
desplomó un 7 %.
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