NUEVA YORK.- En Estados Unidos, la pandemia arrojó en un instante a
millones a la pobreza, y profundizará las desigualdades sociales al
golpear primero a los hogares de bajos ingresos y a las clases medias.
"Este
es un golpe extraordinario para los millones de estadounidenses que
apenas se recuperaron de la crisis financiera de 2008", dijo Edward
Alden, experto del Consejo de Relaciones Exteriores.
Los salarios
demoraron ocho años en recuperarse de la recesión anterior. "Y para los
trabajadores con salarios más bajos, los ingresos solo han aumentado
considerablemente en los últimos dos años", añadió.
A finales de
2019, los salarios bajos incluso habían aumentado a un ritmo sin
precedentes en 20 años, gracias en particular al establecimiento en
ciertos estados de una tarifa mínima por hora.
El mes de marzo,
con 701.000 empleos destruidos, puso fin brutalmente a la creación
continua de puestos durante más de ocho años. El desempleo aumentó a
4,4% tras tocar un mínimo histórico en febrero.
Donald Trump, que
busca la reelección, no perdió oportunidad para señalar que el
desempleo entre hispanos y negros también estaba en su punto más bajo.
Sin
embargo, detrás de esas cifras, las desigualdades han seguido
aumentando entre los muy ricos, que han acumulado ganancias sustanciales
en Wall Street, y el 90% en la parte inferior de la escala.
Y la
recesión que sigue a la pandemia de COVID-19 "exacerbará la
desigualdad", dijo Gregory Daco, economista jefe de Oxford Economics,
porque "las pérdidas repentinas de empleos se concentran en los sectores
de servicios de bajos ingresos" en un país con pocas redes de seguridad
social y una tasa de ahorro extremadamente baja.
Daco
destaca la desigualdad en ese punto: el 78% de las personas con los
ingresos más bajos no tienen ahorros de emergencia para afrontar
dificultades financieras imprevistas. Entre los de ingresos más altos,
el porcentaje se reduce al 25%, detalla.
"Entonces, las personas
que más lo necesitan son las que menos tienen", dijo. Y así, resistir
una recesión duradera es imposible.
"Tenemos que prepararnos para
los impactos en el empleo y los salarios que durarán al menos hasta
principios de 2021", advierte Bradley Hardy, profesor de la American
University.
"Incluso con ayuda generosa"
del Estado, el repunte podría llevar tiempo. "Los trabajadores y las
empresas tendrán que volver a conectarse", dijo Hardy.
También
deberá recomponerse la confianza de los consumidores, una condición sine
qua non "para que participen plenamente en la economía estadounidense",
agregó.
"Al igual que la crisis financiera de 2008, esto puso en
evidencia la enorme vulnerabilidad de muchos estadounidenses", dijo
Edward Alden.
Y una vez más, las personas más vulnerables no
pudieron prepararse para el retiro. El número de septuagenarios y
octogenarios obligados a trabajar no disminuirá pronto.
Según la
oficina regional de Saint-Louis de la Reserva Federal, entre la
población sin estudios secundarios, solo el 22% tiene un plan de ahorro
para la jubilación.
"Estoy convencido de que esta recesión tendrá
efectos negativos en todos los ingresos, incluso en algunos hogares
aparentemente acomodados", opina Bradley Hardy.
"Muchos hogares de clase media -y sobre todo los hogares negros- enfrentarán deudas en un contexto de bajo ahorro", dijo.
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