WASHINGTON.- Estados Unidos y China
firman el miércoles un acuerdo comercial tras meses de disputa. Pero esa
victoria política del presidente Donald Trump tiene un sabor amargo por
los daños que se infligieron las dos primeras economías mundiales
durante el conflicto.
"Los problemas de fondo siguen pendientes
pero, políticamente, es algo muy bueno" para el presidente que busca un
segundo mandato, opina Edward Alden, experto en política comercial en el
grupo de reflexión Council on Foreign Relations.
Trump puede jactarse de haber sido "tenaz" con China. Y,
"técnicamente, ha obtenido un acuerdo" que había prometido a sus
electores en 2016, recuerda Alden.
Además, esta tregua en la
guerra comercial tranquiliza a los mercados que, en 2018 y 2019,
sufrieron numerosos sobresaltos por la decisión de Washington y Pekín de
imponerse aranceles punitivos mutuos.
El acuerdo también podría
estimular la economía estadounidense, una suerte para la campaña de
Trump, al acabar con la incertidumbre y reforzar la confianza de los
consumidores, el motor del crecimiento en Estados Unidos.
Se
espera asimismo que la tregua dé un nuevo impulso a las inversiones de
las empresas, que cayeron mucho en 2019 por culpa de la crisis entre las
dos potencias.
A dos días de la firma, Estados Unidos excluyó a
China de la nomina de países manipulan su moneda para sacar ventajas
comerciales; lo cual fue interpretado como un gesto de distensión.
El viceprimer ministro chino, Liu He, principal negociador de su país, llegó el lunes para firmar el acuerdo.
"El
documento entero se publicará el miércoles", prometió Larry Kudlow, el
principal asesor económico de la Casa Blanca, para acallar las críticas
sobre las negociaciones.
Sin
dar detalles sobre el contenido del texto, objeto de muchas
especulaciones, Kudlow afirmó que Washington había obtenido numerosas
concesiones de Pekín.
"Es un acuerdo histórico", estimó de su parte el domingo el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, en Fox News.
"Por
primera vez tenemos un acuerdo completo sobre las problemáticas
tecnológicas, los servicios financieros, las compras" suplementarias de
bienes chinos, así como un "verdadero mecanismo para hacer aplicar" el
pacto, aseguró.
Según Washington, Pekín aumentará su compra de
bienes estadounidenses en 200.000 millones de dólares en los próximos
dos años, incluidos entre 40.000 y 50.000 millones en productos
agrícolas.
A cambio de esos compromisos, la administración Trump
renunció a imponer nuevos aranceles a China y disminuyó a la mitad los
que entraron en vigor el 1 de septiembre para importaciones de productos
chinos valorados en 120.000 millones de dólares.
El acuerdo con
Pekín supone "un éxito relativo" para Trump, considera Eswar Prasad,
profesor de política comercial en la Universidad de Cornell y experto en
China.
El presidente "logró algunas concesiones por parte de
China y otros socios comerciales de Estados Unidos, pero con un coste
importante para la economía estadounidense", dice.
La economía
china se frenó claramente por culpa de la guerra comercial, pero también
sufrieron los industriales y agricultores estadounidenses.
Para
mitigar las pérdidas del sector agrícola, la administración Trump tuvo
que destinar 28.000 millones de dólares a ayudar a los afectados en 2018
y 2019.
La industria manufacturera, por su parte, entró en recesión en agosto.
"El
perjuicio (...) ha sido importante y los compromisos de nuevas compras
tienen pocas posibilidades de reparar esos daños", afirma Alden.
Los
expertos dudan también de la capacidad de Estados Unidos para obtener
cambios estructurales por parte de China, el objetivo principal de
Trump, que lanzó su ofensiva para reducir el déficit comercial
estadounidense con el país asiático y poner fin a prácticas comerciales
"desleales".
China no tiene intención de cambiar su modelo
económico, y Prasad predice que Pekín no cederá en peticiones clave de
Washington como una fuerte reducción de las subvenciones estatales a las
empresas.
Xu Bin, profesor de economía en la Escuela de Comercio
Internacional China Europa de Shanghái, considera que, por el momento,
los dos bandos alcanzaron una situación "aceptable, pero no una
victoria".
Para él el pulso comercial seguirá "durante los 10 o
20 próximos años, incluso más", y los dos gigantes alternarán los ciclos
de conflicto y de tregua para satisfacer a su opinión pública.
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