SANTIAGO.- El presidente Sebastián
Piñera anunció el final desde la medianoche del domingo del estado de
emergencia que desplegó a miles de militares en las calles de Chile,
donde se mantienen las protestas a la espera de anuncios del gobierno
para responder al estallido social iniciado la semana pasada.
Miles
de personas marcharon este domingo rumbo a la sede del Congreso
nacional en Valparaíso, a unos 120 km al oeste de Santiago, en la mayor
manifestación en esta región en varias décadas, siguiendo la
concentración que reunió a más de un millón de personas en la capital
chilena el viernes.
Varias columnas de manifestantes coparon la avenida
España, la costanera que une las ciudades de Viña del Mar y Valparaíso,
portando banderas chilenas y exigiendo cambios profundos del modelo
económico chileno.
"La fortaleza del movimiento social que se tomó las calles ha sido su
transversalidad y carácter pacífico y constructivo. ¡Nuestro llamado es
que en Valparaíso siga siendo así! Hoy más que nunca ante el fracaso de
estrategia de seguridad del gobierno que no evita saqueos e incendios",
dijo Jorge Sharp, alcalde de Valparaíso.
En la marcha
participaron unas 100.000 personas y concluyó con enfrentamientos
aislados entre manifestantes y la Policía, informó Sharp.
Las protestas se reprodujeron en Rancagua, Concepción y Talca,
ciudades del sur del país donde cientos de manifestantes también se
enfrentaron con uniformados ya entrada la noche.
Mientras, en
Santiago, en el frontis de la casa de gobierno, un millar de ciclistas
se congregó para gritar a coro: "Piñera, escucha: ándate a la 'chucha'
(vete al diablo)", y también fueron dispersados por la Policía con
carros lanza-agua y gases lacrimógenos.
Y en el parque O'Higgins
de Santiago, unas 15.000 personas -según la Policía- se congregaron sin
que se registraran incidentes en un acto cultural, denominado "El
derecho de vivir en paz", en alusión a una célebre canción de Víctor
Jara, el folklorista asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet
(1973-1990), que se ha vuelto a escuchar con fuerza durante las masivas
manifestaciones de la última semana.
En redes sociales ya se convocaron a dos nuevas manifestaciones para el lunes y martes frente a la casa de gobierno.
La presión se mantiene sobre
el mandatario derechista, a la espera de que concrete el cambio de
gabinete que anunció el sábado tras pedirle la renuncia a todos sus
ministros, junto a medidas que complementen el paquete que dio a conocer
a mediados de semana -que incluyó un 20% de aumento a las pensiones
básicas, un incremento de los impuestos a los más ricos y una
disminución en el número de parlamentarios- y que muchos chilenos
consideraron insuficiente.
"Desde hace más de 30
años que la clase política de este país, incluyo a todos los políticos
de todas las tendencias, no han sido capaces de solucionar los problemas
reales de la gente, que son la educación, la salud y la previsión,
porque nuestros jubilados reciben pensiones miserables", dijo
Carlos Vial, un oficial del Ejército retirado de 63 años.
"Son
medidas insuficientes, aunque sí son un paso importante para lo que está
pidiendo la gente, pero siguen siendo insuficientes", agregó por su
parte Eduardo Pérez, un ingeniero eléctrico, de 49 años.
Las protestas se saldan hasta ahora con 20 muertos, cinco
de ellos responsabilidad de agentes del Estado, en momentos en que
crecen las denuncias sobre abusos contra los manifestantes y se esperan
misiones de verificación de la oficina de derechos humanos de ONU y de
Amnistía Internacional.
Mientras
el mandatario intenta responder a las masivas protestas, su popularidad
se desplomó a un 14%, frente a un 29% la semana previa al estallido
social, según un estudio de la consultora Cadem realizado entre
miércoles y jueves, publicado este domingo por el diario La Tercera.
El 14% rompe la marca que
la misma encuestadora había registrado en marzo de 2016, cuando la
mandataria socialista Michelle Bachelet alcanzó un mínimo de 18%, tras
el estallido de un caso de corrupción que involucró a su hijo.
La
crisis que enfrenta el gobierno de Piñera comenzó el viernes 18 de
octubre con una protesta violenta, iniciada por el aumento de la tarifa
del metro, y se extendió a otras demandas sociales dejando ataques
contra al menos 70 estaciones del tren urbano, saqueos e incendios en
supermercados y otros comercios.
Piñera decidió entonces decretar el estado de emergencia y
sacó a los militares a las calles de Santiago, por primera vez por
protestas sociales desde el retorno a la democracia.
También
decretó un toque de queda, que fue suspendido al sábado en Santiago,
donde la vida de los ciudadanos comenzaba a regresar a la normalidad con
la apertura de gran parte de los comercios y restaurantes en zonas
céntricas de la capital.
Este domingo, cientos de voluntarios
volvieron a salir a limpiar la ciudad. Unos pintaban los muros de la
ciudad, mientras otros barrían los escombros quemados y vidrios rotos
que quedaron en estaciones del metro y en las esquinas por las
barricadas que se levantaron durante las protestas en la semana.
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